26/10/2024
José Gregorio Hernández Cisneros nació el 26 de octubre de 1864 en Isnotú, estado Trujillo. Fue el primero de seis hermanos, hijo de Benigno María Hernández Manzaneda y Josefa Antonia Cisneros Mansilla. Su hermana mayor fue María Isolina, quien nación en mayo de 1863, pero falleció a los siete meses.
A él le siguió María Isolina del Carmen, nacida en mayo de 1866. En septiembre de 1867, vino al mundo María Sofía, seguida por César Benigno, en agosto de 1869. En septiembre de 1870 nació José Benjamín Benigno, y finalmente su hermana, Josefa Antonia, que nació en agosto de 1872.
Su infancia transcurrió en su pueblo natal, donde su madre se dedicaba a labores del hogar propias de la época y su padre era comerciante y dueño de un almacén de mercancías secas, víveres y farmacia.
Fue bautizado el 30 de agosto de 1865, siendo sus padrinos Tomás Lobo y Perpetua Enríquez.
El sacramento de la confirmación se efectuó el 6 de diciembre de 1867, y estuvo a cargo del obispo de Mérida, Juan Bonet.
Su infancia no le resultaría nada fácil, pues su madre falleció en 1872, cuando él contaba con ocho años de edad.
Su primer maestro, Pedro Celestino Sánchez, recomendó al padre del pequeño José Gregorio que lo pusiera a estudiar a la capital del país.
A los trece años, José Gregorio expresó a su padre su deseo de estudiar derecho, pero este le sugirió que cursara la carrera de medicina, y a partir de allí la tomó como su vocación.
En 1878 emprendió una travesía para llegar a Caracas. En mula salió de Isnotú y recorrió varias poblaciones andinas hasta llegar a Maracaibo. Por mar llegó desde allí y después de pasar por Curazao, Puerto Cabello y La Guaira. Desde esa ciudad llegó a Caracas en tren.
Al llegar a la capital inició sus estudios en el Colegio Villegas, dirigido por el doctor Guillermo Tell Villegas, quien lo describió como un joven poco dado a jugar con sus compañeros, pues prefería pasar el tiempo estudiando.
A los 17 años ingresó a la Universidad Central de Venezuela para iniciar sus estudios de medicina. En gran parte de las materias de los seis años de estudio logró la calificación de sobresaliente. Fue el estudiante más destacado en la carrera de medicina en la UCV.
Al graduarse con el título de Doctor en Medicina, el 29 de junio de 1888, hablaba inglés, francés, portugués, alemán e italiano y dominaba el latín y hebreo, era filósofo, músico y teólogo.
Volvió a su pueblo natal a ejercer la medicina, consciente de que allí no había médicos para atender a la población.
Esta decisión la tomó a pesar de que el rector de la UCV, Santos Dominici, le ofreció ayudarlo económicamente para que estableciera un consultorio en Caracas.
El doctor Hernández se radicó en Isnotú hasta el 30 de julio de 1889, luego de ejercer consecutivamente entre los tres estados andinos Trujillo, Mérida y Táchira. El presidente Juan Pablo Rojas Paúl le asignó una beca para que fuera a Paris a estudiar materias experimentales relacionadas con la medicina, y aceptó.
Culminados sus estudios, Hernández regresa a Venezuela a fin de ingresar como profesor en la UCV. Además aprovechó para para traer de Europa equipos médicos al Hospital Vargas, por instrucciones del gobierno venezolano. A él se debe la introducción del microscopio en el país, además de enseñar su uso y manejo.
En septiembre de 1909 fue designado profesor de la cátedra de Anatomía Patológica Práctica, la cual funcionó anexa al Laboratorio del Hospital Vargas.
Fue el fundador de la cátedra de Bacteriología, la primera de esta disciplina en América, y la primera persona en Venezuela en publicar un trabajo de dicha disciplina denominado Elementos de Bacteriología en 1906.
El llamado Médico de los Pobre es considerado el impulsor y pionero de la docencia científica y pedagógica en Venezuela.
