Alma Shiva. Viajes a India Grupales y Personalizados

Alma Shiva. Viajes a India Grupales y Personalizados Viajes a India Grupales y Personalizados. El mejor Precio del Mercado. Salimos desde Buenos Aires, A El Viaje es TUYO. Ella, seguro, que te está esperando.
(5)

Nos acompañan durante todo el recorrido dos guías locales. ¿Qué mejor que sea un nativo quien nos muestre la verdadera India? Nos movemos con autobús privado para recorrer India a nuestro ritmo, disfrutando del paisaje, kilómetro a kilómetro. Lo más importante para nosotros es que sientas que India te está llamando. Nosotros simplemente te damos la llave para que abras la Puerta de la Gran Madre India.

"... La India cambió mi vida. Lo he dicho y lo he sostenido siempre.He sido fiel a la India como no le he sido con nadie...
31/08/2023

"... La India cambió mi vida. Lo he dicho y lo he sostenido siempre.
He sido fiel a la India como no le he sido con nadie.
Todo lo que guarda relación con la India trasciende para mí más allá de la mera anécdota.
La India me alegra.
Me entristece.
Me agota.
Me revitaliza.
Me sobrecoge.
Quizás porque, de alguna manera, la India se ha convertido en mi hogar espiritual. Como si supiera que, por muy lejos que me encuentre de ella, allí hay reservado un recodo del río para que descanse mi alma.
Mi alma, la de Jesús y la de todos aquellos que estuvimos alguna vez en la India y nos quedamos subyugados por su sencillo y soberbio encanto.
La India eclipsa el pensamiento. Sólo alguien capaz de fundirse con el mundo invisible que yace oculto en el fango del Ganges y en el cielo de Benarés podría transmitir la magia y el hechizo de la India.
Ese país que nunca te abandona, nunca, aunque lo dejes.
Ese país que se instala en tu memoria, en tu corazón y en tus sentidos, aunque no lo conozcas, aunque sólo lo hayas visto en películas, en libros y en sueños.
La India es un motivo de inspiración. Algo a la vez sagrado y cotidiano, efímero y eterno.
Impacta por su dureza y cautiva por su hermosura.
La sonrisa y la cordialidad de la India entre otras muchas cosas, me enseñó a despreciar lo superfluo y valorar lo esencial.
No es nada arbitrario que allí naciera el Dios de las pequeñas cosas..."

✍Autoría: José Antonio Garriga Vela. Fragmento de "Morir en Benarés".

✅VIAJAMOS EN ENERO 2024 POR 27 NOCHES. PEDIME TODA LA INFO🧡

"... La India cambió mi vida. Lo he dicho y lo he sostenido siempre.He sido fiel a la India como no le he sido con nadie...
30/08/2023

"... La India cambió mi vida. Lo he dicho y lo he sostenido siempre.
He sido fiel a la India como no le he sido con nadie.
Todo lo que guarda relación con la India trasciende para mí más allá de la mera anécdota.
La India me alegra.
Me entristece.
Me agota.
Me revitaliza.
Me sobrecoge.
Quizás porque, de alguna manera, la India se ha convertido en mi hogar espiritual. Como si supiera que, por muy lejos que me encuentre de ella, allí hay reservado un recodo del río para que descanse mi alma.
Mi alma, la de Jesús y la de todos aquellos que estuvimos alguna vez en la India y nos quedamos subyugados por su sencillo y soberbio encanto.
La India eclipsa el pensamiento. Sólo alguien capaz de fundirse con el mundo invisible que yace oculto en el fango del Ganges y en el cielo de Benarés podría transmitir la magia y el hechizo de la India.
Ese país que nunca te abandona, nunca, aunque lo dejes.
Ese país que se instala en tu memoria, en tu corazón y en tus sentidos, aunque no lo conozcas, aunque sólo lo hayas visto en películas, en libros y en sueños.
La India es un motivo de inspiración. Algo a la vez sagrado y cotidiano, efímero y eterno.
Impacta por su dureza y cautiva por su hermosura.
La sonrisa y la cordialidad de la India entre otras muchas cosas, me enseñó a despreciar lo superfluo y valorar lo esencial.
No es nada arbitrario que allí naciera el Dios de las pequeñas cosas..."

✍Autoría: José Antonio Garriga Vela. Fragmento de "Morir en Benarés".

