28/09/2024
Hace poco fue el día del turismo, recordé tantas cosas, sobre todo promesas incumplidas. Y También me acordé de soñar con turismo, un artículo redactado en el 2011 que no pierde ni un ápice de realidad hoy, 13 años después. Te lo recuerdo:
Soñar con Turismo. Pensar en Turismo. Trabajar en Turismo.
Cuando estudiaba mi licenciatura en Turismo, en la Escuela de Hotelería y Turismo, de la Universidad de Oriente, allá en Guatamare, Isla de Margarita; solía transportarme, junto con otros compañeros, en “carrito” por puesto. Es decir, un vehículo que brindaba servicio público con capacidad para hasta 5 usuarios.
Esta modalidad de transporte con espacio tan reducido facilitaba intercambio social entre quienes viajábamos desde Porlamar, Guatamare, La Asunción y viceversa. Obviamente, gran parte de estas “tertulias viajeras” se iniciaban cuando al subir al carrito un estudiante solicitaba: -“Hasta la UDO, por favor”, a lo cual el chofer retrucaba: -“estudiante?”; este sencillo dialogo llegó a convertirse en un estigma para muchos de los que estudiábamos Turismo, y me animo a generalizar, porque lo comentamos y seguimos sufriendo aún, luego de 20 años de graduados. Al decir, esto siempre había un usuario que repreguntaba: “y que carrera estudias?”, -“LICENCIATURA EN TURISMO” respondíamos con voz altisonante, orgullosos de ser la vanguardia de la Casa más Alta en este tipo de estudios. Sin poder luego justificar nuestra elección de carrera, ante la avalancha de orientaciones, “nociones”, opiniones, críticas de los “especialistas” de turno que nos encontrábamos en cada carrito. Choferes, secretarias, enfermeras, maestros, jubilados, mecánicos, biólogos, informáticos, publicistas, TODOS “sabían” de turismo; giraban instrucciones, generaban políticas regionales e internacionales, segmentaban mercados, demandaban leyes y asesoraban inversores, disparaban cual mono con rifle, cualquier cosa.
Particularmente, dichas intervenciones lograban saturarme en mi viaje de ida o regreso a la Universidad. Hasta que un día, se me ocurrió responder que estudiaba medicina y nadie aportó; luego mencioné ingeniería, menos opinaron. Quizás, dicha participación se debía al interés del lugareño en el desarrollo de la actividad, dado que siempre de algún modo le afectaba, bien o mal.
Hoy, luego de tantos años de graduada, de experiencia y pensando en turismo (cuando digo pensar, me refiero a que cada profesional lo es en su especialidad, porque de alguna manera asume un “modo”; por ejemplo: modo médico, modo ingeniero, modo biólogo, modo turistólogo), luego de tanto estar en la actividad misma: preparando programas, vendiéndolos, ofreciendo, adaptando a las necesidades del viajero, estudiando mercados, destinos, descubriendo atractivos, intercambiando cultura, realizando muestreos estadísticos, y hasta como voluntaria en estudios de relevamiento de atractivos turísticos para pueblos en vías de extinción; luego de tantos kilómetros, tanta lectura, tantas horas conociendo al detalle la actividad turística y al turista, me encuentro que, en mi especialidad, pareciera que prevalece el criterio de aquellos usuarios del carrito por puesto que con tanto entusiasmo opinaban.
Profesionales de cualquier otra especialidad y no profesionales, pueden dirigir el turismo a cualquier nivel, tan solo por haber opinado, o por haber tomado una linda foto, o suministrar información sobre un destino, escribir una nota poética sobre un destino, o ser agente de viajes. Sin mencionar, los niveles jerárquicos que pueden alcanzar si simpatiza políticamente con el sector público.
¿Cómo explicar el estado de desatención que tiene el turismo en algunas regiones de Venezuela? Creo que de la misma manera que se explica cómo no se curó un enfermo que llevaron al brujo, en vez de llevarlo al médico.
Sucre con más de 700 kilómetros de costas, con tal variedad de atractivos naturales y biodiversidad en su espacio, con su gente anfitriona, creativa y feliz, se ha quedado en la “potencialidad” del turismo, sin poder dar el paso hacia el fortalecimiento, a la concreción, a la eficacia, a la efectividad. La inexistencia de políticas y planes fundamentados, en el principio ineludible de lo “bien hecho”: la INVESTIGACION, ha dejado nuestro Estado fuera de competencia. No se puede planificar, ni promocionar, ni capacitar, ni captar inversiones si no se investiga, si no se estudia: Qué, ¿cómo, dónde y para qué se planificará, se promocionará? ¿A qué mercado está dirigido? ¿Quiénes se capacitarán? ¿Qué se necesita crear?
El hecho de que se haya hecho poco o nada, ¡no quiere decir que no importe lo que se haga! Si importa, porque estamos escasos de recursos, pues estamos hablando de un capital patrimonial irremplazable que es NUESTRO, de TODOS: nuestros atractivos. La dispersión de esfuerzos, ideas, de recursos humanos, económicos, han logrado el divorcio de los diferentes actores de la actividad. El sector público y el privado ven con mirada estrábica la realidad turística, por no generalizar otros rubros de la región.
Hay que investigar, determinar, decidir, planificar con base en hechos, con base en datos reales, obtenidos en buena lid, no para satisfacer egos políticos, ni con fines propagandísticos.
¿Cómo explicar el estado de desatención que tiene el turismo? Creo que de la misma manera como yo puedo explicar por qué NO puedo trabajar en otra cosa que no sea mi carrera.
Post DAta al 2024: Y bueno, al final y gracias a Dios si pude desarrollar mis habilidades yd estrezas en otro rubro.
Aquí estoy, distante, pero no ausente.
Como muchos colegas, sigo pensando en turismo, aunque ya no esté en la trinchera diaria. Porque, al final, aunque me haya alejado un poco, siempre hay algo que me hace volver.
No es fácil dejar atrás todo lo que aprendí y experimenté. Así que, mientras los demás siguen adivinando, yo sigo soñando con que algún día el turismo será visto como algo más que una linda foto en Instagram o un destino de moda en las redes. No me fui del todo... solo me distancié un poco. Pero ¿quién sabe? Tal vez este esperando que el carrito por puesto me lleve de vuelta a casa.