17/08/2013
DE YACARE A CABRA
Yo nací en la llanura, a la vera del Paraná, soy más correntina que el yacaré. El cerro mas alto que subí de chiquita era la lomita del parque Camba Cua desde donde nos tirábamos rodando hasta llegar abajo llenas de pasto y con un hueco en el estómago por la “caída en picada”.
Entonces me podés decir que carajo hago yo aca? A casi 2000mts de altura, subiendo un cerro de la precordillera mendocina? Porque en el minuto que llegué a la ansiada parte de la carrera donde empezaba el descenso fue cuando me di cuenta que todo lo difícil pero seguro que fue subir, lo iba a tener que bajar sola, esta vez sin la seguridad de saber donde pongo los pies que me da la subida. Y la imposibilidad de desviar la mirada del frente ni de admirar la inmensidad que me rodea.
Y yo que pensaba hacer 2hs, que bajón, para esto me entrené? Un papelón, última voy a llegar, que horror! Por Dios que no haya nadie, menos mal que no levanté a los chicos para que me acompañaran. Por que no pregunté bien? Si el “descenso técnico” que leí en el reglamento me hizo ruido, por que no pregunté? Si yo hubiera sabido que esto era asi, NO ME ANOTO. La próxima vez averiguo bien.
Un paso a la vez, primero un pie, después el otro. Ese era el mantra de Nando Parrado cuando inició su cruce de la cordillera y salvó las vidas de los sobrevivientes del accidente de los uruguayos. Obvio que no es comparable, no soy tan trágica! pero así me siento, como si el camino que tengo que bajar fuera mi propia cordillera. Y no queda otra que bajar, no existe la máquina tele-transportadora, no me van a venir a buscar en un helicóptero (ni que me lo permitiera el orgullo que tengo) así que vieja, respirá, presta atención así no perdés el camino, y tené paciencia. Deja de mirar el reloj, ya te estan pasando los de 25k, el tiempo que hagas no importa, lo importante es que llegues…enterita.
Y así fue, un ratito más tarde estaba tomando el final de la carrera y se veía el arco de la llegada. Yo seguía rezando para que no hubiera nadie, ja! Pero en este mundo del running que estoy empezando a conocer, siempre hay alguien que te está esperando. Porque el esfuerzo del que llega primero es el mismo del que llega último, o última, como yo.
3hs 45 min marcaba el relojito, ahí estaba Juan para alentarme, crucé la línea, me dieron mi medalla y una botella de Gatorade. Me temblaban las piernas, pero no del esfuerzo, sino del miedo que tuve que vencer para bajar sola todo lo que había subido, fue tan difícil! Pero lo hice, lo logré, tardé casi el doble de lo que tenía pensado, pero llegúe a la meta, enterita, sin haberme roto un diente o quebrado un tobillo y muy orgullosa de mi.
Dos días me tomó hacer el “click” para disfrutar mi hazaña. Dos días en los que de a poquito la enana maldita que tengo en la cabeza y que me taladra con la perfección se pudo callar para dar lugar al angelito que me quiere y valora tanto cada desafío nuevo que logro superar. Y cuando hice el click, me estalló el corazón, la cabeza, el alma. Y me olvidé lo difícil que fue y disfruté cada metro que corrí y que trepé.
Ya estoy pensando en la próxima, porque, queridos, este yacaré, parece que se convirtió en cabra.