✅VIAJAMOS EN ENERO 2023 POR 27 NOCHES. PEDIME TODA LA INFO EN Alma Shiva. Viajes a India Grupales y Personalizados

"... Me gustan los trenes. Siempre me  han gustado. Cuando estoy sentada en un tren en marcha, experimento una gran sens...
23/08/2023

"... Me gustan los trenes. Siempre me han gustado. Cuando estoy sentada en un tren en marcha, experimento una gran sensación de confianza. Una energía, que no es la mía, me lleva a otro destino. En el tren, es mi cabeza la que corre mientras que mi cuerpo permanece en el mismo sitio..."

(Anita Nair, escritora india)

A mí tambien me gustan.
Viajar por India en tren representa la síntesis perfecta de lo que India es en sí misma.
Porque India es más que un destino, un boleto o un pasaje.
Creemos saber hacia dónde vamos pero lo cierto es que no tenemos ni la más remota idea.
Hay tan sólo una estación donde la aventura comienza.
Hay tan sólo una ruta trazada que nos lleva hacia ella.
Hay tan sólo un recorrido que pareciera ser simplemente una línea recta, pero nada es tan lineal en India. Nada.
Las vías para llegar a ella no son rectas. Son circulares. Espirales, en el sentido literal de la palabra. Con curvas insospechadas.
El tren no tiene conductor. Es manejado por una Fuerza más grande.
Todo puede pasar en cualquier esquina. Todo, indefectiblemente, pasa también en cualquier tren. En cualquier vagón.
La noche en los trenes de India es igual a un baile de máscaras fascinante en el que todos los invitados se olvidaron el antifaz.
Una fiesta de disfraces sin disfraz.
Un telón sin decorado.
Una verdad que puede ser inverosímil o insoportable.
Un hermoso festín para algunos.
Un pequeño in****no, para otros.
En mi vagón Sleeper Class, envuelta en mi bolsa de dormir, arriba de una litera que cuelga de unas cadenas oxidadas, me entrego a la experiencia.
Mis vecinos de vagón me sonríen. Se dan cuentan de cuánto lo disfruto. Namasté, me dicen. Namasté, respondo.
Me miran, con timidez y curiosidad al principio. Me preguntan de dónde soy. Si me gusta India. Si es la primera vez. Les digo que amo India y se sonrojan, tiernamente, agradecidos.
Al rato me ofrecen agua, arroz, dal, dulces, frutas. Les digo, mientras abanico mi boca, que me encanta su comida, aunque es algo picante para mí. Ellos se ríen y me alientan a seguir comiendo. The spicy is good, me juran.
Algunos pasajeros cuelgan estampitas de sus Dioses en la que va a ser su casa por doce horas y rezan.
Las luces se apagan. Mis ojos brillan porque la noche me tiene reservada otro banquete exquisito.
La orquesta, entonces, empieza a sonar.
El anciano, de ojos negros como el cielo a esta hora, canta un mantra hermoso. Su voz es suave y a mí el alma se me escapa por la boca.
El silbato del tren.
Los gritos de vendedores ambulantes, sobresaltándome en mitad de la noche, ofreciendo un chai por cinco rupias o una samosa por diez.
Los quejidos de niños que no pueden dormir.
Ronquidos.
Voces nuevas que se oyen, como un susurro del sueño y otras que se alejan, perdiéndose en cualquier andén.
Puertas que se abren y se cierran.
Algo de frio.
Mezcla de olores.
Sudores.
Hedor.
Masala.
Chai.
Ráfagas de incienso.
Abro los ojos y veo que ya es de día. Good Morning me dice mi vecina de sari verde, ni bien me acomodo. Tiene sus ojos ya delineados y está terminando las trenzas de su hijita. El esposo dobla, minuciosamente, las mantas que usaron durante la noche. Las enrolla y las guarda en la canasta. Gira y me pregunta si dormí bien. Le digo que maravillosamente.
Pienso que muero por un té calentito. A los pocos minutos, el aroma a cardamomo y jengibre inunda el pasillo. Un muchachito, que no debe tener más de quince años, canta Chai, Chai, Chai. Le pido cuatro y comparto un desayuno improvisado con ellos.
Casi sin darme cuenta ya termina el viaje y otro destino me estará esperando.
El tren aminora su marcha.
Acomodo yo tambien mis cosas. Bajo de mi litera. Me abrigo, me calzo la mochila y me acerco a ellos.
Las puertas se abren.
Le doy un beso a la niña que está en brazos de su padre. Ambos inclinamos la cabeza, con una reverencia. La mujer y yo nos despedimos con un suave abrazo. Ella huele a sándalo. Siento el latido de su corazón. Se quita una de sus pulceras y la coloca, delicadamente, en mi muñeca.
Cuando levanto la mirada para agradecerle, ella ya está de espaldas, con un pie fuera del vagón. Dhanyavaad, alcanzo a decirle. Se da vuelta y me regala una sonrisa hermosa. Tengo un n**o en la garganta. No volveré a verla nunca.
Me bajo del tren sin poder contener las lágrimas. Ellos se pierden entre la multitud.
Para algunos, viajar sobre rieles en India será un tren fantasma, como el de los parques de diversiones. O una Odisea, como la de Ulises.
Para otros, una aventura inexplicable.
Para mí, siempre es un regalo.

