04/06/2019
Este "Post" lo dedicamos a Carmen Basaran Conde al ser su padre, el mítico montero recientemente fallecido, protagonista de la historia que cuenta Lolo de Juan. Doña Carmen Basaran es la presidente del Real Club de Monteros.
Foto: Monteando a caballo con veinte sabuesos, sin armas de fuego, como era el caso durante siglos en toda Europa.
Texto de introducción. Junta directiva del CLE
Narración de una historia real. Manuel de Juan.
Durante siglos, el caballo fue el protagonista de la Montería. Era el arma necesaria para alcanzar la caza.
Desde el siglo XV la llegada de la pólvora y las armas de fuego lo fueron relegando, al reemplazar la persecución y aproximación a la caza desde el caballo con armas blancas por el acecho con armas de fuego.
Así se explica en el articulo de ABC de ayer, cuyo enlace adjuntamos.
El caballo fue languideciendo poco a poco hasta el siglo XX.
El “Progreso” a veces discutible trae modernos medios de transporte, la proliferación de carriles y la sofisticación de las armas de fuego, que evolucionan en cincuenta años desde el modesto alcance de las escopetas al a veces excesivo de los rifles con visor.
Estas son la causas por las que el caballo tristemente sea prescindible técnicamente (que no estéticamente) como el cuero de botas y cinturones que se sustituye por otras fibras... tal vez eficaces pero menos estéticas.
No obstante hasta mediados del siglo XX, las caballerías eran todavía románticos protagonistas en la colocación de las “escopetas” en las armadas, en la conducción de las rehalas hasta las Monterías, andando de una finca a otra acollerados, cazando La Mancha siguiendo a su perrero a caballo, o acarreando las reses cobradas desde El Monte a la Junta.
Jamás se hubiera soñado que unos perros de rehala atacaran incluso hasta agarrar y matar a un caballo o una mula. Eran perros domados, que desde cachorros crecían viendo caballerías en los cortijos, aprendían desde cachorros a distinguir el ganado y las caballerías de la caza salvaje.
En este siglo XXI estamos viviendo con frecuencia situaciones en las que rehalas de perros malcriados en zonas urbanas o polígonos atacan a los monteros que todavía usan el caballo para cualquiera de las actividades en las ha contribuido a que la Montería Española tenga una personalidad propia, singular, imperecedera y natural.
Los avances de la tecnología han conseguido que llegar a las fincas remotas sea rápido y cómodo. Igual que a casi todos los puestos, en vehículos todo terrenos climatizados. Ya ha habido casos de monteros llegando en helicópteros a los cortijos. ¿Llegaremos a ver el caso de monteros llegando al puesto en helicóptero?
Pero volviendo al tema de los perros mal domados. Vamos a dejar a LOLO DE JUAN “POLVORILLA” , uno de los lanceros mas reconocidos de España, y gran organizador de monterías, nos describa su experiencia en dos ocasiones con rehalas que han intentado agarrar a su caballo como si de una cierva se tratara.
Como defensores a ultranza del campo y de la caza, Desde el CLE queremos alertar que si desgraciadamente alguna vez se llega a producir un agarre a un caballo y se graba como una rehala mata un caballo, el efecto para la rep**ación de la Montería y de la Rehala será mucho mas devastador que tras el vídeo del venado despeñándose que tanto perjuicio causó.
Ya ha habido un caso de tres mulos agarrados, Matados y semidevorados en un corral de la sierra
Lo mas inexplicable de todo esto es que existen perreros que consideran que es el comportamiento normal de una rehala, el atacar al ganado y a las caballerías.
Por propia defensa de nuestros intereses en estos tiempos de tribulaciones y querellas, Debería ser obligatorio acostumbrar a los cachorros a ver caballerías y ganado..
Pero claro, para eso, tienen que estar en el campo, y eso es cada vez mas inusual.
UN PERCANCE CASI MORTAL
A Don Paco Basarán.
El Fulle que entre por la mano bajera que tiene perros con vientos, con nervio, avispados y espabilados. El Fulle tiene pies, mala leche y una pizca de ignorancia. El Fulle casi me mata… y casi le mato yo.
Esta mañana en el sorteo - qué grata imagen- ver gente de bien, monteros de casta, raza y conocimiento. Y entre todos ellos vinieron a bien dar un sentido aplauso al más importante de los presentes, Don Paco Basarán, montero toledano, ágil, fuerte como un roble y listo como un zorro albino. Don Paco es el montero más viejo y con más experiencia de los que campean por las sierras españolas. Ha cazada en todos lados, conoce todas las sierras y le adoran todas las gentes que habitan en ellas.
