12/10/2022
Teotihuacán, situada en la cuenca del México central, fue la más grande, más influyente, y más venerada ciudad en la historia del Nuevo Mundo. Su época de prosperidad coincide con la edad dorada de Mesoamérica, el Período Clásico del primer milenio de nuestra era. Dominada por dos pirámides gigantes y una gran calzada sagrada, la arquitectura urbana, arte, y religión influenciaron las futuras culturas mesoamericanas.
En su esplendor desde el año 375 hasta el 500 d.C., la ciudad controló una gran parte de las tierras altas de México y es probable que exigiera tributos a los territorios conquistados. Alrededor del año 600 d.C., un incendio destruyó las mayores construcciones de la ciudad, las obras de arte fueron destrozadas y la ciudad cayó en declive. En la actualidad, los restos de Teotihuacán son el yacimiento antiguo más visitado en México. Está catalogada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
En relación con otras culturas mesoamericanas, Teotihuacán era contemporánea con la edad Temprana Clásica Maya (250-900 d.C.) y más antigua que la civilización Tolteca (900-1150 d.C.). Situada en el valle del mismo nombre, la primera ciudad formada entre el año 150 a.C. y el 200 d.C. se beneficiaba de un suministro abundante de agua de manantial encauzada mediante irrigación. Las grandes estructuras del yacimiento fueron completadas antes del siglo III d.C., y la ciudad alcanzó su esplendor en el siglo IV con una población de hasta 200.000 personas. Teotihuacan es el nombre azteca que se le dio al centro urbano, y significa "Lugar de los dioses". Desafortunadamente, el nombre original aún no se ha podido descifrar a partir de los glifos de nombres que han sobrevivido en el yacimiento.
La prosperidad de la ciudad se basó en gran parte en el control de los valiosos depósitos de obsidiana cercanos a Pachuca, explotados para la manufactura de vastas cantidades de lanzas y cabezas de dardos, y que se usaban como base para el intercambio. Otros bienes que salían y entraban de la ciudad incluían el algodón, sal, cacao para hacer chocolate, plumas exóticas, y co**has. La irrigación y la naturaleza del suelo y el clima local resultaron en el cultivo de maíz, frijoles, calabazas, tomates, amaranto, ahuacate, nopal, y semillas de chile. Normalmente estos cultivos se obtenían por el sistema de elevación de chinampas, campos inundados que los aztecas utilizaron más tarde de forma tan eficaz. Criaban pavos y perros para alimentarse, además de cazar de venados, conejos y pecaríes, al tiempo que complementaban su viariada dieta con plantas silvestres, insectos, sapos, y peces. Además, la ciudad muestra su manufactura textil y producción de artesanía. Teotihuacán tenía su propio sistema de escritura, similar al maya (aunque más rudimentario) y se limitaba al uso de fechas y nombres, al menos en los ejemplos que nos han llegado.
EN SU ESPLENDOR, ENTRE EL AÑO 375 Y EL 500 D.C., LA CIUDAD CONTROLABA UNA GRAN ÁREA DE LAS TIERRAS ALTAS DE MÉXICO.
En su esplendor, entre el año 375 y el 500 d.C., la ciudad controlaba una gran área de las tierras altas de México y probablemente lograba obtener tributo de territorios conquistados mediante la amenaza de ataque militar. Los temibles guerreros de Teotihuacan, tal como se les representan en los murales, cargan el atlatl propulsor y escudos rectangulares, y visten impresionantes trajes como coronas con plumas, gafas de co**ha, y espejos a sus espaldas. Se han encontrado pruebas de contacto cultural en forma de cerámica teotihuacana y bienes de lujo en las tumbas reales a lo largo de México e incluso al sur hasta los contemporáneos centros maya de Tikal y Copán.
Hacia el año 600, un incendio provocado destruyó de forma misteriosa las contrucciones más importantes de Teotihuacán, haciendo pedazos las obras de arte y esculturas religiosas en lo que parece haber sido un cambio en la élite gobernante. Puede que los responsables fueran la emergente ciudad de Xochicalco o una rebelión interna motivada por la escacez de recursos, aumentada a su vez por la deforestación (necesitaban madera para quemar grandes cantidades de limo para uso en el yeso o el estuco), erosión del suelo, y sequía. Después de este episodio climático, la gran ciudad siguió estando poblada durante dos siglos más, aunque su época de dominio solo quedó en el recuerdo.
