09/01/2023
CAPITULO SEXTO 2020
Historias de Guerra
BAJOALTO Y LA ODISEA DEL NIÑO AURELIO
Por: Alberto Chávez Cruz
Un avión peruano disparó contra la comuna de Bajoalto, Francisco Suárez, murió al instante; su esposa e hijos no sabían qué hacer con el cadáver, fue entonces que su pequeño hijo llamado Aurelio, un niño entre 12 a 14 años muy valiente y bien sereno tomó una sábana grande, envolvió el cuerpo de su padre, lo arrastró para ubicarlo debajo de las enormes raíces de un manglar donde lo cubrió de lodo y arena.
EL PERSONAJE
Esta interesante historia es contada por el señor Juan Bolívar Urbina Gorotiza, que nació en una rústica casa de la hacienda Villa Nueva de Naranjal (Provincia del Guayas) el 24 de junio de 1928 y cuando tenía 8 años sus padres decidieron cambiar de destino.
Caminaron sin rumbo hasta llegar a Bajoalto, donde apenas encontró una enorme playa, bonita y ancha y 7 casas paradas hechas de mangle perteneciente a las familias Crespín, Montes, Benítez, Gonzabay, Reyes, Suárez y Solórzano, todos ellos dedicados a la recolección de mariscos que las llevaban a vender al Guabo.
“Mi padre llegó enfermo y al poco tiempo falleció. Luego mi madre se hizo de otro compromiso y en total fuimos 5 hermanos, quedamos 2 tengo una hermana viva y vive en Tenguel “, afirma quien es conocido como “Don Bolo”.
SORPRESIVO ATAQUE PERUANO
El anciano de 92 años de edad, asegura que en Bajoalto se llevaba una vida sana, con trabajo, la isla parecía un paraíso, que todo marchó bien hasta que la invasión militar peruana de 1941 cambió el sistema de vida, el destino de muchas personas.
Afirma que a mediados de julio de ese fatídico año los habitantes se encontraban realizando sus faenas y quehaceres con absoluta normalidad y de pronto a lo lejos se escuchaba ruidos de un motor de avión, de pronto sobre la playa cayeron ráfagas de metralla, bombardeos, la gente se asustó porque previamente se había escuchado que el Perú, quería invadir y adueñarse de territorios ecuatorianos.
ODISEA DEL NIÑO AURELIO SUAREZ
“Fue algo espantoso. Un avión se vino de picada contra la playa y comenzó a disparar a matar.
Todo fue rápido.
Hombres, mujeres y niños nos lanzamos al suelo, otros nos tiramos debajo de las casas, y varias personas se escondieron entre los manglares.
Gravemente heridos cayeron al suelo el señor Martínez y Francisco Suárez.
El primero con la ayuda de los vecinos y nuestros militares fue llevado urgentemente a Guayaquil, pero falleció.
Mientras el señor Suárez, murió al instante; recuerdo que su esposa (ella falleció a los 113 años) e hijos no sabían qué hacer con el cadáver ya que la situación ameritaba huir en canoas rumbo a Guayaquil.
Fue entonces que su pequeño hijo Aurelio, un niño entre 12 a 14 años muy valiente y bien sereno tomó una sábana grande, envolvió el cuerpo de su padre, lo arrastró para ubicarlo debajo de unas enormes raíces de un gigante manglar que estaba cerca a la playa donde lo cubrió de lodo y arena.
Miró por última vez el lugar donde enterró a su papá y se puso a llorar mientras los aviones regresaban a disparar a los habitantes.
El ruido de aviones y metrallas a él no le importaba, simplemente alzó su cabeza y miró fijamente a un invasor avión peruano que amenazaba con disparar, no me explico que ocurrió, pero el avión pasó de largo sin tirar balas, mientras frente a Bajoalto ya se había instalado un guardacostas que disparaba al aire.
Fue conmovedor ver esa escena de amor, fidelidad y valentía de esa pequeña criatura.
Conozco que ese niño se hizo hombre de bien en Puerto Bolívar. Ese valiente niño Aurelio Suárez Salinas, ya falleció y estoy enterado que uno de sus hijos es el doctor y ex concejal de Machala, Oscar Suárez”, subraya el anciano.
