30/09/2023
🔰HOY ES DÍA JUBILAR DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL, PATRÓN DEL DISTRITO DE HUÁCAR🔰
Con ese motivo compartimos con ustedes este sabrosa crónica festiva relacionada con la festividad de antaño en honor a San Miguelito de Huácar, escrita por el doctor Virgilio López Calderón que forma parte de su libro "Crónicas del Ayer" (Amarilis Indiana Editores)...................................................................................................
"MAMÁ CALATA"
La palabra calato es un peruanismo que deriva del quechua jala o cala y que designa a una persona que no lleva ropa encima de su piel, que está desnuda o nu como dicen los franceses.
Sin embargo en el Perú y especialmente en Huánuco, tenemos muchas maneras eufemísticas para designar los actos o las cosas, sin usar sus nombres propios, que en español son muy castizos, pero que nosotros puritanamente los consideramos ofensivos. Así, por ejemplo, a la mujer embarazada no le decimos que “está preñada”, como dicen los españoles, sino decimos: está en la dulce espera, está en estado interesante o simplemente, está encinta, cuando hablamos muy en serio. Pero cuando hablamos con cierta burlesca decimos: le picó la avispa o está como el tamal, ¡con su carnecita adentro! Cuando decimos “mamá calata”, como en el título de esta crónica, no queremos expresar que mamá está desnuda, sino que está sin un centavo en el bolsillo, sin dinero, casi en la inopia. En esto de circunloquios y eufemismos nuestro pueblo es maestro; así a un apuesto caballero que anda con los bolsillos vacíos y que siempre bebe cerveza de gorra, le dicen Tarzán, porque Tarzán anda calato.
El antiguo y encantador pueblo de Huácar tiene por muy valiosa su iglesia que data del siglo XVI y que, entre otras maravillas, tiene un precioso altar de estilo barroco, dorado a fuego con pan de oro, y una bella imagen del arcángel San Miguel, que es el patrón de Huácar y a quien los huacarinos consideran el santo más milagrero de la comarca, y en mérito a tantas gracias es venerado y festejado durante tres días, desde el 28 de septiembre de cada año.
En 1947, último año de taita Cútulo en Ambo, la distinguida dama huacarina doña Zenaida Gutarra de Carnero, recibió de manos de aquel la bendición para hacer la fiesta de San Miguel. Como era de rigor recibió el trucay o cambio de los mayordomos salientes, se paseó por la plaza con el estandarte del santo y envío a sus amistades y familiares las respectivas mayorasas comprometiéndoles su ayuda en la próxima festividad.
Entre los más entusiastas familiares de doña Zenaida, la flamante mayordoma, estaba su sobrino Vishico Figueroa, avencindado en Lima, quien se comprometió formalmente a poner un castillo de fuegos artificiales y la banda de música para la fiesta.
Y como el tiempo vuela, cuando menos se pensaba llegó el mes de septiembre de 1948 y doña Zenaida, que prácticamente todo lo tenía preparado para la fiesta, se puso un tanto quisquillosa ante el silencio de su sobrino Vishico que no comunicaba nada acerca del castillo y la banda de música, que eran lo más costoso.
La impaciencia de doña Zenaida estalló una semana antes de la fiesta, cuando el silencio de Vishico era más notorio. Entonces, recelando que iba a ser víctima de un desaire, llamó a su hijo Óscar y le dijo:
–Oshca, anda inmediatamente al correo y ponle un telegrama urgente a tu primo Vishico. ¿Qué se habrá creído ese mozo? ¿Qué a mí me va a desairar, dejándome plantada, sin banda y sin castillo? El desaire será para San Miguel, porque lo que es yo, ya tengo listo todo para la fiesta. Ya pagué al cura don Ramón Vásquez mi limosna para las vísperas, misa y procesión, ya pagué a los adornanteros Castañedas; ya tengo cuatro cilindros de shacta de Derrepente y cuatro cilindros de guarapo de Collormayo. Mi compadre el sucho Condezo me ha mandado un toro y otro he comprado al tuerto Fano. Tengo doce carneros que me han traído de Angasmarca y hay infinidad de cuyes y gallinas ¡listos para el pishtapacuy!
El pishtapacuy, se puede traducir como matanza y Huácar es el único pueblo que tiene esa costumbre. En la víspera del 29 de septiembre, por la tarde, los mayordomos de la fiesta de San Miguel, seguidos de sus parientes e invitados, van hacia el río bailando y bebiendo a los compases de la banda de música, para sacrificar sus toros, chanchos, carneros, cuyes y gallinas a las orillas del Huacarmayo, bajo las sombras del Rocoscoto, hermoso y abultado balcón de Huácar, que se dice es el escobódromo o aeródromo de las brujas. Terminada la matanza la concurrencia retorna bailando con las testuces de los animales en alto y las piezas de carne a los hombros.
Y siguió doña Zenaida diciendo: Además, tengo toda clase de víveres, que me han traído mis compadres y familiares o que me ha costado mi plata. ¿Qué estará pensando ese Vishico? ¿Qué me va a plantar con el castillo y la banda ahora que estoy gastada? ¿Ahora que estoy calata? ¡Anda y dile que yo no tengo dinero y que la fiesta de San Miguel ya está encima!
Oshca con la cabeza turbada por tantas ideas y tratando de coordinar mejor sus palabras para ponerlas en el telegrama, se dirigió al correo.
En aquellos tiempos lo máximo en comunicación y lo más rápido era el telégrafo. El telégrafo, invento del norteamericano Samuel Morse, desde 1844, se había difundido rápidamente en todo el mundo. En el Perú, desde la época de Leguía había un telégrafo en cada distrito y, para el común de la gente el telégrafo era un misterio, así como su lenguaje, el sistema Morse, con puntos y rayas, que para el oyente no era sino una interminable retahíla de tip tips y tap taps. Por esta razón los telegrafistas eran considerados como seres de otro nivel. Se les respetaba y admiraba. Ellos venían de una Escuela de Telegrafistas, que funcionaba en los altos del correo central de Lima, y eran para el público como los augures de Roma, que traían las buenas y malas noticias.
Los telegramas eran relativamente caros. Cada palabra costaba 10 centavos. Los puntos y las comas también costaban 10 centavos. En esos tiempos una libra de carne en el mercado se compraba con 10 centavos. Entonces ahorrarse unos puntos y unas comas representaba el costo de un suculento almuerzo para toda la familia. Por ello se esmeraban en ahorrar palabras, puntos y comas en los telegramas, de donde resulta que algunas veces se enviaban telegramas indescifrables para quienes los recibían.
El telégrafo llegó a algunos pueblos mucho antes que la carretera. Así sucedió en Panao, donde había un buen servicio de telégrafos pero tenía que viajarse y transportarse los víveres a lomo de bestia. La carretera de Huánuco a Panao solo llegaba a un punto que se llama Rancho, en donde esperaban las acémilas para ir a Panao. Sucedió un día, que don Francisco, un acomodado comerciante pañaco, quería enviar su carga a su pueblo, entonces puso un telegrama a su hermano Leandro con el siguiente texto:
–“Leandro bestia manda Rancho Pancho”.
Llegado al correo Óscar tomó la decisión de redactar un telegrama que fuera contundente, que surtiera efecto. Y es innegable que el telegrama tuvo gran contundencia y enorme efectividad, como que llegó hasta nuestros días. El maravilloso telegrama decía:
Vicente Figueroa.
Malambo 375 Lima.
Mamá calata y San Miguel encima.
Óscar.