(La red de ferrocarriles de India es la segunda mayor Red Ferroviaria del mundo y la más económica. Comunica prácticamente todos los puntos del país y dispone de 8 categorías o clases de Asientos)

📷Camino a Delhi, desde Mumbai. Año 2019.

"... ¿Qué vamos a buscar a India los occidentales?¿Los secretos de la inmortalidad? ¿El elixir que nuestra alquimia no l...
18/08/2023

"... ¿Qué vamos a buscar a India los occidentales?
¿Los secretos de la inmortalidad?
¿El elixir que nuestra alquimia no logró entregarnos?
¿Los dones que nuestras escuelas de espiritualidad no nos brindaron?
¿El origen perdido que los románticos anhelaron recuperar?
¿Una guía para viajar por los intersticios de la mente?
¿Creencias alternativas?
¿Nuevos símbolos?

Hay algo en India que transformó la vida de muchos de los que viajamos allí. Si me preguntan qué es ese algo, yo diría que es un ritmo: El del remo hendiendo las aguas, el del arrastre de las chanclas, el del paso de los búfalos dirigiéndose al río, el de la recitación de los versos sánscritos, por ejemplo.

Un ritmo, estoy segura, es suficiente para salvar el mundo.
Este ritmo merece recordarse.
Pero nadie traspasará jamás el umbral de este mundo, llevando en el bolsillo alguno de los conceptos que la mente elabora para ese viaje.

Las teologías son sandalias de plomo. Las enseñanzas espirituales, molestas enaguas.
Sólo alguien sin sombra traspasará el límite.
Alguien sin palabras..."

(Fragmento de la escritora Chantal Maillard)

🇮🇳27 NOCHES EN INDIA. ENERO 2024.♥UN VIAJE VIVENCIAL AL CORAZÓN DE INDIA."... Si tienes el valor de dejar atrás todo lo ...
17/08/2023

🇮🇳27 NOCHES EN INDIA. ENERO 2024.

♥UN VIAJE VIVENCIAL AL CORAZÓN DE INDIA.
"... Si tienes el valor de dejar atrás todo lo que te protege y te consuela, lo cual puede ser cualquier cosa como tu casa o viejos rencores, y embarcarte en un viaje en búsqueda de la verdad, ya sea hacia lo interior o lo exterior, y si estás dispuesto a que todo lo que te pase en ese viaje te ilumine, y si aceptas como tu maestro a todo el que te encuentres en el camino, y si estás preparado sobre todo a afrontar y a perdonar algunas de las realidades más duras de ti mismo, entonces la verdad no te será negada..."

( Elizabeth Gilbert)

✅Salimos desde Buenos Aires, Argentina, pero pueden sumarse a nuestro Grupo desde cualquier país. Coordinamos la llegada y los recibimos en el Aeropuerto.

✅La Fecha de Llegada a India es el 06/01. Estaremos dos noches en Delhi para descansar, conocer un poquito, aguardar que todo el Grupo haya llegado y el 08/01 emprendemos el Viaje♥️

Los destinos son:

✅Delhi
✅Jaisalmer (Rajasthán)
✅Jodhpur (Rajasthán)
✅Udaipur (Rajasthán)
✅Púshkar (Rajasthán)
✅Jaipur (Rajasthán)
✅Agra (Uttar Pradesh)
✅Varanasi (Uttar Pradesh)
✅Rishikesh (Uttarakhand)
✅Amristar (Punjab)

La Propuesta incluye, entre otras cosas:

✅Traslados desde la llegada a India hasta la Salida.

