24/03/2020
Juan y Carmen pasean despacito por una calle de la ciudad, bien agarrados de la mano. Juan mide 1,90 y es todo un "tiparraco". Carmen es más "menudita". Ambos forman un pareja de lo más normal. No llueve, pero en algunos puntos de su paseo cae agua del cielo. En su paseo, de fondo, se oyen insultos y todo tipo de palabras malsonantes. Son palabras "dedicadas" a ellos. Juan ni se entera, pero Carmen lo agarra fuertemente de la mano muy asustada, mientras se le humedecen los ojos. Carmen puede ver como muchos vecinos sacan su móvil y les hacen fotos. Pero ellos siguen su "paseo". Necesitan seguir su paseo. Al rato, una patrulla de la policía aparece de la nada y les corta el paso. Muchos vecinos son los que han llamado. Según se acerca uno de los policías, empieza a entender todo.
Desde las alturas, muchos se sienten justicieros, otros muchos indignados por el "paseo". ¿Qué hace esa pareja paseando de la mano en medio de este estado de alarma? Habría que meterlos en la cárcel, gritan algunos. Otros silban o insultan mientras la Policía les sugiere a Juan y Carmen que desistan de su paseo y se vayan para casa. Juan se pone muy nervioso, no quiere ir para casa, pero Carmen termina convenciéndolo. De vuelta a casa, más y más insultos, más y más fotos. Carmen observa como desde un primero, un hombre en pijama, acompañado de sus dos hijos de pocos años de edad, les insulta como si estuviese en un partido de fútbol. Carmen llora, pero más llorará en soledad al llegar a casa.
Nadie de los que ha silbado, insultado, sacado fotos, mirado desde la ventana con desprecio... sabe la auténtica historia que se esconde tras estos paseos. Juan entre otras cosas, es autista. Carmen es viuda y es su madre, viven solos. El segundo día del "encierro" en casa, Juan empezó a autolesionarse y entró en crisis. Tuvieron que ir de urgencia al Hospital. En el propio Hospital les informaron que en casos como el de Juan, los paseos están permitidos. Llevan a Carmen a un lado y le dicen que Juan necesita si o si salir a pasear. No hay medicación o tratamiento que le pueda ayudar, salvo salir a pasear. Salir a pasear en su caso no es un capricho, es un "tratamiento" para su hijo Juan. Es un paseo "terapéutico".
Esta historia, salvo los nombres y algunos detalles, es real. Son muchas las familias que tiene hijos, hermanos, ... que lo están viviendo estos días. Atravesamos uno de los momentos más dramáticos que hemos vivido en las últimas décadas como sociedad. Es un buen momento de sacar nuestra humanidad y nuestro lado más amable. Entre otras cosas, no deberíamos hacer juicios de valor desde nuestras ventanas. Detrás de un simple paseo puede estar una terrible historia.
Todos nos hemos indignado viendo a gente saltarse las normas, todos, incluso el que aquí escribe. De hecho, este relato, que llegó a nuestros oídos de primera mano, debe concienciarnos a todos de que debemos ser más humanos, de entender que no todo lo que vemos es lo que parece, de tener más empatía. Detrás de esa señora que baja al supermercado 5 veces al día puede haber un trastorno, algo que se nos escape. Detrás de ese niño de 4 años correteando por el paseo marítimo delante de su padre puede haber una historia que no conozcamos. No juzguemos. Hagamos una cosa, salgamos a las ventanas a respirar, a tomar un poco de sol, a aplaudir cuando toque,... pero no a juzgar a gente de la que no conocemos su historia.