02/07/2022
🇳🇮
OLIVERIO CASTAÑEDA EL PRIMER ASESINO EN SERIE DE NICARAGUA. 😱😱
EL CASO DE OLIVERIO CASTAÑEDA PALACIOS
LEON, NICARGUA DE LOS AÑOS 30s.
Hijo de José Ricardo Castañeda Paz y Lucila Albertina Palacios
Hermano de Gustavo Castañeda Palacios y Ricardo Castañeda Palacios
Oliverio Castañeda Palacios, nació en Zacapa republica de Guatemala, el 18 de febrero de 1908, y murió en León, Nicaragua el 7 de julio de 1936 a la edad de 28 años.
De su niñez y pubertad no se tienen muchos datos, solamente que estudio el bachillerato en el Instituto de Occidente en Chiquimula, y que en una ocasión lo expulsaron por encabezar unos desordenes que culminaron en huelga. Su destino fue tan cruel que el día que obtuvo su titulo de bachiller, falleció su madre doña Luz Palacios de Castañeda, de quien se dice sin confirmación que por sufrir de dolores agudos producto de un cáncer incurable, su hijo (Oliverio) con el fin liberarla del cruel sufrimiento y mal entendiendo su decisión como “amor”, le dio a tomar capsulas de estricnina que le ocasionaron con mayor prontitud lamuerte.
Posteriormente siguió la carrera de Magisterio la que termino a corta edad. Fue llamado a trabajar como asistente del Secretario de Instrucción Pública, quien al morir inesperada y súbitamente, fue sustituido en el cargo por Castañeda.
Oliverio Castañeda es el único asesino en serie que se ha registrado en la historia de Nicaragua. El joven Castañeda de origen guatemalteco incursiona en el país por razones de estudio e inicia su estadía en León Nicaragua con su esposa Martha en 1931 ya que dos años antes (en 1929) residió un tiempo en Managua por asuntos diplomáticos, porque pertenecía a la Legación de Guatemala.
En 1930 se casó en Guatemala con Martha Jerez. Instalado el matrimonio, Oliverio comienza a hacer vida social y conoce a la familia de don Enrique Gurdián Herdocia y son invitados a alojarse en su residencia.
Don Enrique Gurdián Herdocia fue un ciudadano ejemplar y notable hombre de empresa. El abogado Ernesto Castellón Barreto en su obra "El Proceso Castañeda" comenta la historia de la imprenta de la familia de la que don Enrique fue gerente desde 1908 hasta su muerte y recoge los testimonios de su honradez, honorabilidad y competencia que se publicaron con ocasión de su muerte.
Oliverio era un hombre ostentoso, así que buscaba tener buena vida como fuera y se dice que por esa razón se casó con Martha, ya que ella venia de una familia muy adinerada, pero al llegar a Nicaragua conoció a la familia Gurdian, que tenían aún más dinero.
Oliverio era un joven apuesto, elegante, atractivo inteligente, educado, refinado y el sueño de toda mujer de la época, así que enamoradas no le hacían falta y entre ella estaban las mujeres de la familia Guardian.
El joven Castañeda enamoró a las dos hijas mujeres de la familia Gurdian y para cumplir su objetivo de quedarse con la fortuna Gurdian tuvo que envenenar a Martha su esposa con estricnina y la fecha exacta fue el 13 de febrero de 1933.
En febrero de 1933 fallece doña Martha, quejándose de fuertes dolores en el estómago. Después de estar Oliverio en Guatemala, regresa a Nicaragua y de nuevo habita con la familia Gurdián.
Don Enrique y su hija Marina Alicia (conocida como Enna) Gurdián Castro murieron envenenados con estricnina por el abogado Oliverio Castañeda Palacios, guatemalteco, que unos meses antes había dado muerte en iguales circunstancias a su esposa Marta Jerez de León, también guatemalteca. Por considerarlo de interés histórico y porque fueron víctimas dos descendientes de don José Cástulo Gurdián Sevilla, nos detendremos para hacer una breve reseña del caso.
La cadena de los crímenes de Oliverio se inició con el as*****to de Marta Jerez de León, su esposa guatemalteca, envenenada el 13 de febrero de 1933, continuó con el as*****to de Marina Alicia (conocida como Enna) Gurdián Castro envenenada el 3 de octubre de 1933 y concluyó con el as*****to de don Enrique Gurdián Herdocia envenenado el 9 de octubre de 1933. La cadena hubiera continuado de no haberla detenido las autoridades de León.