✅Alojamiento en cada una de las Ciudades en Habitación Base Doble y Desayunos.

✅Transporte Privado con Aire Acondicionado durante todo el Recorrido para movernos de Ciudad en Ciudad.

✈️Tendremos dos vuelos internos cortos a los fines de optimizar los tiempos.

🌠27 noches parecen mucho pero son un suspiro.

🕉️Viajaremos con dos guías locales, que nos acompañarán durante todo el recorrido, que nos transmitirán la India más real y auténtica:

🇮🇳Ram Sharma de Mochilero India nos regalará durante toda nuestra Travesía y SOLO para quienes así lo sientan, Clases de Yoga todas las mañanas, antes de emprender la Jornada del día.

🇮🇳En tanto, Chitrank Parashar, Licenciado en Turismo, con su amplia experiencia en viajes, nos garantizará un Viaje inolvidable del cual, como siempre digo, no se vuelve nunca más.

🇦🇷Desde Buenos Aires estaré acompañándolos yo, María Celina Merlo, en mi quinto viaje hacia esa bendita Tierra y Santiago Luque para asistirlos y acompañarlos en esta experiencia inolvidable.

✨Si bien es un Viaje Grupal y algunas actividades, como visitas a ciertos lugares emblemáticos, las hacemos todos juntos, nos caracterizamos por otorgar, en todo momento, la libertad y seguridad necesaria para vivir y descubrir India, a su ritmo y como les diga el corazón: Pateando las calles y contactando con su gente, que es el mejor modo de vivirla.

✅El VALOR del Viaje es de U$S 2500 y, por supuesto, NO contempla los aéreos internacionales.

✅Info Completa e Itinerario detallado vía WhatsApp al: +549 116 477 8318

"...India: una tierra que corta la mirada y exige luego el pago de la herida. Lamiéndome en las manos la sangre de mis o...
10/08/2023

"...India: una tierra que corta la mirada y exige luego el pago de la herida. Lamiéndome en las manos la sangre de mis ojos, me reconforto al pensar que algo he ganado después de todo: saber que es preciso dejar de indagar -pues es recuerdo y anhelo toda búsqueda- y hallar el modo, simplemente, de invertir la mirada.
India es, por tanto, el tributo escrito al potente amor por el espacio que acoge y enseña..."

(Chantal Maillard)

