24/09/2024
Hace poco más de una semana, alquilé una moto y viajé casi 300kms, desde la capital de Vietnam hasta un pueblo en el norte llamado Ha Giang, que queda bien cerquita de China.
Este tramo no era por el simple hecho de recorrer rutas que no había transitado antes, sino que desde allí es que se realiza el "Ha Giang Loop", una mítica y famosa ruta, que mucha gente realiza en moto, con tours de 2 o 3 noches, según el tiempo que dispongan.
La realidad es que yo quería hacerlo por mi cuenta. No solamente porque me gusta andar en moto y lo consideraba un viaje hermoso para ser yo quien manejara, sino porque además no quería ajustarme a tiempos ajenos ni a "itinerarios" que estuviesen estructurados por un tour. Un tercer punto a favor iba a ser lo económico que fue mi viaje en comparación con un tour pago (viaje que hice a mi ritmo durante una semana, no solamente un par de días, pero eso es secundario).
En esta zona del país es más común que en otras áreas, encontrarse comunidades de etnias Hmongs, y quería de verdad ir a perderme con mucho tiempo, y con mi cámara.
Todo lo que pasó superó mis expectativas.
Fue de las experiencias más increíbles de mi vida y no solamente porque me perdí en caminos hermosos, que maravillarían a cualquiera...sino porque, mediante la fotografía, se generó una conexión -inesperada para mi-, entre quien escribe, y esos personajes hermosos que quedaron capturados en mis fotos, curiosos como niños, de mirada amable y sonrisas enormes y preciosas.
La realidad es que me encontré en infinidad de puntos que "eran una foto", por el paisaje, la luz, por la gente y sus ropas coloridas, por lo que era en sí el momento...todo por allá era un escenario hermoso.
Pero me pasó en más de una oportunidad de emocionarme a tal punto, que no quería ni siquiera agarrar la cámara.
Quería capturar con mi memoria, cada detalle de esos momentos, de esas miradas, de esas voces o de esos colores...y hace muchísimo no me sentía así.
Recuerdo mi primer viaje por Latinoamérica, donde todo me parecía tan distinto y espectacular que tenía momentos de no creer que estaba viendo o sintiendo eso...esta vez me pasó algo similar.
Fue así como manejando con mi motito por caminitos super angostos, con la cámara colgando de mi cuello, cuando me animaba -o lo sentía-, preguntaba señalando la cámara, si podía capturar ese instante. A veces la respuesta era negativa, entonces hacía una seña de agradecimiento y seguía mi camino después de tratar de sacar una "foto mental". A veces me decían que sí, y "posaban"...me causaba ternura aunque una parte mía siempre lamenta que se pierda la "espontaneidad" del momento, pero siento necesario y respetuoso pedirles permiso para tomarles fotos.
Y entonces la otra opción, la que más me desencajaba y la que más me resultó atrapante, al punto de estar en un mismo punto quizá 3hs, riendo, "charlando"-hablando sin que ellos sepan lo que digo, aunque estoy convencida de que me entendían-, y sacando fotos para después mostrarles el resultado en la cámara, y ver sus caras emocionadas, sorprendidas, felices!
No fue necesario que pasaran demasiados días para entender que el nivel de sorpresa venía a raíz de que en esas casas no había espejos. El concepto de agarrar el objeto que sea (celular, espejo, cámara), y ver el reflejo de sus caras, no existe para ellos. Entendí enseguida que ellos no tenían una manera de "capturar sus rostros", y automáticamente poder verlos.
Fue tan sorprendente como maravilloso para mi, ser quien les sacaba fotos y podía ver en vivo y en directo, sus caras de sorpresa viéndose, mientras se tocaban la cara como tomando noción de sus arrugas, sus rasgos, sus facciones.
Esta experiencia y esos pocos días viajando por allí, fueron muchísimo más profundos de lo que pueda llegar a expresar mediante palabras. Me sentí confundida desde un lugar muy autocrítico y personal. Cómo puede ser que algo tan común para unos, sea algo tan impensado para otros? Con algo tan simple y complejo como lo es el rostro de cada uno? -que a la vez según mi criterio "ERA" fundamental si se habla de reconocerse y de construir una identidad...pero, lo es realmente?
Todavía estoy en una especie de confusión que supongo, se irá desenmarañando a medida que pasen los días y que también, en mi mente y mi cuerpo, se decante todo lo que vi y sentí estos días...
No tengo mucho más para decir que VIAJAR sigue enseñándome más de lo que creo posible aprender.
Jamás me voy a olvidar de lo que pasé estos días, pase el tiempo que pase...
Soy privilegiada, en todo el sentido de la palabra.
Por sobre todas las cosas soy privilegiada, por haber elegido esta "escuela" que es estar en movimiento.
Gracias por acompañarme.
Flora