08/11/2024
Dos Lunas es ese lugar que le pertenece a todos los que entran, aunque nunca hayan estado. Es la casa de tus amigos, la de tus primas, la que soñabas de chico, cuando imaginabas cómo sería vivir un fin de semana entero en otro planeta. Entra uno y se siente cómodo de inmediato, como si hubiera vivido ahí desde siempre. No hay formalidades ni etiquetas, es puro abrazo de bienvenida.
El interior tiene algo de confesionario, de pequeño templo pagano donde todo se celebra y nada se juzga. La sala invita, casi obliga, a dejar el teléfono a un costado, a reírse de lo absurdo, a rememorar anécdotas de esas que no tienen sentido para nadie más, pero que arrancan carcajadas cómplices en quienes la comparten. Las paredes han escuchado historias de todas las edades, secretos de los que se cuentan solo entre amigos de toda la vida.
El comedor parece hecho para extender los almuerzos hasta bien entrada la tarde, para que los postres improvisados en el quincho se conviertan en sobremesas eternas, de esas en las que el tiempo pasa a ser un tema secundario. La cocina, con su aroma a café recién hecho, ha visto amaneceres y madrugadas de confesiones. Y el quincho… ¡el quincho es tierra sagrada! Es donde las charlas se ponen más profundas o, por el contrario, donde se desatan las carcajadas más libres. Donde el ritual del asado se convierte en algo propio de cada grupo que pisa Dos Lunas.
La casa es para amigos, para amigas, para los de siempre y los nuevos que se suman como si siempre hubieran sido parte del grupo. Porque aquí, adentro, no hay espacio para lo prohibido ni para lo solemne. Adentro es un refugio, una celebración. Es un pequeño universo donde cada rincón guarda historias propias y ajenas. Donde se crean recuerdos que, por más que juren no recordar después, quedan en la memoria, en ese rincón del corazón donde todo tiene sentido.
Dos Lunas es esa casa que se convierte en hogar, porque la habitan las risas, las charlas, los brindis y los abrazos. Es el lugar que nadie se lleva, pero que todos recuerdan. Y que siempre, de alguna forma, invita a volver.