03/09/2014
LAS HUELLAS DEL WUALICHO
LEYENDA DE LA PATAGONIA
Anda por todos los caminos de la Patagonia y merodea especialmente las cuevas donde hay pinturas rupestres. Tanto es así que en la zona de El Calafate, provincia de Santa Cruz, está Punta Walichu y sus huellas de antiquísimo arte, anterior aun a los pueblos de la nación tehuelche, recordando el nombre de este espíritu del Mal.
Dicen que nació en los pagos bonaerenses de Tandil y que luego se extendió hacia el sur, donde los tehuelches lo llamaron Háleskem y los mapuches Walicho. Y tan grande es su dominio que en el noroeste argentino la cultura quichua lo conoce como Gualichu, y Gualicho le dicen, con temor, en Bolivia, en Chile y en Uruguay.
El escritor Mario Echeverría Baleta, calafateño de nacimiento, ciudadano de Río Gallegos y reciente acreedor del Cóndor de Oro –premio otorgado por la asociación Estampas y Memorias, en este caso en el rubro “Por la vida y los pueblos libres” y compartido con Estela de Carlotto y Osvaldo Bayer–, afirma que el Wualicho puede presentarse de manera agresiva o a través del amor. Es que una de las leyendas en torno de este ser maligno cuenta que el cacique tehuelche Goulén, sabio y valiente, vencedor de los mapuches en varias batallas, fue convocado para conversar con un jefe enemigo. Con él no llegó a ningún acuerdo, pero su corazón enloqueció de amor ante una joven de ese pueblo. Cuando Goulén regresó a sus tolderías, lo hizo con el recuerdo de una vincha de la muchacha, que le prometió buscarlo. Pero no cumplió. Y no sólo eso, sino que también le mandó un mensaje sobre su compromiso con otro. Goulén fue atrapado por los efectos del Wualicho, dejó de comer y terminó sus días en una cueva, hablando con los espíritus, lejos de aquel hombre aguerrido que había sembrado fama y admiración por las sendas del sur.
En su libro Joiuen Tsoneka (Leyendas tehuelches), Echeverría Baleta explica que fueron los pampas y los mapuches quienes introdujeron la idea del Wualicho entre los tehuelches, así como los cuidados para no ser atacados por él. Por ejemplo, para la celebración del kaani, una fiesta con cantos y danzas, se construye un cerco de piedras cuya entrada se orienta hacia el sur. Pero al comienzo de la ceremonia el corral se rota hacia el norte, para evitar que entre el Wualicho y lo arruine todo.
A este espíritu se le adjudican todos los males del cuerpo y del alma, “aunque –dice el escritor– también se lo puede utilizar para dominar los sentimientos de la mujer esquiva”. Y no es fácil sacárselo de encima: si el engualichado, en medio de su dolencia nombra a la persona que le ha hecho el daño, “es muy posible que haya una venganza de muerte”. Una de las formas de espantar al Wualicho es correrlo con un caballo blanco, con las manos del enfermo estampadas sobre su lomo. Otro consejo importante es deshacerse de los cabellos caídos al peinarse y de los restos de uñas cortadas, para que el espíritu no pueda utilizar esos elementos para hacer daño.
Para el caminante de la Patagonia, otro mecanismo para espantarlo es pagar el tributo establecido hace siglos, que consiste en colgar del árbol del Wualicho –ejemplar solitario y seco, seguramente ma***to por el mismo duende– bolsas pequeñas con llancas (piedritas) y jirones de la propia ropa. De esta manera, el árbol se revitaliza, “florece” con los retazos colgados en sus ramas, y la persona llegará, desprolija pero segura, a destino.
Se cree que las pinturas rupestres de las cuevas del sur podrían ser una representación de la conexión del hombre con el Wualicho, a quien algunos atribuyen la autoría de los dibujos y el trazado de laberintos. Canta el folklorista rionegrino Héctor Tolosa en su obra Huellas del diablo: “Dicen que hay una cueva wualicho adentro/y que aparecen diablos ¿será tan cierto?/Dicen que hay unas huellas por el desierto/y brotan melodías de un musiquero”.
