19/01/2025
Dice Durito que la vida es como una manzana.
Y dice también que un zapatista, cuando está frente a una manzana, le saca filo a la madrugada y parte la manzana, con certero golpe, por la mitad.
Dice Durito que el zapatista no intenta comerse la manzana, que ni siquiera se fija si la manzana está madura, o podrida, o verde.
Dice Durito que, abierto el corazón de la manzana, el zapatista toma con mucho cuidado las semillas, va y ara un pedazo de tierra y las siembra.
Después, dice Durito, el zapatista riega la matita con sus lágrimas y sangre, y vela el crecimiento.
Dice Durito que el zapatista no verá el manzano florecer siquiera, ni mucho menos los frutos que dará.
Dice Durito que el zapatista sembró el manzano para que un día, cuando él no esté, alguien cualquiera pueda cortar una manzana madura y ser libre para decidir si se la come en un arreglo frutal, en puré, en jugo, en un pastel o en uno de esos odiosos (para Durito) refrescos de manzana.
Dice Durito que ahí está la diferencia entre los zapatistas y el resto de los seres humanos: Donde todos ven una manzana, el zapatista ve una semilla, va y prepara la tierra, siembra la semilla, la cuida.
Texto: fragmento del cuento “Los Zapatistas y las manzanas“ escrito por el Sub Comandante Marcos
Arte realizado por Jorge Vindiola Zuñiga