Vamos partiendo lentiscos en un día entre frío y seco. Hay una pizca de aire, lo suficiente para no poder parar quieto en una postura. Asesino anda nervioso, y su amo también, pero eso no es nuevo. La mancha parece que pinta en balas y poco a poco los perros van dando con los encames… Alguna carrera, algún agarre. Parece que el día avanza con éxito. Asesino menea el mosquero de oreja a oreja. Qué bonito es montear a caballo…
Vamos llegando al remate, al final, donde veo a Don Paco que ocupa un barranquete en un sopié. Efusión y cariño es poco la que tiene este hombre con cada uno que le aborda. Recuerdos, historias, qué pena que el mundo no se detenga y nos permita agotar una botella de vino con esa conversación. Le quiero, le admiro y siento orgullo de que sepa mi nombre y acaricie a mi jaco. Don Paco, Dios le guarde, sigo con el remate del día. Nos vemos luego en la Junta y me acaba usted de contar lo que es imposible de terminar por la cantidad y calidad de las historias…
Llego a los rasos, estamos ya de recogida. Mando tocar caracolas, cada mochuelo a su olivo. Un montero me comenta que un gran cochino se ha metido en unos zarzalones pequeños junto a su puesto y que no le ha visto salir. Estamos en un sopié medio sucio, cortado por alambradas ganaderas, y en medio el matojo de espinos. De ahí no ha salido. Lo juro. Está ahí. Pues lo veremos. Llamo al guía por la emisora, manda al Fulle, al de la mano bajera que ha chocado con la nuestra pero que no he visto, ese que dices que tiene canes con vientos. Mándalo echando mixtos. Aquí, al sopié, donde está el caballo alazano. Vente ligero para acá que pongamos la guinda al pastel….
Lo veo en la distancia, saliendo del montarral con su recova pegada a los delantales… Lo vi venir a lo lejos… Bufó Asesino, centré mis instintos en la que se me venía encima… Su p**a madre… Las dos recovas del Fulle -de ese mamón- venían como flechas directas a mi caballo, venían a más de cuatrocientos metros soldadas al suelo latiendo y con toda la mala leche del mundo. No puede ser. Tanta fama para esto, no me lo creo. Perros ma***tos. Giro a mi caballo, me pongo a correr raso abajo, les gano distancia… alambrada… Me vuelvo por otro lado, los perros se arremolinan, echo el látigo a estallar. Me están acorralando. Vamos amigo, salgamos de aquí… galope tendido, galope de tumba abierta con cuarenta perros detrás. Asesino está cansado de toda la mañana. Los perros no lo parecen. A galope pego tres latigazos que ponen a dos perros con las costillas a la vista. No es suficiente. El montero con el que estaba un segundo antes, aterrado por la escena, dispara tres veces al suelo para espantar perros. Me van a agarrar, tengo otra alambrada delante… Paré en seco, parada a raya. Di vuelta sobre los posteriores.. Venían a pocos metros… Se terminó. Todo el mundo contempla un espectáculo tan desagradable y dantesco que si tengo que matarme será encima de mi caballo por defenderle… Espolazos, solté rienda y le animé a hacer daño, a pisar cráneos y pegar coces, a no dejar un ma***to can vivo. Y mi látigo de piel de hipopótamo no paraba rajar hocicos y acompañar estallidos con blasfemias… Asesino está bufando, repartiendo estopa a galope tendido, el Fulle a lo lejos me grita, me insulta… Me voy directo a él, a llevármelo puesto como a sus perros, a sacarle los hígados y hacérselos comer por no educar a su s**o de huesos en lo humano… y en lo divino…
Asesino quebró por un hueco de la alambrada, corrió campo a través en dirección al puesto del montero viejo, de ese que lleva los delantales gastados y que le brindó dos palmadas un rato antes. Don Paco contemplaba en la distancia el disparate, me vio llegar agotado, soltó el rifle, partió una retama con sus ochenta años y al pasar a galope junto a él se plantó en mitad del camino a pegar voces, a menear la retama y a parar los canes que a punto estuvieron de acabar conmigo…
Mientras corría, huyendo enajenado, oí sus voces de ánimo:
-¡Corre sobrino! Que ya estás seguro…
Gracias Don Paco, en nombre de mi caballo que piensa más que su amo y siente esa sierra con la escuela que tú representas.
M.J. “Polvorilla”