Me estremece una frase de Rumi que dice "Tienes que seguir rompiendo tu corazón hasta que se abra".
¿A quién no se le rompió el corazón alguna vez?
¿Quién de nosotros no sintió el dolor punzante de esa fractura?
Y sabemos que no hay yeso ni cirugía que amortigue el dolor hasta que eso que se rompió cicatrice.
Dolor de huesos rotos.
Dolor de muelas.
Dolor de contracciones.
Nada se compara más a ese instante fatal en que sentimos, desde nuestras entrañas, que el corazón se nos rompe en pedazos.
Yo vi el dolor en India y soy consciente de todas sus heridas. Desde las más primarias hasta las más ancestrales.
Quizás no escribo mucho sobre eso porque me duele y suelo escaparle al dolor.
Pero lo vi. Lo vi de frente. La verdad reventó en mi cara en cada uno de mis viajes. En cada esquina que pisé de esa Tierra.
Vi la miseria.
Vi el frío.
Vi la explotación.
Vi la corrupción.
Vi la crueldad.
Vi la sumisión.
Vi las huellas nefastas de un Patriarcado histórico. Vi la enajenacion y la mentira. Vi el hambre. Los femicidios. Los proxenetas. El estupro. La injusticia.
Vi distintas formas de violencia como en cualquier sociedad de este mundo.
Pero también vi una sororidad que nada tiene que ver con la que pregonamos en esta hipócrita cultura occidental.
Vi empatía honesta, no la mentirosa y políticamente correcta. Sino esa que nace de la verdadera humanidad. De la nobleza genuina que sólo tienen las almas puras.
Vi el abrazo más sincero. La caricia más sentida.
Vi el dar sin pedir nada a cambio.
Vi lobas aullando en manada. Mujeres felinas mostrando las uñas y dientes para defender a otras hembras de su especie.
Vi hombres y mujeres, en harapos, compartiendo su alimento con cualquier ser viviente que tuvieran al lado.
Vi a la solidaridad corriendo en una decena de ángeles disfrazados de humanos, cuando un ladrón le robó a un linyera su lata de monedas. Lo vi al anciano, luego, agradeciendo a los Dioses su fortuna porque al no lograr atraparlo, otro séquito se acercó y lo llenó de billetes. Dios es bueno, clamaba el viejo entre lágrimas y mirando el Cielo.
Vi seres humanos acariciando a perros sarnosos, niños leprosos y vacas, búfalos o cerdos cubiertos de estiércol.
Vi las sonrisas más lindas del Planeta.
Vi la simpleza más elocuente.
La sabiduría más admirable.
La ternura más bella de la que yo haya sido testigo.
Vi la certeza de esa Fe sostenida que los ampara, hecha manta. Hecha ovillo. Hecha abrigo.
Vi los amaneceres más pacíficos y las lunas más brillantes.
Vi a los actos más benévolos opacar a las más viles acciones.
Vi luz en medio de la oscuridad.
Escuché música en medio de la muerte.
Percibí los aromas más perfectos entre el hedor y la basura jamás vista.
Sentí la presencia, rotunda e indiscutible, de Dios.
Si. Hay dolor en India.
Dolor que cala los huesos.
Dolor que rompe el alma y las tripas.
Dolor que revuelve las vísceras.
Dolor que deja sin aliento. Sin aire.
Dolor que te deja estupefacto.
Dolor que confirma que tu vida ha sido casi un cuento de hadas.
Que romantizo la pobreza, me acusó alguien una vez. Y quizás sea cierto porque ese dolor es parte del amor que siento.
Ese dolor es, también, parte del respeto que les tengo.
Ese dolor es, también, parte de la admiración ante la cual me inclino.
Ese dolor es, también, parte de la lealtad que le profeso.
India se entrega al servicio de tu experiencia, haciéndote de espejo. Refleja, sin filtro, tus luces y sombras.
India se te impone.
Se te para al frente.
Pone el cuerpo para que te mires.
Para que te veas.
Para que te habites y pases, vos también, un trapo limpio a esas zonas internas turbias. Confusas. Oscuras.
Cada uno sabrá qué hacer con todo eso que ve.
Si ser espectador o entrar en la escena.
Si continuar con el dedo acusador de la inclemencia o arrancarse la máscara.
Si permanecer horrorizado ante esa brutalidad o agarrar ese trapo, calzarse los guantes y empezar a fajinar.
Si invertir la mirada o seguir mirando para afuera.
Algunos llegan a India y escapan con la certeza de nunca más volver.
Otros llegamos y nos vamos, jurando siempre regresar.

"... Son las primeras horas de mi estancia en la India y no sé dominar la bestia sedienta encerrada en mi interior como ...
29/06/2023

