07/07/2023
En el 2016 luego de publicar mis primeros libros me preparaba para hacer un viaje de mochilazo por Sudamérica. Había un chico que me escribía. Me decía que quería mis libros y qué cuánto costaba con envío hasta Chile. Cuando le dije, me mandó el dinero y le pregunté su dirección, para mi sorpresa dijo no, no me los mandes, cuando pases por Santiago me los traes y te puedes quedar en mi casa. Me pareció muy extraño que alguien confiara de esa manera en mí.
Unos meses más tarde, pasé por Lima, Cusco, el Salar de Uyuni y San Pedro de Atacamara para llegar a Santiago y tomar un bus a Curcavi porque tenía un trato con un lector que me dio toda su confianza.
Sin conocerme, me abrió las puertas de su casa y viví en Chile casi un mes. Me atascó de asado, cerveza y buenos vinos. Me habló de lo escritores colombianos y de lugares hermosos de Sudamérica. Me contó de la rumba en Cartagena y de sus amores tóxicos. Las noches eran largas y hablábamos de todo.
Hace un mes me escribió para decirme: Oye Quetzal voy a Mexico. Y ayer fui a recogerlo a Valladolid. Hoy tengo las oportunidad de mostrarle el México que amo y los lugares que me han inspirado a escribir muchos libros.
Bienvenido amigo mío. Alguna vez me dijo mi papá: quien te abra las puertas de su casa cuando estés en otro país dile que aquí también tendrá una casa.
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