05/10/2024
Pamukkale: el castillo de algodón de Turquía
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A primera vista, las tranquilas calles de Pamukkale, un pueblito que tiene alrededor de 20 mil habitantes, se asemejan a las de cualquier otro lugar del suroeste de Turquía. Sin embargo, escondido entre las colinas, se encuentra uno de los tesoros naturales más llamativos del país: sus blancas y relucientes terrazas de travertino y, junto a ellas, aguas termales milenarias.
El nombre “Pamukkale” proviene del turco y significa “castillo de algodón”. Esta denominación tan poética no podría ser más precisa, pues sus terrazas de travertino parecen estructuras antiguas que quedaron congeladas en el tiempo.
Estas míticas terrazas son el resultado de décadas de la acción de la naturaleza. El agua de este lugar brota desde el interior de la tierra hacia la superficie, se enfría y, como conserva grandes cantidades de calcio, forma la piedra blanca conocida como travertino. El líquido restante, que se calienta gracias al calor geotérmico, transforma este paraíso en un conjunto de piscinas naturales que, de acuerdo con la Academia de Medicina de Francia, aportan distintos beneficios a la salud.
Este lugar, que recuerda a un manto de nieve recién caído del cielo, tiene dos accesos. La entrada sur, que es la más cercana al pueblo, es la más recomendada. Si vas temprano en la mañana, podrás ver sus características aguas turquesas con tranquilidad y, luego, ascender hasta llegar a la entrada norte.
Un detalle para tener en cuenta es que el contenido de las terrazas de travertino de Pamukkale no es tan abundante como lo era en la década de los 80, ya que sus habitantes lo han destinado para otros usos. A pesar de ello, vale la pena hacerse un tiempo para visitar esta locación, especialmente después de un día lluvioso, cuando las probabilidades de encontrar una piscina llena son mayores.
Un rincón de Pamukkale que es digno de una reina
Las terrazas de travertino de Pamukkale son solo el comienzo de las maravillas que ofrece este destino. Al norte de ellas, se encuentra una serie de piscinas que, según la leyenda, fueron muy visitadas por Cleopatra VII, la última faraona de Egipto, durante su visita a Éfeso.
Además de contar con aguas cálidas, las piscinas de Cleopatra dejan entrever los restos de la antigua estructura de estilo romano que las rodeaba. Estas columnas, que probablemente formaban parte de un techo o pórtico, se cayeron durante un terremoto que tuvo lugar en el siglo VII d.C. y nunca han sido restauradas debido a su valor cultural e histórico.
Las ruinas y el museo de la Ciudad Sagrada
Otra parada obligatoria en Pamukkale son las ruinas de la antigua ciudad de Hierápolis. Allí podrás admirar las huellas de una ciudad que fue importante en diferentes períodos de la historia como un teatro del siglo II d.C., aún en funcionamiento y con capacidad para 15 mil personas, el Templo de Apolo, dedicado al dios de las artes, la necrópolis, que solía albergar cuatro tipos diferentes de tumbas, y Plutonio, un santuario que era utilizado como una “puerta al infierno”.
Cualquier cosa es mucho más interesante cuando sabes qué historias se esconden detrás de su fachada. Por ello, el Museo Arqueológico de Hierápolis es una parada obligatoria en este viaje. Encontrarás objetos recolectados durante las excavaciones arqueológicas que revelaron el valor cultural de Hierápolis como, por ejemplo, pedestales, estatuas y sarcófagos de tierra cocida. Además, verás una colección de artículos que datan de hace cuatro mil años: cuencos, tazas, joyas y monedas de oro, plata y bronce.
Aunque es más pequeña en comparación con otras ciudades importantes, el rico pasado de Pamukkale y sus bellezas naturales te harán sentir con la cabeza entre las nubes.