Y no seremos quienes aboguemos por la gratuidad en todos los servicios hoteleros, que siempre es un ejercicio libre a cargo de los responsables de cada hotel. Pero no aceptamos la comparación con la estrategia actual de las aerolíneas low cost que utilizan el reclamo de unas tarifas bajas para endosar en el momento de la reserva una panoplia de productos y servicios de supuesto valor añadido, como
el uso del WC en el vuelo, tasa de equipaje o, como prevé una compañía norteamericana, cobrar un fee por la adjudicación de los asientos delanteros con acceso y salida inmediatos del avión. Es una comparación huera porque el valor prioritario de un pasaje aéreo no reside en el servicio abordo, sino en el propio acto del transporte, y lo demás es puro valor añadido. Sin embargo, el valor principal de un hotel ya no es un techo y una cama. Ni siquiera en la hotelería seriada o en la modular de polígono industrial el argumento vehicular es la cama, eje del precio, y el uso del resto de instalaciones o la opción de recibir más o menos servicios puede determinar un menú tarifario como el que hoy exhiben las líneas aéreas. En un hotel, sea del pelaje que sea, la arquitectura, el servicio, el nivel de instalaciones, las liturgias oficiadas, los mimos a la clientela o la sensorialidad de los espacios o la percepción ambiental de la hospitalidad son condiciones competitivas del propio establecimiento, la razón de ser del negocio turístico. Este enunciado lo comparten actualmente casi 1.100 hoteles en España y Portugal que, según nuestros registros, ofrecen como valor añadido un acceso a Internet sin cable en todas sus habitaciones. Y no lo cobran aparte, como tampoco suelen hacerlo con las pastillas de jabón, la televisión, las sábanas, las toallas o el uso del sofá en el salón de estar. Son servicios cuyos costes son residuales, y por ello los ofrecen dentro de ese paquete básico que consiste en emocionar a sus huéspedes o hacerles sentir el cariño de todo el personal durante toda su estancia. Internet en la hotelería no es una exigencia, pero sí un rasgo cualitativo que define cada casa y un factor diferencial para aquellos que si no lo están ofreciendo ya es porque alguna otra emoción o experiencia regalarán…