NUEVA VIDA
Don Bolo Urbina, asegura que con el paso de los años tuvo noticias del niño: “me enteré que el niño Aurelio, regresó con su madre y hermanos a Puerto Bolívar en 1943.
Allí se hizo de la estiba de guineos y junto a sus primos Humberto, Pedro Salinas y Guillermo Parrales Medina, con quienes fundaron en 1950 la Unión de Marinos de Alto Bordo, personal que aseaba y pintaba los barcos de alto bordo.
Conocí que en 1958 con su tío Regino Salinas se dedicó a la carpintería artesanal y naval, juntos construyeron varias casas de madera en Puerto Bolívar.
Por su honestidad, trabajo, responsabilidad y educación tuvo la suerte de recorrer el mundo en calidad de marinero en los barcos de bandera internacional.
Con el paso de los años también fue socio fundador del Sindicato de Estibadores de Autoridad Portuaria en Puerto Bolívar, donde en 1998 se acogió a la jubilación”, recuerda Juan Urbina Gorotiza.G
EL VIAJE
El señor Urbina, retoma la narración de las odiseas que vivió su familia en aquella invasión militar del vecino país indicando que su mamá esperó, igual que lo hicieron otros habitantes de Bajoalto, la caída de la tarde y en una embarcación grande se embarcaron 4 familias incluyendo la de él y partieron rumbo a Guayaquil.
Como refugiados tuvieron que arrendar cuartos muy cerca del malecón donde permanecieron casi cuatro meses.
“Entonces tenía 13 años de edad y para tener con que comprar la comida tuve que cargar canastas de víveres, desde el mercado sur hasta las casas de la gente rica”, recuerda.
Dice que al ser entregada por los militares peruanos la provincia de El Oro, regresaron contentos y optimistas.
Al llegar a Bajoalto encontraron la playa llena de basura, montes, las casas llenas de hierbas.
“Solo encontramos un perrito de la señora Targelia Bonilla, que se le había quedado el día de la fuga a Guayaquil, estaba sarnoso, lleno de pulga y un amigo lo curó.
Al paso de los días fueron llegando desde Guayaquil a Bajoalto varias canoas llenas de familias radicadas en La Iberia, Machala, Guabo, Santa Rosa, etc.”- anota.
DESARROLLA LA PLAYA
Juan Bolívar Urbina Gorotiza, asegura que la calma fue llegando, las actividades se fueron reiniciando y que en cierta ocasión los señores Fulton y Kleber Serrano, Wiliam Aguilar, comenzaron a llegar en carro hasta donde actualmente es Bajoalto Nuevo y con ellos construyeron puentes de madera hasta llegar a la playa para disfrutar de la arena y las brisas del mar.
Su relato prosigue y recuerda que, “fue el señor Amadeo Salazar quien construyó un puente grande con madera que ahora ya no existe porque se lo llevaron las grandes marejadas.
Y así la gente se entusiasmaba cada vez más, llegando de otras partes para convertirla en uno de los mejores balnearios de la provincia, hasta que se construyó la carretera, que hizo que a Bajoalto la visitaran grandes personalidades y artistas para deleitar a los bañistas como Pepe Cobos y Los Jokers, Los Corvets, La Blacio y otras que eran traídos todos los domingos por los empresarios Arturo Minuche, Carlos Cuenca y un machaleño de apellido Saldaña.
La playa tomó fama y fue el lugar preferido de la gente millonaria de la época.
En 1968 llegó gente de Guayaquil, trayendo las casas armables marca El Paylon que las instalaron como vivienda, pero en 1969 (del 5 al 17 diciembre) un maremoto que duró 12 días las destruyó”, cuenta quien a los 92 años vive solo aceptando que su mujer lo abandonó por que es muy mujeriego.
Asegura Don Bolo que en Bajoalto, nunca apareció ni el duende ni la viuda, como se repite y que se siente feliz de ser uno de sus primeros habitantes y ver cómo se desarrolla con calles y carretera asfaltada que permite más concurrencia de turistas gracias al trabajo de la dirigencia popular de la comuna y lamenta que las camaroneras han arrasado el marisco que ofrecía el manglar.
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Juan Bolívar Urbina Gorotiza