La religión de Teotihuacán
De forma poco habitual en mesoamérica, encontramos que la deidad más importante de Teotihuacan parece haber sido femenina. La diosa Araña era la deidad creadora, está representada en murales y esculturas y lleva una máscara con colmillos similar a la boca de una araña. Otros dioses, familiares en las civilizaciones mesoamericanas posteriores, incluyen a la diosa del agua, Chalchiuhtlicue, representada en una impresionante estatua de piedra de tres metros de alto, y el dios de la lluvia y los truenos Tlaloc. Existía una clara preocupación con el agua dadora de vida en un clima tan árido. Otras deidades que se representaban a veces en el arte y arquitectura teotihuacana son el dios serpiente emplumada conocido por los aztecas como Quetzalcoatl, Xipe Totec, que simboliza el renacimiento en la agricultura (especialmente el maíz), y el dios creador conocido como el dios viejo del Fuego. El posicionamiento de los templos y pirámides en alineación con el sol en el solsticio de junio y las Pléyades sugiere que las fechas del calendario eran importantes en rituales, y la presencia de ofrendas quemadas y víctimas de sacrificios ilustra la creencia en la necesidad apaciguar a los dioses, especialmente los asociados con el clima y la fertilidad.
La arquitectura y sus características
La ciudad, que cubre alrededor de 20 km2, tiene un diseño cuadricular preciso orientado en 15,5 grados al este del norte geográfico y está dominada por la amplia Calzada de los Mu***os (o Micaohtli, como la llamaban los aztecas) que tiene 40 m de ancho y 3.2 km de largo. La calzada comienza en campos de cultivo y pasa por el Gran Conjunto o plaza del mercado, la Ciudadela, la Pirámide del Sol, varios templos menores y recintos ceremoniales, y culmina en la Pirámide de la Luna que señala hacia la montaña sagrada de Cerro Gordo. La arqueología ha descubierto que la calzada original era mucho más larga que la que es visible hoy en día, y es intersectada por otra avenida que, de esta forma, creaba una ciudad de cuatro cuadrantes. El sitio está dominado por las dos grandes pirámides del sol y de la luna y el Templo de Quetzalcoatl, pero la mayoría de los edificios eran más modestos dispuestos en forma de pequeños grupos de construcciones (más de 2.000) organizados alrededor de un campo y rodeados por un muro. En este cojunto se cocinaba cada día con braseros de barro. La mayoría de los conjutos tienen una o dos parcelas dedicadas a la inhumación, lo que sugiere que cada uno correspondía a una familia o clan, y algunos abarcan varios miles de metros cuadrados, con lo que deberían describirse como palacios. Otros conjuntos son más modestos y usan materiales menos finos para los edificios, con lo que podría tratarse de sido talleres para artesanos. Muchos complejos también contaban con grandes cisternas que ofrecían suministro independiente de agua. La ciudad tenía zonas étnicas, como los zapotecos en el oeste y los mayas en el este. Las características típicas de la arquitectura del yacimiento incluyen estructuras de una sola planta, techos planos con porciones abiertas ocasionales, y paneles decorativos verticales y rectangulares colocados sobre una muralla inclinada (talud-tablero) que estaba inserta en las fachadas inclinadas de todos los tipos de edificios religiosos y que se copiaban en toda Mesoamérica.
Las pirámides del Sol y la Luna
La pirámide de cinco niveles del Sol se construyó sobre una cueva-tunel sagrada mucho más temprana y un manantial. La estructura, construida en el año 100 d.C., tiene seis plataformas y mide 215 m en cada lado y corona 60 m de alto, lo que la convierte en una de las más grandes jamás construida en la antigua América. El exterior, que una vez tuvo un paramento de yeso liso de cal, cubre una pirámide levemente más pequeña y temprana construida sobre un interior de escombros y ladrillos de barro. La cima tenía la estructura de un pequeño templo, alcanzada por un vuelo de de escaleras de piedra que suben por toda la pirámide y que se separa y reincorpora al final. Al interior de la pirámide hay un túnel de 100 m de largo que conduce desde abajo de la escalera exterior a la cámara de cuatro alas; desafortunadamente, saqueada en la antiguedad pero, que probablemente fue una cámara o santuario.
La Pirámide de la Luna es muy similar a su vecina la Pirámide del Sol, aunque ligeramente más pequeña. El exterior cubre progresivamente seis pirámides pequeñas. Construida en el año 150 d.C., no tiene una cámara interior como en la Pirámide del Sol, pero sus cimientos contenían ofrendas como felinos, águilas de obsidiana y piedra verde y una persona. Las ofrendas eran también se quemaban en cada estado de construcción, y se hallaron tres hombres enterrados justo debajo de la cumbre, los objetos de jade encontrados en sus tumbas sugieren que se trataba de nobles maya importantes. También había restos de animales sacrificados, como pumas, serpientes de cascabel, y aves de presa.
