04/01/2022
Chillida y Oteiza: la exposición del año en San Telmo.
El museo donostiarra acogerá por primera vez en Euskadi una muestra conjunta de los dos artistas vascos, desde primavera a septiembre.
El museo donostiarra de San Telmo acogerá a partir de la primavera la primera exposición conjunta de Eduardo Chillida y Jorge Oteiza en Euskadi, en lo que está llamado a convertirse en el gran hito artístico del año cultural vasco. Según ha sabido este periódico, la muestra es una 'adaptación' de la inaugurada en la sede de Bancaja de Valencia el pasado 5 de noviembre. Ya desde la presentación de estos 'Diálogos en los años 50 y 60', la posibilidad de un posterior traslado a Euskadi sobrevoló la muestra y ni siquiera el enfriamiento de esta hipótesis por parte del comisario de la exposición, Javier González de Durana, había frenado la rumorología.
Ahora, con esta confirmación que adelanta hoy DV, este anhelo se convierte en una realidad que hará del verano de San Telmo una cita ineludible en el calendario de 2022. Las fechas que se barajan para la muestra donostiarra fijan la inauguración en mayo y la clausura, en septiembre. Cinco meses que, sin duda, dispararán la afluencia de visitantes al Museo de San Telmo, que este año cumple su 120 aniversario.
LAS CIFRAS
120 obras conforman la exposición de Bancaja que se expone en Valencia y que, con algún cambio, se podrá ver en Donostia
5 meses, de primavera y verano, permanecerá abierta al público la muestra en San Telmo
'Diálogos en los años 50 y 60', que antes de viajar a Donostia aún permanecerá hasta el 6 de marzo en la sala de exposiciones valenciana, reúne más de un centenar de piezas –entre esculturas, dibujos, correspondencia y documentación diversa–, de los dos grandes escultores del siglo XX vasco. Los responsables del Museo de San Telmo y Donostia Kultura han trabajado intensamente y con discreción para que se pudiera ver en la tierra natal de los artistas. Y por diversas circunstancias, no ha sido tarea fácil. De hecho, tampoco lo fue llevar a buen término el encargo de Bancaja para realizar la muestra valenciana, en donde por primera vez se han podido ver juntas las esculturas de Chillida y Oteiza. «Las fundaciones de los artistas recibieron con reticencias la invitación. De entrada, dijeron no pero con diálogo hubo negociación», reveló en la inauguración de la muestra el presidente de Bancaja, Rafael Alcón, quien preguntado por la posibilidad de que itinerara al País Vasco, indicó: «Hay que dejar pasar el tiempo y buscar el momento adecuado. Si nos lo proponen lo estudiaremos con cariño».
Javier González de Durana, por su parte, consideró que «hacer allí la exposición conjunta sería una curación. La muestra es sanadora en términos de visión histórica». Por fortuna para el público vasco, las discretas gestiones realizadas por los responsables del museo donostiarra han fructificado.
«Hacer la exposición en el País Vasco sería una curación», reconoció González de Durana, en la inauguración de Valencia
Por otra parte y a juicio de González de Durana, la exposición trasciende el interés puramente artístico para adentrarse en el terreno del cierre de heridas. En este sentido, el comisario de la muestra no duda en señalar que el abrazo entre los dos grandes creadores el 15 de diciembre de 1997 en Zabalaga, tras décadas de distanciamiento e incluso abierta hostilidades, «tuvo algo de puesta en escena. Había sinceridad pero también teatralización y algo impostado». Ahora, con los dos artistas ya fallecidos, aquel abrazo físico se transforma en un encuentro artístico que no había sido posible hasta ahora.
Antes del enfrentamiento, Chillida y Oteiza mantuvieron una larga amistad y es en esa etapa en la que se centra la exposición. Con algo más de medio centenar de obras del escultor donostiarra y cerca de sesenta del artista de Orio, la adaptación a San Telmo de 'Diálogos en los años 50 y 60' se verá ampliada con piezas de colecciones tanto públicas como privadas, con obras procedentes de fondos del entorno que no se han expuesto en la muestra valenciana. Por contra, está aún por determinar si algunos contados préstamos que se han podido ver en la muestra de Valencia viajarán a Donostia.
La exposición recorre los itinerarios vitales y creativos de los dos artistas entre 1948 –cuando Oteiza regresa de Latinoamérica a España, mientras Chillida viaja a París para convertirse en escultor tras abandonar la arquitectura– y 1969 –fecha en la que culmina la estatutaria de Oteiza para el Santuario de Arantzazu y se instala frente a la sede parisina de la Unesco la primera gran obra pública de Chillida. Avalada por las dos instituciones legatarias de la obra de los dos artistas –la Fundación Museo Jorge Oteiza y Chillida-Leku–, el recorrido expositivo permite también contemplar obras procedentes de otros fondos, como se suman las procedentes de otras colecciones públicas y privadas como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Bellas Artes y el Guggenheim de Bilbao, el IVAM, la Colección Iberdrola, la Fundación la Caixa o el propio Santuario de Arantzazu. También la Colección Kutxa, la Colección de Arte Banco Sabadell, la Cámara de Comercio, Industria y Servicios de Córdoba, la Colección Banco de España, el Museo Universidad de Navarra o la Galería Carreras & Múgica de Bilbao, entre otros, han aportado piezas.
La muestra se centra en la producción artística de los dos creadores durante sus años de amistad, previos a su ruptura
En este sentido, 'Diálogo en los años 50 y 60' incluye obras nunca vistas antes, como la reproducción de las puertas de la basílica de Arantzazu creadas por Chillida y un 'Laocoonte' de Oteiza con una nueva piel tras la restauración acometida por Bancaja.
El recorrido expositivo está salpicado deliberadamente con obras de uno y otro artista para que –en palabras de González de Durana– sea el propio visitante el que «intuya en qué se acercan y en qué se diferencian». A modo de pista, y tal y como indican los paneles que acompañan la muestra, la obra del creador oriotarra se inclina hacia un racionalismo de carácter «más lógico, más científico», mientras que la de Chillida da rienda suelta a su espíritu «más romántico, más individualista, juega con las fuerzas de la naturaleza, es más aéreo».