31/08/2024
Hermosa Historia de lucha que tanto necesitamos en Latinoamérica
AL MENOS FLORES
(Un día como hoy... caía en combate )
El grupo avanzaba abriéndose camino entre la vegetación. Pese a que no se sentía nada bien, Tania seguía a paso firme. No era momento de parar. Iban lindando la zona de los márgenes del río Grande, Bolivia. Si todo salía como lo previsto, en pocos días se encontrarían con la columna de Ernesto “Che” Guevara. El 30 de agosto de 1967, la ruta que llevaban los conduce hacia una vivienda. Decidieron acampar en las cercanías y, tras una rápida conversación, dos guerrilleros se dirigieron hacia la casa esperando encontrar a alguien. Allí hablaron con un campesino llamado Honorato Rojas que les ofreció su colaboración prometiendo conseguirles alimentos, cuidar de enfermos y marcarles el mejor paso para atravesar las rápidas aguas del río. Tras un apretón de manos, los guerrilleros le agradecieron y se retiraron. Detrás de ellos, la puerta de la casa se abrió y un soldado partió a toda velocidad para informar las noticias.
Años atrás, en 1961, una joven llamada Tamara Bunke viajaba hacia Cuba. Había conocido al Che en Alemania y, decidida, se sumaba a la revolución. En aquel entonces, elegiría el nombre Tania en homenaje a una partisana soviética que llevaba ese seudónimo y había combatido al nazismo. A finales de 1964, entrará en Bolivia como Laura Gutiérrez Bauer con la finalidad de infiltrarse en la oligarquía del país y obtener información para el frente guerrillero. Allí logrará cumplir su tarea a la perfección, estableciendo relaciones con gente del poder y hasta con el mismo presidente, René Barrientos Ortuño.
Tiempo después, al enterarse de que el Che estaba en Bolivia, decidió unirse al grupo guerrillero y pasar a ser una más en el combate. Si bien Guevara en un comienzo prefirió que continuara con las tareas en las que tanto se destacaba, ante la insistencia de la joven, terminó aceptando que se integrara a la retaguardia. De esta forma, durante cinco meses Tania vivió clandestinamente en la selva, debiendo enfrentarse, junto a sus compañeros, a condiciones de vida muy duras en las que escaseaban el agua y los alimentos.
Tal y como habían acordado, el grupo se encontró con Honorato al día siguiente y, tras recibir las indicaciones, se adentraron en fila hacia el río. Cuando llegaron al agua, 35 militares comenzaron la emboscada. Ante las primeras ráfagas, Tania preparó su fusil, pero no llegó a disparar y un tiro le atravesó los pulmones. Su cuerpo fue arrastrado por la corriente y apareció una semana después. La gente de la zona le preparó una tumba cubierta con rosas blancas y sería recordada como la única guerrillera: la Flor del río Grande. En su libreta personal, quedaba escrito de puño y letra: “¿Dejar un recuerdo con que he de irme, cual flores que fenecen? ¿Nada será mi nombre alguna vez? ¿Nada dejaré en pos de mí en la tierra? Al menos flores, al menos cantos".