La Ciudadela y el Templo de Quetzalcoatl
El complejo residencial real de la Ciudadela está dominado por el Templo de Quetzalcoatl, una celebración a la guerra. Este último se construyó hacia el 200 d.C. y, cubierto parcialmente en su día, está ricamente decorado con esculturas de serpientes emplumadas y cabezas con la forma de Tlaloc. Estos elementos decorativos estuvieron pintados en colores brillantes azul, rojo, amarillo, y blanco. La pirámide tiene siete niveles, y se sacrificaron alrededor de 200 extranjeros, entre hombres y mujeres para conmemorar su conclusión. Entre estos estaban dos grupos de 18 jóvenes guerreros que, con las manos atadas atrás en sus espaldas, fueron sacrificados y quemados en dos grandes fosos en los lados norte y sur del edificio. Otras víctimas fueron incineradas en las esquinas de la pirámide, y en el centro de la estructura otras 20 fueron incineradas junto con una gran número de objetos preciosos. Los números tienen importancia, ya que cada uno de los meses del calendario tenía 20 días y había 18 meses en el año mesoamericano. Además, en el corazón del templo hay dos cámaras mortuorias que fueron vaciadas, quizás por los residentes de Teotihuacan hacia el año 400, pero un bastón de serpiente emplumada restante sugiere que los ocupantes eran gobernadores. Merecedor también de mención es el Palacio de Quetzalpapalotl. Esta estructura es una de las últimas de Teotihuacán y forma un campo de columnas cerradas. El edificio está ricamente decorado con imágenes en relieve de búhos y quetzales que representan la guerra.
Arte de Teotihuacán
El arte de Teotihuacán, tal como se representa en la escultura, cerámica y murales, es muy estilizada y minimalista. Se fabricaban máscaras de piedra usando jade, basalto, piedra verde, y andesita, a veces muy pulida y trabajando los detalles, como los ojos, con co**has u obsidianas. También se hacían máscaras en barro y en su día tanto las máscaras de piedra como las de barro adornaron estatuas y conjuntos de momias. Los murales decoraban gran cantidad de construcciones, la mayor parte con escenas religiosas, especialmente procesiones, pero también de escenas de paisajes y arquitectura y especialmente escenas de agua, como fuentes y ríos. Las representaciones incluyen glifos sugiriendo la existencia de un sistema de escritura, menos variado y sofisticado que el usado por sus contemporáneos los mayas. Pintado usando la técnica de fresco verdadero, se dejaba para terminarlo con un pulido final. Se usaban colores brillantes, y los tonos en rojo eran especialmente populares y usados para representar la mayoría de las veces dioses, sacrificios, y guerreros. En las casas modestas también se pintaban patrones de forma repetida, usando plantillas para crear un efecto muy parecido a los modernos papeles pintados que se colocan en las paredes.
Los recipientes cerámicos típicos de Teotihuacán son los platos redondos con tres pies rectangulares y una tapa, así como vasos bulbosos escasamente decorados con diseños geométricos. Otras formas incluyen intrincados quemadores de incienso y figuritas dinámicas, ambos con adiciones hechas en molde y decoraciones estampadas que sugieren cierta producción en masa. La mejor cerámica de Teotihuacan estaba hecha con cerámica naranja de finas paredes, decorada con estuco, muy demandada a lo largo de Mesoamérica.
Se hacían esculturas de todos los tamaños, sin reflejar características individuales. El enfoque se centraba sobre todo en formas genéricas y convenciones estilísticas, principalmente en la representación de dioses como la enorme estatua de la Gran diosa del Agua, de lava basáltica y en pie, de 3,2 m de altura, descubierta cerca de la Pirámide de la Luna y datada de antes del 300 d.C. En la escultura de Teotihuacán, que se realizaba sin herramientas de metal, también eran populares las imágenes relacionadas con el dios de la lluvia Tlaloc.
El legado de Teotihuacán
Aspectos de la religión de Teotihuacán, arquitectura monumental, y varios rasgos del arte de la ciudad influenciaron tanto a las civilizaciones contemporáneas como posteriores en toda Mesoamérica, incluyendo a la zapoteca, maya, tolteca, y azteca. Imágenes como la del dios de la serpiente emplumada y el búho como representante de la guerra son solo dos ejemplos de la iconografía teotihuacana que llegaría a ser ubicua a lo largo de Mesoamérica. Teotihuacán proyecta una alargada sombra cultural a través de la historia, y, mil años después de su esplendor, la última gran civilización precolombina, la azteca, veneró esta ciudad como el origen de la civilización. Los aztecas creían que Teotihuacán era donde los dioses habían creado la era presente, incluyendo el quinto y presente sol. El rey azteca Moctezuma hizo muchos peregrinajes al yacimiento durante su reinado al hogar de los dioses y los primeros gobernadores de Teotihuacan, "hombres sabios, conocedores de cosas ocultas, poseedores de las tradiciones" y cuyas tumbas estaban en las grandes pirámides, construidas, según la leyenda, por gigantes en un lejano pero no olvidado pasado.