11/06/2017
ISLAS FLOTANTES DE LOS UROS. Lago Titicaca, Puno (PERÚ)
Las huellas del gato, nos llevan a un lugar tan increíble, que parece irreal.
Los Uros son una etnia ancestral, de origen preincaico, que habitan un grupo de islas artificiales, ubicadas en el lado peruano del lago más alto del mundo, el Titicaca.
Concretamente en la bahía de Puno, siendo ésta ciudad el mejor punto de partida para conocerlas.
"Uros" proviene de las palabras aimaras "qhana uru", que significan "día claro".
A día de hoy, siguen conservando el aimara como su lengua, junto al español.
Este pueblo vivía en origen sobre tierra firme, pero decidieron construir islotes en el interior del lago Titicaca para protegerse de los ataques de los Tiahuanacos, Collas e Incas.
Además de estar más protegidos, descubrieron que contaban con mejores medios de supervivencia gracias a la pesca y la caza.
Las islas son unas plataformas flotantes artificiales, realizadas con totora, una planta acuática en forma de junco, que crece en el lago.
Tras recolectarla, se teje y entrelaza, formando bloques que se atan entre sí.
Esa base es anclada en el lago, y se le van añadiendo sucesivas capas de totora.
Sobre esa superficie, se construyen,con el mismo material, las viviendas. Pequeñas cabañas de una sola habitación, donde duerme toda la familia.
El tamaño de la isla, dependerá del número de familias que la habiten, generalmente entre 3 y 7.
Para desplazarse entre los islotes, confeccionan con la misma totora, unas enormes y bellas embarcaciones, adornadas con cabezas similares a dragones.
Actualmente hay aproximadamente 20 islas artificiales, de tamaño variable, todas en el lado peruano del Titicaca, a unos 6 Km. de Puno.
Su modo de vida es extremadamente sencillo, siendo su fuente de subsistencia la pesca (que venden en el mercado de Puno), la artesanía, bordados y en los últimos años, el turismo, sin que ello haya modificado su tradicional modo de vida.
El día a día de los uros es duro, sin agua corriente ni electricidad.
Nos contaban que el mayor peligro al que estaban expuestos era el fuego. No era raro que se produjeran incendios al cocinar o iluminar sus cabañas, una auténtica tragedia, ya que no solo se incendiaba la vivienda, también la totalidad del poblado, incluyendo la isla, el propio suelo sobre el que habitan.
Para tratar de evitarlo, cocinan en el exterior, sobre unas superficies de totora húmeda.
Como curiosidad, durante la presidencia de Fujimori en los 90, se les proporcionaron algunos paneles solares para evitar el peligro de incendios, razón por lo que los uros sienten un enorme cariño y agradecimiento al ex-presidente, siendo quizás, los únicos peruanos que guardan buen recuerdo de él.
Otro problema habitual con el que se enfrentan, y así nos lo relataban con una media sonrisa, es que los fuertes vientos nocturnos sobre el lago, rompan los anclajes y arrastren las islas hacia la frontera.
Son muchas las ocasiones, en que se han despertado en Bolivia, teniendo que contratar remolcadores, para llevar la isla de nuevo hasta aguas peruanas.
La visita a las islas flotantes de los Uros, es toda una experiencia. Navegando desde Puno, se llega rápidamente a ellas, donde nos reciben con cánticos.
El jefe de la isla, nos relatará el sistema de construcción, el modo de vida,... y podremos comer totora, ya que este junco, no solo sirve para realizar los islotes, casas y barcos, también forma parte de su dieta y sirve como medicina.
Caminar, es en algunos momentos dificultoso, por el movimiento de la isla, y por la irregularidad de la superficie, donde los pies se hunden.
Quien lo desee, puede alojarse en alguna de las cabañas levantadas como albergue, sin agua ni luz, y con las limitaciones gastronómicas y de ocio que supone. A cambio, obtendrás una experiencia inolvidable, difícil de repetir.
La visita continúa a bordo de las llamativas embarcaciones, pasando de una isla a otra, todas de muy reducidas dimensiones.
Es increíble la hospitalidad y amabilidad de sus habitantes, muy reservados, casi temerosos en un principio, pero que se abren al poco tiempo, permitiéndote entrar en sus cabañas.
Durante el paseo por los islotes, te mostrarán las artesanías y bordados que venden, pero jamás te sentirás presionado para comprar.
Merece la pena adquirir algún producto, como las pequeñas reproducciones de embarcaciones tradicionales en totora, u otros juguetes, dada la calidad del producto.
El trasiego de barcos por el lago es incesante: pescadores, familias desplazándose a otra isla...
A un lado se divisa la bahía de Puno, al otro, pequeñas islas de totora con sus sencillas cabañas, y alrededor, la inmensidad del Titicaca, con una superficie algo menor que Navarra.
Un lugar sorprendente, único, casi irreal. Lleno de sencillez y belleza, donde el estrecho vínculo con la naturaleza de los uros, se palpa a cada instante.
Una oportunidad par conocer de cerca la cultura de los pueblos indígenas de Perú.
Recomendado. Palabra de gato.