06/06/2024
De las islas más hermosas que vi, donde tuve el peor trabajo de mi vida.
Así le describía aquel presente a mis amigas que me preguntaban qué tal el sitio nuevo al que me había movido.
Trabajar en una farm de papas me pareció una gran idea desde el comienzo, por dos razones: primero y principal: era algo que no había hecho nunca, y segundo porque el hecho de que ese trabajo transcurrriera en Kangaroo Island, iba a permitirme compartir con la Colo, estando rodeadas de Parques Nacionales y reservas, lo cual me parecía un planazo!
Desde el primer día, el trabajo me pareció lo más duro y menos agradable que me ha tocado hacer. Me pagaban poco, me daban pocas horas y mi trabajo consisitía en estar horas parada, separando piedras de papas, literal. Sumado a eso vivía en una casa muy lejos de todo, y el auto que nos habían dejado para el staff, nunca estaba disponible.
Una mañana llegué a mi trabajo y a las dos horas me dijeron que una máquina se había roto, que el día de trabajo había terminado. “2 horas por día, no me sirve” pensé, necesito moverme. Y así fue como hablé con mi jefe, le agradecí y arreglamos que ese era mi último día. Lo hermoso de estar con Working Holidays es que uno tiene una libertad de moverse, que quizá en una relación de dependencia en tu ciudad, o tu país de origen, no manejas.
Esa mañana llegué a la casa, me pegué una ducha, guardé las artesanías y la ropa en la mochila, y le pedí a una compañera que me lleve al puerto a tomarme el ferry para volver a Adelaide. Me pidió que le pagara la nafta, le dije que si, y apenas salimos se dio cuenta de que llegaría tarde a otro compromiso previo que tenía. Le dije que me dejara en donde estábamos, que era literal, un caserío en el medio de una isla, lejos de todo.
Se quejaba a la par de que veía la hora.
-“En serio, dejame acá”
Cuando tengo la mochila en la espalda y no tengo ni idea de qué hacer, muchas veces me siento con una esperanza que me rebalsa el cuerpo, por loco que suene. Y esa mañana estaba así. Tenía la sensación de que algo me iba a hacer llegar a tiempo al ferry, aunque no sabía qué pasaría.
Vi un chico subiéndose a una camioneta y le pregunté si iba para el puerto, me dijo que no en ese momento, pero que quizá a la tarde sí. Me pasó su teléfono para que me comunicara más tarde, y me quedé viendo si veía a alguien más.
Fue ahí donde apareció él.
-“Hi! Good morning! Are you going to Kingscote?“
-“Who ask?”
-“Flora!”, le dije. Y sonrió.
Bill tenía algo que me resultaba familiar, pese a que no lo había visto nunca. Creo que fueron sus ojos...un tío de mi papá que vive en Pomán, Catamarca, mira a la gente como él, es como si supiese lo que uno anda llevando dentro, aunque no te digan nada.
Me dijo que podía acercarme hasta la mitad del trayecto, porque iba camino a su casa, y le dije que sonaba perfecto para mi. Subí la mochila en la caja de su camioneta, y le ofrecí un mate. Después de reírse diciendo que eso parecía más bien una p**a, me agradeció y me dijo que mejor no.
Empezamos a charlar y a reírnos como si nos conociéramos desde hace mucho. Me contó todos los viajeros que conoció con su trabajo, y que sin darse cuenta, la vida se le pasó muy rápido.
Llegando a la mitad del trayecto al puerto, me señaló un camino y me dijo que hacia allá quedaba su casa. Le dije que me dejara ahí mismo, que podía hacer dedo.
-“I’m retired, and the day is sunny. Have you been in Emu Bay?”
-“Not yet”
Y allá fuimos!
Bill pasó todo el día mostrándome los lugares más reconditos de la isla, fue chofer y guía, y desde ese día, es mi amigo.
Bill siempre soñó con viajar pero trabajó toda su vida. Me contó que desde hacía años se metía a internet a buscar y ver videos de Macchu Picchu con su hijita, pero que había escuchado que Sudamérica era peligroso, y que cada vez que organizó algo, surgió otra cosa y lo dejó para más adelante. Le pregunté por qué no viajaba ahora, y levantó sus hombritos casi que con resignación.
Ese día pactamos que cuando llegue a Sudamérica se lo haré saber (aunque no sé cuándo será eso), y le dije que si se anima, lo llevaré a recorrer ese país hermoso que hace muchos años me tuvo 4 meses recorriéndolo. Sonreímos los dos, confiando en que así pasará. Compartió todo el día conmigo y en la tarde me llevó a encontrarme con mi amada Colo...que entre risas me preguntaba qué hacía despidiéndome a los abrazos de un australiano oriundo de Kangaroo Island? Un rato más tarde, me llamó para que esté atenta al horario (como si me conociera desde siempre, porque literal, estaba llegando JUSTO).
Bill no lo sabe, pero ese día, en un momento lo vi sonriendo, cerrando los ojos mientras sentía el viento, y me sentí en la escena de una de mis películas preferidas.
Una vez más, la gente me hace sellar los lugares con sus caras, y sus nombres.
Kangaroo Island fue hasta esa mañana, la isla donde tuve el peor trabajo. Si me preguntan hoy, KI fue la isla donde conocí a mi amigo Bill.