02/02/2018
¡Viajá más!
Si te vas a empeñar en algo, empeñate en irte. Cada vez que podás, y cada vez por más tiempo. Invertí en viajar, que es invertir en vivir. Usá lo que te ganés para alejarte de vez en cuando, que no puede haber perspectiva sin distancia. Andate y volvé, y andate. Creéme que nada te va a dar momentos de mayor felicidad.
Viajá joven, las circunstancias no harán más que complicarse luego. Viajá lejos y viajá cerca. Viajá con tu gente más querida, viajá solo; viajá soltero.
Sólo después viajá en pareja. Nada pone a prueba el amor como viajar juntos, decía Mark Twain, viajero incansable y astuto que encontró el amor, viajando.
Caminá, caminá, caminá. Gastate los pies recorriendo calles nuevas. Perdete sin miedo. Hablá con desconocidos, escuchá todas las historias, hacé todas las preguntas. Comé solo, comé en pelota, comé sin prisa, comé de camino. Comé allá lo que nunca vas a comer acá. Lo caro y lo barato, lo verde y lo rojo, lo duro y lo espeso.
Exprimí cada día y cada noche. Emborrachate al menos una vez en cada ciudad. Probá todo lo que no te mate. Hacé el ridículo. Enamorate por un par de días. Amá en otro idioma. Hablá en lenguas. Tocá la gloria.
Viajá con humildad, que es lo que garantiza la capacidad de asombro. Asombrate de lo épico y de lo simple, de lo extraordinario y de lo mundano. Asombrate de los olores, de los colores, de la naturaleza y de lo que la gente hace con la naturaleza. Asombrate del arte, del caos, del futuro y del pasado, de lo exquisito y lo repugnante. Aprendé sin soberbia y dejate arrollar una y otra vez por el asombro, que es lo que hidrata al alma y el cerebro. Que “viajar es fatal para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de mente”, escribió Twain en sus crónicas. “Nadie adquiere una visión amplia, saludable y generosa si se queda en una esquina de la Tierra toda su vida”, remataba.
Vas a ver que el mundo se va a hacer más pequeño. El obstáculo entonces será tu voluntad, o la falta de ella.