"... Son las primeras horas de mi estancia en la India y no sé dominar la bestia sedienta encerrada en mi interior como en una jaula.
Convenzo a mi amigo Moravia para que demos por lo menos unos pasos fuera del hotel y respiremos un poco del aire de la primera noche india.
Salimos, por lo tanto, a la estrecha calle sobre el mar que corre detrás del edificio, a través de una salida secundaria.
El mar está plácido, no da señales de su presencia. A lo largo del parapeto que lo contiene hay coches aparcados y, cerca de estos, esos seres fabulosos, sin raíces, sin sentido, llenos de significados dudosos e inquietantes, dotados de una fascinación poderosa, que son los primeros indios de una experiencia que quiere ser exclusiva, como la mía.
Así llegamos hasta la Puerta de la India, que, vista de cerca, es más grande de lo que parece desde lejos.
Las puertas ojivales, las paredes caladas, de ese material amarillento y mortecino, se elevan sobre nuestras cabezas con la solemnidad de ciertos vestíbulos de las estaciones nórdicas. Pero adentro, en la penumbra del arco, se oye un canto: Son dos o tres voces que cantan conjuntamente, con fuerza; continuas, enfervorizadas.
La entonación, el significado, la sencillez son los de cualquier canto de jóvenes que se puede escuchar en Italia o en Europa pero estos son indios, la melodía es india. Parece la primera vez que alguien canta en el mundo: Para mí, que siento la vida de otro continente como otra vida, sin relaciones con la que yo conozco, casi autónoma, con otras leyes suyas interiores, vírgenes.
Me parece que escuchar ese canto de muchachos de Bombay bajo la Puerta de la India, reviste un significado inefable y cómplice: Una revelación, una conversión de la vida.
No me queda sino dejar que canten, tratando de espiarlos desde la arista de falso mármol de la gran puerta gótica.
Están tendidos en el suelo desn**o, bajo la oscura capade la bóveda ojival y a la escasa luz lechosa que proviene de
la explanada que da al mar. Cubiertos de harapos blancos sobre las caderas y con esas cabezas negras no se distingue su edad.
Su canto está completamente desprovisto de alegría y sigue una sola frase musical desalentada y acongojante.
Es como si todo se hubiese precipitado sobre este momento de paz cargada y sucia. Nuestra llegada a Bombay
desde lo alto: Montecillos fangosos, rojizos, cadavéricos, entre pequeñas charcas verduscas y un infinito aluvión dechozas, almacenes, miserables barrios nuevos que parecían lasvísceras de un animal descuartizado, esparcidas a lo largodel mar, y, sobre estas, centenares de miles de pequeñas piedras preciosas, verdes, amarillo pálido, blancas, que brillaban tiernamente.
Los primeros rostros indios enseguida fuera del aeropuerto, los taxistas, los ayudantes, vestidos como griegos antiguos y el recorrido, como una hendidura a través de la ciudad.
Una hora de coche, a lo largo de un suburbio ilimitado, hecho todo de pequeñas barracas, montones de pequeñas tiendas, sombras sobre casitas indias de aristas desmochadas y completamente caladas como muebles viejos, en las que se entreveían luces, cruces en los que se aglomeraban personas descalzas, vestidas como en la Biblia.
Tranvías rojos y amarillos de dos pisos, viviendas modernas, enseguida envejecidas por la humedad tropical, entre jardines fangosos y casas de madera, azuladas, verdosas o simple-
mente corroídas por la humedad y el sol con infinitos estratos de multitud y con un mar de luces como si en esa ciudad de seis millones de habitantes hubiera fiesta por todas partes y luego el centro, siniestro y nuevo, la Malabar Hill con
sus palacetes residenciales dignos de Parioli, entre los viejos bungalós y la larguísima avenida junto al mar con una
serie de globos luminosos que se hundían en el mar hasta perderse de vista.
Y vacas por las calles: Vacas que caminaban mezcladas con la multitud, que se acurrucaban entre los acurrucados, que deambulaban con los deambulantes, que detenían su marcha entre los que se detenían. Pobres vacas cuya piel se había vuelto de barro, obscenamente flacas, algunas pequeñas como perros, devoradas por los ayunos, con la mirada eternamente atraída por objetos destinados a una desilusión sin fin.
Era casi de noche y ellas se acurrucaban en los cruces, junto a algún semáforo, ante los portales de algún desordenado edificio público, montones negros y grises dehambre y desconcierto.
Incluso agitándose alrededor, la vida tenía el ritmo ralentizado de aquellas pobres bestias. Había que ver con qué paciencia la gente aguardaba los autobuses en las paradas. Formaban una cola con una disciplina que suizos y alemanes ni pueden imaginar, sin echarse el uno encima del otro, aislados, concentrados. Algunos vestían casi a la manera
europea, con pantalones blancos acampanados, mal ajustados y una ligera camisa blanca. Otros, que eran la mayoría, se vestían con una especie de sábana entre las piernas, llena de grandes n**os sobre el vientre, con las pantorrillas, detrás, negras y completamente descubiertas y, sobre esta sábana, una camisa o una americana europea con el consabido harapo enrollado alrededor de la cabeza.
Otros iban con largos pantalones blancos de estilo árabe y encima una túnica blanca transparente, otros más llevaban unos shorts amplísimos, de los que salían como badajos de campanas las negras piernas flacas y encima, hasta casi cubrir completamente los pantalones, la flameante camisa.
Las mujeres vestían todas el sari, cargadas de anillos. Los saris
eran de variados colores, desde los más sencillos, unos harapos, hasta los litúrgicos, de paños tejidos con viejo refinamiento artesano.
Esta enorme muchedumbre prácticamente vestida con toallas, emanaba una sensación de miseria, de indecible indigencia: Parecía que todos acabasen de salvarse de un terremoto y, felices de haber sobrevivido, se conformasen con los pobres harapos que tenían al huir de los míseros lechos
destruidos, de los ínfimos tugurios.
Metidos en el interior de esa vida, de la que yo tengo enla retina tan solo un borrador de la superficie externa, a la que yo pido el encargo de expresar algo inexpresable y que solamente las jornadas futuras que aquí me aguardan, a partir de mañana, podrán poco a poco desenvenenar y equilibrar.
Las calles están ya desiertas, perdidas en su polvoriento, seco y sucio silencio. Tienen algo de grandioso y al mismo
tiempo miserable: Es la parte central, moderna, de la ciudad pero la corrupción de las piedras, de los postigos, de las ma-
deras es la de un viejo poblado.
Casi todas las casas, decrépitas, tienen un pequeño pórtico ante la fachada y aquí me encuentro ante uno de los hechos más impresionantes de la India.
Todos los pórticos, todas las aceras rebosan de personas que están durmiendo. Tendidas en el suelo, contra las columnas, contra las paredes, contra las jambas de las puertas.
Sus harapos las envuelven por completo, embadurnados de suciedad. Su sueño es tan profundo que parecen mu***os envueltos en sudarios desgarrados y fétidos.
Se trata de jóvenes, muchachos, viejos y mujeres con sus críos. Duermen acurrucados o boca arriba. Son centenares.
Algunos están todavía despiertos, especialmente unos muchachos que merodean o hablan en voz baja, sentados en el umbral de alguna tienda cerrada o en los escalones de alguna vivienda. Alguno se está acostando en ese momento y vuelve en su sábana, que le cubre la cabeza.
Toda la calle está llena del silencio de ellos y su sueño se parece a la muerte, pero a una muerte que, a su vez, es dulce como el sueño.
Allá está la Puerta de la India, contra el mar. Ha cesado el canto: Ciertamente,
los dos muchachos que cantaban antes, ahora están durmiendo sobre el suelo desn**o con sus harapos.
Ya sé un poco de lo que quería saber a través de su canto: Una miseria horrorosa.
Los dejo, emocionado como un im***il. Algo ya ha empezado..."