Mercedes Salvat
Gualicho
Para la canción de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, véase «Gualicho (canción)».
El Gualicho (en mapudungun, "alrededor de la gente", véase Erize) también conocido como Gualichú, Walichú, Hualicho o Gualitxo; es un tipo de espíritu o ser dañino presente originalmente en las mitologías aborígenes del Sur Americano; en las etnias Ranquel,1 Pampa, Mapuche, y principalmente en la cultura Tehuelche.
La leyenda de gualicho
Es un ser que representa la personificación de todas las causas que producen los males y las desgracias que sufren estos pueblos; es decir la representación de la causa maléfica universal. Debido a esta característica, al Gualicho se le suele asociar o asimilar impropiamente con el Wekufe o ("uecuvu"); que aunque también tiene esta característica similar, realmente no son sinónimos. Una característica que distingue al Gualicho es su pertenencia indisoluble con las modalidades localizadas del "daño". Se cree de ese ser, que está ligado a rasgos sobresalientes del entorno natural; se asignan moradas distintivas para el espíritu perverso: árboles solitarios intrigantes y añosos, grandes piedras, cuevas, sendas angustiosas..
Posteriormente a la llegada de los españoles a América, al igual que con el Wekufe, los misioneros asociarían incorrectamente al Gualicho con el diablo, o a una fuerza del mal o diabólica; razón por la cual el diablo recibe también este nombre.
En la actualidad la palabra gualicho también ha adquirido el significado de un embrujo o hechizo realizado a través la magia negra o similar.
El concepto de "gualicho" entre la población no aborígen
En el Cono Sur se encuentra muy difundida la palabra "gualicho" fuera de las etnias originarias, entre la población en general, aunque en tal caso, y con nuevo contexto, "gualicho" pierde su significado mítico y pasa de ser considerado como una especie de personalidad, a ser considerado como un hecho o acto prácticamente equiparable al de la palabra maleficio; acción que se denomina "hacer un gualicho" o "engualichar". Sufriendo esta palabra un proceso de resemantización semejante al que sufre la palabra de origen guaraní "payé", de modo que entre gran parte de los actuales habitantes de la región las palabras gualicho, payé e incluso ( más recientemente ) "macumba" pasan a ser casi sinónimas con el significado de "embrujo", maleficio. Por ello también se utiliza esta palabra en lenguaje popular para nombrar ciertos pócimas o hierbas que suelen usarse para enamorar.
Origen de su leyenda
Por fuera de un conocimiento científico, las sensaciones y sentimientos en la mentalidad indígena de otrora, ante un fenómeno dañoso, estaban íntimamente ligadas a una personalidad sobrenatural que las causaba; ínsito e inseparable del hecho o lugar "maligno" se encontraba su agente escatológico.2
Se postula que al parecer, el Gualicho habría sido introducido a la cultura tehuelche por el contacto con Pampas y Mapuches, de donde se cree que proviene su denominación; esto ya que la palabra Gualicho evidentemente no es propia de los Tehuelches, sino que es de origen Mapuche. Sin embargo igualmente se dice que tendría algunos elementos propios de las creencias Tehuelches, por lo cual su origen podría provenir de este pueblo, o bien como una contrapartida de la cultura Tehuelche que habría dejado su impronta en los mapuche que influyeron (araucanización) en la región austral del continente sudamericano; siendo una creación que podría haber surgido a partir de un dios de los Tehuelches septentrionales, que pasó a convertirse de una deidad equidistante “castigadora” y posteriormente con una característica “infernal” producto de la influencia de la religión cristiana.
Actualmente la leyenda del Gualicho está vigente en los habitantes de la región sur del territorio austral, principalmente la zona argentina que sufrió el proceso de araucanización.
Leyenda
Según cuenta la leyenda, el Gualicho sería un espíritu maligno que se caracteriza por provocar daños y enfermedades. Los viejos tehuelches septentrionales ( los guenakenk ) decían que el Gualicho habría nacido en las tierras de Tandil. Desde este lugar el Gualicho habría extendido su dominio por la Patagonia, habitando en las cuevas existentes en el accidentado terreno le servía de morada.
