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15/01/2025
Buenas tardes. Que opinan de esta fábula ? La termine hoy.
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La Tejedora y los Hilos del Todo
En un mundo más allá del tiempo, existía una tejedora conocida como Kaida. Ella no era una diosa ni una reina, sino algo más antiguo: una presencia eterna que hilaba los hilos invisibles de las vidas de todas las criaturas. Cada pensamiento, cada emoción y cada decisión que alguna vez existió o existiría formaban parte de su tapiz infinito.
Durante milenios, los humanos, al igual que otras especies, intentaron comprender a Kaida. La llamaron por muchos nombres y la imaginaron como una figura distante y todopoderosa, una diosa que observaba desde lo alto. Le rezaban, le pedían respuestas y buscaban señales en el tapiz de la vida, sin saber que ellos mismos eran los que lo tejían junto a ella.
Un día, un sabio llamado Eryon, cansado de buscar respuestas fuera de sí mismo, decidió mirar hacia adentro. Cerró los ojos y comenzó a escuchar los pensamientos que corrían en su mente, pero lo que encontró lo dejó atónito. No solo escuchó su propia voz, sino también las voces de miles, millones de seres que pensaban y sentían como él.
Primero creyó que estaba volviéndose loco. Pero con el tiempo, se dio cuenta de que todas esas voces no eran extrañas. Eran él mismo, partes de un gran río de consciencia que fluía por todos los rincones del universo. Eryon entendió que Kaida no era una entidad separada de los seres vivos. Kaida era el tapiz mismo, y cada hilo era una conciencia individual que, al entrelazarse, creaba algo más grande.
Eryon compartió su descubrimiento con los demás, pero muchos se resistieron a creer. “¿Cómo podemos ser uno, si vivimos vidas separadas? ¿Cómo puede mi sufrimiento ser el tuyo?”, preguntaban.
Para responder, Eryon les contó una historia:
“Imagina un lago tranquilo. Si tiras una piedra, crea ondas que se expanden por toda su superficie. Si tiras otra piedra, las ondas de ambas se cruzan, se entrelazan y afectan todo el lago. Cada pensamiento, cada acción que tomamos, es una piedra en ese lago. No estamos separados; somos el lago entero, siempre conectado”.
Con el tiempo, la humanidad dejó de buscar dioses en el cielo y comenzó a mirar hacia el tapiz de Kaida. Entendieron que la separación era una ilusión y que, aunque cada hilo parecía independiente, todos formaban parte del mismo diseño eterno. Descubrieron que, al comprender su conexión, podían tejer un mundo más armonioso, porque al lastimar a otro hilo, se dañaban a sí mismos.
Y así, la humanidad dejó de mirar hacia las estrellas en busca de respuestas y aprendió a escucharse, entendiendo que el verdadero milagro no era Kaida, sino el tapiz que tejían juntos.
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