✍Fragmento de "El olor de la India" de Pier Paolo Pasolini.

📷Mumbai. Puerta de India. Primero de Enero, 2019.

Hay muchas puertas para entrar a India, pero ninguna para salir.Todo esto y mucho más es India‼️‼️"...India no entra por...
26/06/2023

Hay muchas puertas para entrar a India, pero ninguna para salir.

Todo esto y mucho más es India‼️‼️

"...India no entra por los ojos. Entra por todos los sentidos. Pero, sin duda, el primer sentido por el que entra India es el olfato.

👃India huele a mi**da. Ese es el olor a India que una vez alguien nombró y es cierto. Pero India también huele a incienso y sándalo. Y a jengibre, cúrcuma, cilantro, menta y cardamomo. Y a fritanga y a chai. Y a zumo de frutas recién exprimidas.
La India que yo conozco tiene olor, tiene olores, igual que tiene colores.

👂India entra por los oídos. Entra casi tan pronto como por el olfato.
India es ruido. Mucho ruido. Cláxones más agudos, más graves, más broncos, más suaves, continuos, intermitentes. Musicales o monótonos. "Blow your horn" se lee detrás de los camiones y los tuc-tuc.
También suena a bullicio callejero, a griterío, a "One rupi" a "Chai, chai", "Pani water", "Namasté" y "Which country". Suena a las campanas de los templos.

👄India entra por el gusto, qué duda cabe. El cilantro omnipresente, la guindilla traicionera, el comino en el arroz. Los distintos masalas, mezclas de especias que al final te abrasan igualmente la boca. El thali de arroz y el dhal de lentejas. El curd, yogur que cuando lo mezclan con frutas, muesli o cereales lo llaman raita. O el Lassi, yogur más líquido que te lo pueden mezclar también con zumos de frutas. Los jugos naturales de piña, naranja, papaya o granada. El agua de coco bebida en el mismo coco. Las limonadas, limonada natural dulzona, con menta y muy refrescante o el lemmon soda. Las bolitas de azúcar y anís que te sirven al finalizar las comidas para que puedas digerir todo lo anterior. El chai, el típico té arómatico y especiado con leche que te ofrecen a todas horas como símbolo de hospitalidad.

✋India entra por el tacto. El tacto de la arena del desierto, el de la hierba mojada tras el monzón. El tacto de un masaje ayurvédico o el de la henna en la piel. En India aprendes a tocar. Aprendes a tocar pashminas y sedas. Aprendes a tocar cuencos y piedras sagradas. Aprendes a tocar plata. Aprendes a tocar rupias. Y aprendés a no tocar muchas cosas. Por si acaso. Pero tocás igual. En India es imposible tener la sensación de manos limpias aunque te las acabes de lavar. Simplemente al cerrar el grifo del agua, ya las sentís manchadas.