Se dice que es un espíritu fuerte, y nada escapa a su aguda vigilancia ni a su gran poder; presentando una malignidad que tiene matices que van de la más cruel maldad destructora, o hasta solo la traviesa picardía, utilizando los sentimientos de las personas. Por ello el Gualicho podría presentarse bajo distintos aspectos, ya sea en forma agresiva, engañosa o a través del amor. Agresiva, por ejemplo, cuando se produce una disputa violenta en lo mejor de una fiesta, sin motivo aparente, generalmente impulsada por efectos del alcohol o al recordar de pronto alguna vieja y al parecer olvidada rencilla que ya se creía superada. Engañosa, cuando se cae en una trampa natural: una barranca, un río, un pantano, una herida provocada por descuido, una espina que se encona, etc., pero el más difícil de superar es el engualichamiento del amor y este mal es provocado casi siempre a pedido de alguien.
Protección
Si uno no quiere sufrir el poder del Gualicho se dice que se le deben rendir tributos para aplacar su espíritu. Ejemplo de ello es que los caminos donde dominaría el Gualicho, deben ser transitados con respeto y silencio; y al borde de la senda, en el "árbol del Gualicho", han de hacerse ofrendas: trapitos y bolsitas con llancas (piedras pequeñas) que se obtienen rasgando los propios vestidos, matras y ponchos. Igualmente se le debe mantener respeto al Gualicho mediante acciones tales como no cantar durante la noche, no usar sombrero dentro del rancho etc.
Las ofrendas y reverencias llegaban a rituales y sacrificios: danzas de sanación, neutralización de toda confrontación entre bandas adversarias, matanza ceremonial de algunos animales; todo ello dentro del área de la maligna influencia. Y observar un respetuoso silencio al transitar por esas cercanías.3
También se dice que para ahuyentar o mantener alejado a este espíritu, se debe montar a caballo y con todos los pertrechos, arremetiendo contra el espíritu invisible; realizando gritos y movimientos amenazantes, hasta que el jinete sienta que ha borrado sus flaquezas y ha vencido al espíritu maligno. Otra forma de mantenerlo alejado sería llevando como protección algún amuleto fabricado por las machis.
El árbol del Gualicho
En cuanto al "Árbol del Gualicho" se conocen en realidad varios, por lo general se trata de ejemplares corpulentos y aislados en medio de las travesías, pampas y estepas; Charles Darwin hace mención de uno que se hallaba en una loma situada en la orilla sur del río Negro, tal árbol aparece señalado en el atlas de Argentina realizado por Mariano Paz Soldán y editado en 1888 siendo sus coordenadas aproximadas: 40°30′S 63°45′O, se hace mención de otro de estos árboles al norte de Bahía Blanca en las proximidades de Napostá.
Es por ello que en la provincia argentina de Río Negro, a poca distancia al sur del primero de los recién mencionados árboles del Gualicho, se encuentra ese topónimo para una extensa depresión bajo el nivel del océano llamada Gran Bajo del Gualicho, y el fondo de esta extremadamente árida región está ocupado por la gran Salina del Gualicho que posee su centro hacia las coordenadas: 40°23′S 65°16′O.
Véase también
• Wekufe
• Curspi
• Creencia
Notas y Referencias
• Leyenda: El Walichú. Programa Panamericano de Defensa y Desarrollo de la Diversidad biológica, cultural y social, asociación civil I.G.J. res. 000834.
• Erize, Esteban; Diccionario Comentado Mapuche-Español; Buenos Aires (Argentina); Ed. Peuser; 1960.
1. «Experiencia narrada por Lucio V. Mansilla, en la obra referida, como aconteciendo en el área noroeste de la actual Prov. de La Pampa.». Una excursión a los Indios Ranqueles.
2. James George Frazer: La Rama Dorada; FCE, México, 1980.
3. «"Gualichu tree", en volumen "Succes", de Roberto Cunninghame Graham» (en inglés). Consultado el 3 de octubre de 2013.
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Puerto Madryn