19/03/2024
LA SOCIEDAD EXHIBICIONISTA
Hacía tiempo que no visitaba la gran ciudad de Madrid, hay que reconocer que es preciosa.
Verla desde uno de los ventanales de Casa América, con la Cibeles, el Banco de España y el Palacio de Correos, a la luz dorada del atardecer fue algo mágico. Me impresionó tanto que ni siquiera se me ocurrió sacar una fotografía que captara el momento.
Después decidí disfrutar de un tranquilo paseo por la calle Alcalá y la Gran Vía hasta coger el metro en Callao.
Había llovido y las calles y los edificios emanaban un brillo especial. Mientras paseaba, los edificios comenzaron a iluminarse mostrando una gran belleza, diferente a la que había a plena luz del día.
De repente, fui plenamente consciente de algo que venía barruntando durante todo el día, y es que, en la gran ciudad, la gente cuida mucho más su apariencia que en el pueblo donde yo vivo.
Comencé a fijarme en que, prácticamente todo el mundo, exhibía un "look" muy bien cuidado, con ropa elegante y bien combinada, perillas perfiladas y barbas y cabellos bien cortados.
Los ciudadanos y los turistas pasaban de largo, ignorando a las dos mujeres que estaban pidiendo dinero sentadas sobre sus colchones en plena calle y que con su ropa descuidada y su ausencia de prisa, rompían la estética del lugar.
Reparé en que la gran mayoría de tiendas y restaurantes -engalanados con una exquisita decoración interior-, poseían grandes ventanales transparentes, a través de los cuales, podía verse a la gente que se encontraba en su interior.
Incluso un restaurante de una conocida cadena de comida rápida, exhibía una tabla alargada que rodeaba toda la fachada acristalada, para que sus clientes pudieran seguir observando a los transeúntes, a la vez que podrían ser observados por ellos mientras comían.
Mientras escribo este artículo, me viene a la mente cómo nos sorprendió que París, la ciudad escaparate por excelencia, tuviera las sillas de sus terrazas orientadas hacia el exterior, hace ya más de quince años.
Lo importante no es ya la persona que tienes en frente o las que tienes alrededor, sino que te vean mientras tú mismo te conviertes en espectador de los demás. Importa más estar subiendo fotos a redes y observando las reacciones entre tus conocidos que dónde o con quien estés en ese momento.
Cerca ya de llegar a mi objetivo, me ocurrió un hecho curioso: Un joven de unos treinta años, fue a entrar a otro conocido restaurante de comida rápida, pero el suelo de mármol se encontraba mojado, así que se resbaló y se propinó un tremendo golpe contra el suelo, que sin duda le proporcionó un intenso dolor.
Me acerqué a preguntarle si se encontraba bien, pero no me dio tiempo, pues se levantó lo más rápido que pudo, miró rápidamente a su alrededor a ver si alguien le había visto y, maldiciendo, entró rápidamente en el restaurante, como si no hubiera pasado nada.