La mente es muy poderosa. Tanto para atraer, como para resistir y para vivir lo que se anhela. Aunque también hay que saber como manejarla, porque se puede atraer justo lo que no queremos. El pensamiento debe estar puesto en el deseo. No así en el miedo. Que quiero decir con esto. Que al rechazar tanto algo, temerle tanto, terminamos por materializarlo. Del mismo modo, si ponemos la fuerza en lo que ansiamos, nos lleva a concretar el deseo.
Cuando arranque el viaje salí enfrentando cualquier miedo. No pensando en el, y con la tranquilidad de que todo iba a estar bien. Luego al notar que todo marchaba viento en popa. Comencé a pensar que para estirar el viaje, debía generar dinero. Por lo que sin quererlo se generaron situaciones que me impulsaron a buscarlo( comenzó a escasear el sustento).
Luego decidí seguir camino y probar o tener nuevas experiencias. Estas aparecieron, sin tener que renunciar a tantas comodidades. Tenía techo, comida y la seguridad de un trabajo. Sentí ya estar preparado para la siguiente etapa. Dejar la estabilidad de un solo lugar, aunque asegurando donde alojarme en la próxima ciudad. Como es esto? ¡Bienvenidos al mundo del viajero! Siempre hay personas que recomiendan a otras personas, que a la vez quieren conversar e intercambiar experiencias con nosotros. Seres con la misión de romper esquemas. Dejando esperanza de que, por loco que sea un sueño, se puede realizar. En nuestro caso, salir y tener un hogar a donde vayamos puede parecer una utopía, pero ocurre.
Entonces comencé a recorrer y parar solo.un poco en cada lugar. Llevándome en un par de horas, o días el anhelo de volver. Ya no tanto por la ciudad o pueblo en sí, sino más bien, por mis nuevos hermanos, camaradas, amigos o familia de ruta.
Así fue que pensé, ¿como seria palpitar un lugar y parar? Despojandose de todo y titubear, de si al seguir me alcanzará para comer o no. Hoy estoy en esa etapa. Encontrando en hogar con mi carpa, dejando a resguardo a mi cab
Villamontes. Me voy despidiendo de Bolivia, pero con muchas ganas de volver para conocerlo bien. Pude ver unos hermosos lugares, aunque se me pasó fotografiarlos, quedan en mi mente. Los caminos y sobretodo la amabilidad de la gente. Espero volver y poder apreciar el país como se merece.
Padilla a 501 km de una nueva frontera
Noche en la terminal, una especie de Tom Hanks argento. Dormimos en la terminal.
Quedándome sin combustible parte 156
Agradecer en este caso a #oscariraola y su papá, que me dieron una ayuda en un lugar donde casi no pasa gente. Creo que cuando te tiene que pasar algo, suele suceder cercano a estas increíbles personas que uno conoce en el camino.
Recibiendonos de arquitectos en pocas horas. Temporada de yuca o mandioca. Para llamar un poco la atención e incrementar las ventas, nos aventuramos a construir una especie de tienda. Donde quien estuviera por ahí se llevaría las mismas directamente del huerto. Vientos de 15 mil km por hora no fueron impedimento para realizar lo que en unos 1000 años se convertirá en un centro turístico. Construido por quien les habla viajero argentino, otros dos viajeros colombianos, bajo la guía de violeta de Perú. Siempre con la idea de colaborar en lo que podamos y tené otra historia que contar.
Fragmento del libro El Tuareg de Vázquez Figueroa.
"Se preguntó luego por qué había sido tan importante para los tuareg aquella ley no escrita de la hospitalidad, que se anteponía a todas las otras leyes, incluso las coránicas, y trato de hacerse una idea de cómo sería el desierto si el viajero no tuviera la absoluta seguridad de que, allí adónde llegará sería bien recibido, ayudado y respetado.
Contaban las leyendas que en cierta ocasión dos hombres se odiaban de tal modo, que uno de ellos, el más débil, se presentó de imprevisto en la jaima de su enemigo solicitando hospitalidad. Celoso de la tradición, el targui acepto a su huésped, le brindó su protección y al cabo de los meses, cansado de soportarlo y darle de comer, le aseguro que podía marcharse en paz porque jamás atentaría contra su vida. Desde entonces, y de eso hacia al parecer muchísimos años, aquella se había convertido en una práctica habitual entre los tuareg que solventaban de ese modo sus diferencias y ponían así fin a sus rencillas".