👁️India entra por los ojos. Estallan los ojos con el color de los saris, tan perfectamente colocados, tan elegantemente paseados por las mujeres. Los ojos abiertos, muy abiertos, no paran de mirar este país, desde los escarabajos peloteros del desierto a sus templos, pasando por sus gentes y su vida.

👥En India hay más gente de la que hay censada.
India es también gente agolpada pidiendo paso.
Gente durmiendo en las aceras, encima de los trenes, en la recepción del hotel donde te hospedas.
India es gente conviviendo con animales. O animales conviviendo con gente.
🐄Vacas sagradas.
🐕Perros espatarrados en el suelo durante horas y horas, que sirven de hito para orientarte por las callejuelas.
🐒Monos que saltan por las paredes y las azoteas.
🐿️Ardillas tímidas y descaradas que se pasean a menos de un metro de ti, para luego salir corriendo.
🐐Cabras que te acompañan en tu camino.
🐪Camellos viejos con collares.
🐐Burros.
🕊️Palomas.

💕India es gente de ojos de color miel y de ojos negros.
De mirada clara, profunda o pícara, rodeados de piel canela.
Gente que fabrica, usa y vende un sinfín de artículos asombrosos.
India es gente viviendo en casas destartaladas cuando tienen casas. Casas construidas con imposibles andamios de bambú.

💕India son ciudades blancas, rosas, azules y doradas. Y también grises y sucias. Construcciones imponentes en medio de callejuelas estrechas
India entra por los ojos. Ojos que no pueden dejar de mirar y asombrarse con cada minúsculo detalle que descubren.
Incluso ahora que estoy a punto de volver a casa.
India entra por todos los sentidos. Y ya no sé si saldrá. Creo que no..."

✍Cristina Marín Chaves, para la Revista "De León", España.

"... Las vacas forman parte del gran espectáculo de India, del más insólito espectáculo del mundo.De repente, en una tie...
25/06/2023

"... Las vacas forman parte del gran espectáculo de India, del más insólito espectáculo del mundo.
De repente, en una tienda estilo moderno, una tienda bien decorada, de esas dónde hay toda suerte de textiles y maravillosos saris de seda finamente bordados, veo ocupando casi todo su espacio interior, una enorme, colosal y apacible vaca.
Allí está la encantadora e incólumne criatura sin que a nadie parezca importarle, como lo más natural del mundo, como si un gatito acampara por sus fueros.
Me emociona un espectáculo así porque India sigue siendo la sempiterna India y lo seguirá siendo mientras las vacas no sólo se cuelen en todas partes, sino mientras su gente sea por completo ajena al hecho, de tan acostumbrados que están.
La vaca es el símbolo de la India rural.
Es la madre.
Ofrece su presencia mística.
Es recordatorio sagrado.
Ofrece su leche y hasta sus excrementos.
Sus boñigas son utilizados como combustible para cocinar. Se pueden ver, contra las paredes, cientos de estás boñigas aplastadas y pegadas contra los muros para que el sol las vaya secando. Son como grandes tartas marrones: Un regalo de la sagrada vaca, un preciado y útil obsequio.
Las vacas de India son tranquilas. Lentas en sus movimientos, sociables y, por insólito que parezca, prefieren muchas veces degustar papeles viejos que hierba fresca.
Hay millones de ellas. Deambulando a sus anchas, dormitando aquí o espantando moscas allí. Mirando a los transeúntes como testigos impávidos y perennes o tratando de hacerse con una zanahoria aprovechando el despiste de algún frutero ambulante..."

✍Fragmento de "La otra India", del escritor español Ramiro Calle.

📷 Rishikesh. Año 2019

Dirección

Buenos Aires

Teléfono

+5491141615055

Página web

Notificaciones

Sé el primero en enterarse y déjanos enviarle un correo electrónico cuando Alma Shiva. Viajes a India Grupales y Personalizados publique noticias y promociones. Su dirección de correo electrónico no se utilizará para ningún otro fin, y puede darse de baja en cualquier momento.

Videos

Compartir

Categoría

Agencias De Viajes cercanos



También te puede interesar