10/08/2016
PLANTILLA TRABAJADORES
La foto de portada, que aparece en nuestro Facebook, es la actual plantilla de trabajadores del hotel Villa de Canfranc.
La plantilla, comenzando por la fila de atrás y de izquierda a derecha es la siguiente:
Marco, el más joven; Jaime, Pancho, joven como siempre; sin edad; Benito, cocinero con diez temporadas; Fátima, David, once años en el hotel; Raul, Borja, último en llegar; Vilma, Juani, Gisela, Fatu, dieciséis años, treinta y tres temporadas; Estefanía, Raquel y Enrique; y nosotros, Mamen, Cecilio y Paco.
Este es el conjunto de trabajadores a fecha 8 de agosto de 2016. Y representan a los casi trescientos que han ido pasando a lo largo de estos 25 años. Podríamos nombrar a muchos de ellos de memoria; a casi todos, porque de una manera u otra forman parte de la historia viva de este hotel.
Plantilla, trabajadores, personal, recursos humanos, servicio… sustantivos diferentes para dar nombre al conjunto de personas que trabajan dentro de un hotel. Aquella famosa frase de “madre mía, ¡¡¡cómo está el servicio!!!” dicha en un contexto y en una época, no refleja, hoy en día, lo que de verdad es una buena plantilla.
Ya nos había comentado algún amigo que en el anterior texto no se hacía mención al personal. La respuesta fue clara: este “personal” se merece algo más que un párrafo en un contexto muy general.
Así es. ¡Qué no habremos visto en veinticinco años! Pues un poco de todo. Pero en una visión global, se puede decir, con mayúsculas, que hemos tenido muy buenas plantillas, muy buenos trabajadores. Sobre todo, implicados con el propio hotel y, siempre, siempre, siempre muy pendientes del cliente.
El carácter temporal de nuestro hotel, invierno más verano, implica una mayor dificultad en encontrar trabajadores y en mantenerlos. Al fin y al cabo, no son más de 6 ó 7 meses de trabajo en el mejor de los casos.
Con todo, hemos logrado que muchos de ellos estén y sigan durante bastantes años. Así fue desde un principio. Tener un porcentaje alto en puestos básicos y fundamentales ayuda a que los nuevos se adapten mejor y de manera más eficaz. Hecho éste que, reiterando lo ya dicho, redunda en una mejor atención al cliente.
Durante los primeros diez años, todos los trabajadores eran españoles. Muchas chicas eran de la zona de Salamanca; era la región de Castilla y León la que nutría los hoteles de todo el Pirineo. A los fijos, se solían unir estudiantes en época de verano.
Con el nuevo milenio, llegó la crisis de trabajadores españoles y comenzaron a llegar desde otros países. En nuestro caso, desde Senegal y Marruecos, Una plantilla cada vez más multirracial y, por cierto, casi toda femenina. Fueron los años de los contratos “en origen”. La hostelería se movía en la misma dinámica que otros sectores. Escasez de mano de obra nacional, lo que implicaba la llegada de nuevos trabajadores, en muchas ocasiones sin saber casi español. El trabajo, mostrado por trabajadores más veteranos, se hacía igual.
En la actualidad ha cambiado un tanto la situación, pero, como fiel reflejo de la sociedad española actual, el número de diferentes nacionalidades es alto. Eso sí, todos integrados, muchos de ellos ya nacionalizados y con varias renovaciones de sus permisos de trabajo.
Al final, un hotel no es más que un espacio físico en donde se ofrecen unos servicios, entre ellos el más importante que es el alojamiento. La columna vertebral del funcionamiento de esos servicios es el conjunto de trabajadores que forman el “Servicio”. Esta parte humana es tan fundamental que el mejor establecimiento, el más nuevo o el más renovado si no tienen un buen servicio fracasan de manera estrepitosa.
Y la mayor satisfacción que puede tener una plantilla, es el reconocimiento del cliente. Del cliente habitual durante muchos años en sus estancias vacacionales o de ése que llega por vez primera al hotel y sólo se queda un día.
Si en el anterior escrito, decíamos que estábamos orgullosos de lo hecho estos 25 años, hay que incidir en que una parte importante de ese orgullo corresponde a los trabajadores.
Cuando propusimos hacer una foto de forma conjunta con toda la plantilla, todos respondieron con un sí. Y además convenimos que fuera en la propia puerta de entrada al hotel. Aunque molestara el sol en los ojos, la foto tenía que ser allí. Y tiene su significado.
Al finalizar la sesión de fotos, uno de los trabajadores comenzó a aplaudir; todos le seguimos. Ese aplauso va dirigido a todos los trabajadores en conjunto y a cada uno de ellos en particular de estos veinticinco años