Su labor docente fue interrumpida en dos ocasiones. La primera, cuando decidió hacerse religioso y entrar en el monasterio de la orden de San Bruno en Italia, a la cual llegó en 1908 y de la que regresó en 1909.
La segunda vez que interrumpió sus actividades docentes fue a partir del 1 de Octubre de 1912 cuando el gobierno dictatorial del general Juan Vicente Gómez decretó el cierre de la UCV, porque se había puesto en contra de su régimen.
Sin embargo, restablece su actividad docente en enero de 1916, tras la fundación de la Escuela de Medicina Oficial, que funcionó en el Instituto Anatómico.
El 29 de junio de 1919 en horas de la tarde, el doctor José Gregorio Hernández salió a la esquina de Cardones a atender a una enferma, pero no pudo llegar porque fue atropellado por Fernando Bustamante (un mecánico de 28 años, dueño de un Essex) en la esquina de Amadores, La Pastora, en Caracas.
Al caer, el médico se golpeó la cabeza contra el filo de la acera, lo que ocasionó una fractura en el cráneo.
El conductor el auto que lo arrolló, lo recogió y lo llevó al Hospital Vargas. Al llegar no había ningún médico, por lo que fueron a buscar al doctor Luis Razetti, quien fue su compañero de estudios y su mejor amigo. Cuando llegó el capellán del hospital Tomás García P***a informó que el doctor Hernández había fallecido a sus 54 años.
El acta de defunción, firmada por Razetti describe que además de la fractura de la base del cráneo certificada, tenía una ligera herida en la sien derecha. Por efectos del golpe contra el poste, tenía un brote de sangre por la nariz y la boca. Más arriba de las rodillas tenía un franja de morada en ambas piernas.
Una vez examinado y amortajado el cuerpo, fue trasladado a la casa de sus hermanos César Benigno y Sofía Hernández, que poseía el número 57, ubicada en la Avenida Norte, entre Tienda Honda y Puente de la Trinidad.
A las 10:00 a. m. del 30 de junio de 1919, en medio de una multitud, se inició el traslado del féretro del amado médico al Paraninfo Universitario de la UCV,
Lo llevaban en hombros sus estudiantes. Luego fue enterrado su cuerpo en el Cementerio General del Sur.
El 23 de octubre de 1975, luego de un incendio provocado por las llamas de las velas sobre su tumba, y también debido al inicio del proceso de beatificación, y por solicitud del Vaticano, se realizó la exhumación de sus restos mortales para luego ser trasladados hasta el baptisterio de la iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria, ubicada en el centro de la ciudad de Caracas, donde reposan actualmente.
En 2020 la Arquidiócesis de Caracas informó que el cadáver sería trasladado a una ala especial del templo, ante la aprobación de la Santa Sede de su beatificación.
El doctor José Gregorio Hernández es objeto de amplio culto en Latinoamérica y es considerado como un santo popular, pese a que la Iglesia católica no lo reconocía como tal, hasta el 2021. En Venezuela muchos ciudadanos han sido bautizados con su nombre.
El 27 de abril de 2020 la arquidiócesis de Caracas anunció que la Comisión Teológica del Vaticano aprobó el milagro del venerable en la curación de la niña Yaxury Solórzano, de 10 años quien fue recibió un tiro en la cabeza cuando unos delincuentes intentaron quitarle la moto a su padre, donde ella viajaba. El hecho ocurrió en el 1017.
El 18 de junio de 2020, el papa Francisco aprobó el decreto que reconoció el milagro atribuido por su intercesión, por lo que se aprobó la ceremonia para su beatificación. Días antes de la beatificación el Papa afirmó que estaba expectante de que la beatificación de Hernández fuera un «símbolo de reconciliación» para los habitantes de Venezuela.
La ceremonia se celebró en Caracas el 30 de abril y contó con la participación de familiares del nuevo beato, el nuncio apostólico de Venezuela, Aldo Giordano, en representación del papa Francisco, así como varios obispos de todo el país.
El proceso para su posible canonización sigue su curso en la iglesia, pero en la población desde hace mucho tiempo se le trata como santo, por los favoreces que concede. No hay hogar donde no haya por lo menos una estampita con su fotografía.