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Fue conformándose hacia la década de 1940, con la llegada de inmigrantes en su mayoría Italianos y Brasileños, pero no faltaron en menor cantidad claro, Polacos, Rusos, Ucranianos y Finlandeses. Para la época, los recientemente llegados, convivieron con los lugareños que ya estaban inmersos en la actividad yerbatera de entonces.Fue don Eulalio González junto a otros vecinos e inmigrantes quienes aceitaron la idea de organizar a la comunidad conformando la primera Comisión de Fomento a la que denominaron Mariano Moreno. La misma fue reconocida como tal en el estado Provincial y funcionó con alternancia de sus miembros, presidiéndola por períodos.

Hacia 1948, en pleno auge económico que disparó la comercialización de la hoja de yerba mate, ocurrió un suceso que cambiaría para siempre el nombre del integrante de la Primera Junta “Mariano Moreno”. Entre las tantas funciones asignadas a Gendarmería Nacional, inclusive asentada con destacamento propio en la actual escuela Provincial N° 457, se encomendó a la fuerza, un especial y estricto control de la calidad de Yerba Mate. Ocurría por entonces una demanda de producción que superaba la capacidad de los pocos productores de yerba en la zona, quienes no contaban con la maquinaria de hoy día para derribar los montes, generar los conocidos “rosados” y luego implantar los plantines de yerba.

Cuanto valor significó la producción de yerba, que los montes de la zona nutridos de especies como Cedros, Petyribi, Lapachos, Palo Rosa (hoy ya extinguido), Cancharanas y decenas de especies imposibles de transportarlas en rollos, eran prácticamente incendiados en su totalidad. El tiempo de preparación de suelos, plantación y cuidado de los plantines hasta su época de cosecha, encendió el ingenio de los ya conocedores de la producción, en busca de la conocida “Yerba Silvestre” abundantes en los montes de la zona. Se trata de una planta de exactas características a la Yerba Mate, en altura y la dimensión de la hoja, pero con sabor sumamente desagradable. Los productores cosechaban su yerba mate y mezclándola con la silvestre la transportaban al secadero ubicado a orillas del Arroyo Ramón. También es cierto que el secadero no se quedaba atrás en esta “avivada criolla” y acopiaba una buena cantidad de esta yerba silvestre para mezclarla con la verdadera y después de secada se vendía con márgenes de ganancias estrepitosos. Gendarmería Nacional en su destacamento local solía albergar en sus celdas a los ocasionales tareferos, ellos en sus rondas de trago, casi siempre con lo poco que ganaban cosechando la yerba, invertían ese poco dinero en complicidad con los naipes y es cierto que la combinación del alcohol y unos billetes, despiertan al descontrol que todos llevamos dentro. Así, alertados por algún vecino los uniformados llegaban a caballo a las precarias cantinas y las mas veces se encontraban con el final de la película, hombres mutilados, algunos moribundos y otros que asistían a las víctimas.

Producto de esos tantos procedimientos, los detenidos pernoctaban en las celdas del destacamento hasta que se les pasara el efecto del alcohol y entre ellos Victorino, un cosechero mas de los tantos, que de no ser por el dato que aportó, hubiera quedado en el olvido. Victorino ese domingo, tenia que llegar a su casa a llevar dinero a su familia, pero el Jefe a cargo del destacamento interrogó varias veces al detenido para saber como obtuvo su jornal, ya que ningún colono había cosechado yerba, tras varios minutos, Victorino se quebró y dijo que el dueño del secadero les pagó a varios lugareños para que extrajeran del monte la Yerba Silvestre. Con ese dato, Victorino fue puesto en libertad y mientras el jefe del destacamento solicitaba la orden de allanamiento al secadero, trámite a caballo mediante un escrito a Oberá, Victorino corrió hasta el secadero y fiel a su patrón le confesó a éste que había escuchado sobre un allanamiento. El dueño del secadero sabía que en cuestión de horas el escuadrón completo de Gendarmería se haría presente en el lugar decomisando la yerba silvestre, enajenándole la propiedad, las herramientas y aún peor, sería conducido esposado a la Capital Provincial para ser Juzgado y preso hasta quien sabe cuando. Victorino obedeció sin titubear al patrón, descargando toda la leña sobre la hoja verde y regaron todo el predio con kerosene.


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