Es el caso más notable de la historia penal de Nicaragua y ha dado origen a numerosas narraciones tanto históricas como literarias. Para exculparse el asesino inventó una versión calumniosa y procaz con la que quiso empañar el honor de la familia Gurdián Castro y el de otros miembros de la sociedad leonesa, misma que lo había acogido de forma tan hospitalaria.
El Juez Mariano Fiallos Gil, ordena realizar la autopsia de los cadáveres de Enrique y Enna. Los médicos encuentran restos de estricninas.
El juicio de Oliverio Castañeda apasionó a la ciudadanía leonesa, fue presidido por el doctor Iván Argüello Gil. Entre los testigos que rindieron declaración estuvieron:
Julio Argüello Barreto, Filiberto Herdocia Adams, Alí Vanegas, Alejandro Sequeira Rivas, Esteban Duquestrada, Ulises Terán, doña Lidia Gurdián de Balladares y Evenor Gurdián Herdocia. Varios de ellos están sepultados en el Cementerio de Guadalupe.
Ernesto Castellón Barreto en su libro "El Proceso Castañeda" copia el fallo de la Corte de Apelaciones de León que dice:
1. Se confirma la sentencia (de muerte) contra Oliverio Castañeda Palacios, de veinte y seis años de edad, viudo, abogado, natural de la República de Guatemala y domiciliado en esta ciudad, por el delito de parricidio cometido en la que fue su esposa Martha Jerez de León.
2. Se condena a Oliverio Castañeda Palacios a la pena de muerte por el as*****to atroz cometido en la señorita Marina Alicia (conocida como Enna) Gurdián Castro.
3. Se condena a Oliverio Castañeda Palacios a la misma pena de muerte por el as*****to atroz cometido en don Enrique Gurdián Herdocia.
Oliverio Castaneda Palacios se defendió solo, agregando mayor espectacularidad al juicio. Después de oír los últimos alegatos la Corte Suprema de Justicia condenó a Castañeda a cadena perpetua (posiblemente como en agosto de 1935).
Un años más tarde escapó de la cárcel “La Veintiuno” pero fue apresado en el barrio de Subtiaba. La patrulla de la Guardia Nacional que lo capturó lo trasladó a las inmediaciones del Cementerio de San Felipe. Un militar de la Guardia Nacional, vinculado a la familia Gurdián, (se menciona al capitán Anastasio J. Ortiz Ramírez) al mando de una patrulla le aplicó la llamada “Ley fuga” , es mu**to a balazos cerca del Cementerio de San Felipe
Con el tiempo surgió una leyenda negra, atribuyéndose a Castañeda varias muertes por envenenamiento, incluyendo su madre Lucila y su esposa Martha.
Dice Ernesto Castellón Barreto que Sebastián (conocido como Pichel) Salinas Salazar, joven militar en aquellos días y miembro de la patrulla, le contó que Oliverio ya herido de muerte, le confió estas últimas palabras: -yo no tengo la culpa- con lo que, según Salinas, atribuía haber cometido los crímenes a no haber podido sustraerse a sus impulsos. Oliverio murió el 7 de julio de 1936 a la edad de 28 años. Fue sepultado, al igual que sus víctimas, en el Cementerio de Guadalupe de León.
Al lado sur-este del Cementerio de Guadalupe, casi oculta está una pequeña tumba, en la que se lee el nombre de Oliverio Castañeda, una fecha del mes de Junio de 1936 y y un versículo: “Mía es la venganza”. Hebreos 10:30.
Este año (2016) Oliverio Castañeda cumplió 80 años de haber mu**to, luego que le practicaron la denominada ley fuga. El caso continúa generando controversia y tratándose desde diferentes perspectivas según la clase social.
Hay quienes aseguran que los restos de Castañeda ya no descansan en la tumba que yo visité (Matilde Córdoba), la misma que visitó Sergio Ramírez en 2010 junto con el escritor puertorriqueño Edgardo Rodríguez Juliá y muchos tantos más que se acercan embobados con la historia de una mujer que la visita y enflora. Dicen que unos familiares se los llevaron a Guatemala.
Su recuerdo está tan presente que sirvió de tema al escritor Sergio Ramírez Mercado para su novella de nombre Castigo Divino.
“Abundan en el expediente las declaraciones fabricadas con pobre imaginación para tratar de pintarme con los aterradores colores de un psicópata, de un enfermo sexual, de un vil calumniador, de un mentiroso profesional; se me pone como dueño de un cerebro desquiciado, y todo lo bueno que se dice de mí, cuando se dice, mi don de gente, mis finas maneras, mis gracias y cortesías sociales, mi simpatía y talento, sirven a mis detractores solo para afirmar que tras esas cualidades se esconde la ponzoña del más vituperable de los asesinos…”.