20/09/2024
En sus visitas al cuartel la exuberante y poderosa marquesa lo miraba sin mirarlo, lasciva y serena. Ya todos lo notaban...
👉"HISTORIAS DE LOS MARQUESADOS"
María Josefa Isabel de Hoyos y Mier marquesa de Torrehoyos era una viuda cuarentona y altiva, de buen parecer, mandona y dueña de una enorme fortuna; codiciada por numerosos pretendientes que la deseaban en la Villa de Mompox.
En los ardientes playones del río Magdalena los soldados españoles de la reconquista preparaban los últimos detalles para emprender la ofensiva.
Con la tropa española iba Antonio Imbrechts una versión canicular, hermosa, realista y valiente del Rey Felipe “El Hermoso”, un oficial oriundo de Cádiz, perteneciente al regimiento de Granada que había luchado en Venezuela y en Cartagena.
Antonio era un joven tímido, de pocas palabras, de porte varonil y muy buen mozo.
En sus visitas al cuartel la exuberante y poderosa marquesa lo miraba sin mirarlo, lasciva y serena. Ya todos lo notaban, menos el objeto de sus deseos, a quien jamás se le había pasado por la cabeza galantear a tan noble y poderosa dama.
El general Morillo se despidió de la marquesa de Torre- Hoyos, y agradeció su valiosa colaboración -Nada tiene que agradecerme general- le respondió la marquesa- pero ya que usted es tan galante le voy a pedir un favor; sin embargo, debe prometerme que no va a negarlo, pues no quisiera sufrir un desaire bochornoso.
Su deseo será ley- dijo Morillo a la marquesa- tiene desde ya mi palabra.
Es un favor sencillo. Solamente le pido que licencie a Juan Antonio Imbrechts.
¿Lo necesita usted para mayordomo o para administrador de sus minas?- preguntó el general.
No. Lo necesito para marido, dijo con desparpajo la gallarda mujer.
-Usted se burla señora
-No me burlo caballero. También agradecería que fuera nuestro padrino en el casamiento que organicé para esta misma noche.
-Y está equivocado general, agregó sonriente la marquesa. Es el único que no me ha mirado, ni me ha escrito, ni me ha dicho una palabra, pero a mí me ha entrado el capricho de casarme y lo escogí como esposo.
Y si Imbrechts no consistiese- Preguntó.
-No se me había ocurrido que algún hombre rechazara mi mano, pero llámele usted y saldremos de dudas.
El oficial salió y a los cinco minutos regresó con Antonio que había sido informado del asunto y estaba colorado como una flor de trinitaria, pero dispuesto a sacrificarse por tan noble dama. Aquella noche tuvieron lugar las nupcias, la marquesa de Torre-Hoyos tiró la casa por la ventana y como muestra de gratitud con la tropa sentó a todo el batallón a manteles y regaló 200 caballos del Valle de Upar que reforzaron la m***a de los húsares.
De su recuerdo quedó flotando en la memoria de muchos, un cuerpo menudo vestido de finas sedas rematado en cuello y mangas de caprichosos encajes, unos ojos hermosos que cautivaron a los oficiales de Morillo y a nosotros por siempre.
Crónica y ficción: Jose Reza✍️
Fuente APA: Academia de Historia
: Programa Patrimonio, Desarrollo y Sociedad Ministerio de Cultura.
"Historias de los Marquesados"