18/10/2023
Sidi Bou Said: el color de la vida
Después de pasar días preciosos en la fría primavera nórdica nos dieron ganas de sol y de relax al borde del mar.
También, a qué negarlo, el cuerpo y el alma me pedían volver a Túnez, ese país bello, lleno de historia, perfumes y colores. Nos alojamos el pueblito de Sidi Bou Said, a 20 kms de la capital. Con sus calles estrechas y sus casas de paredes encaladas con detalles azules, santa ritas florecidas trepando exuberantes y un concierto de puertas bellísimas de todos colores, Sidi es un lugar de ensueño para aprovechar antes del verano cuando las temperaturas suben demasiado para hacer mucho más que ir de la sombra de una reposera al aire acondicionado del hotel.
Pegada al sitio histórico de Cartago, una de las fundaciones fenicias más antiguas, establecida en época de la guerra de Troya , que visitábamos recordando imágenes de lo aprendido en el secundario: el asedio de las potencias del Mediterráneo antiguo, el triunfo de Roma y a Aníbal, el general cartaginés que atravesó los Alpes y los Pirineos con su ejército y treinta y ocho elefantes.
Sidi Bou Said, se convirtió, a partir del SXIX, en el lugar de veraneo de lo más elegante de Túnez y por años continuó enamorando a intelectuales, artistas o escritores como Oscar Wilde, Le Corbusier, Sartre o Simone de Beauvoir que pasaban sus horas en el Café des Nattes, que aún existe, o, como Gustave Flaubert, documentándose para su novela Salambó, historia de una princesa púnica.
Tan cerca estábamos de la ciudad de Túnez que era un deleite recorrer esos pocos km para perdernos en sus aromas a especias y ritmo vibrante, reconocer en sus barrios los pasados árabe y francés o demorarnos en su exquisito Museo del Bardo con las colecciones de mosaicos de época romana más importantes y mejor conservadas del mundo entero.
De regreso a Sidi, nos esperaba otro momento de gloria: sentarnos al aire libre, frente al mar turquesa, sobre las alfombras y almohadones coloridos, a deleitarnos con un aperitivo refrescante o un fragante té de menta en el Café des Délices.
Por Luz Marti
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