21/01/2025
21 / 1 / 1881
Carta de don Robert Ramsay Sturrock. (Parte 2)
“21 de Enero.- Con gran acompañamiento fui ayer a visitar los campos de batalla de Miraflores, Chorrillos y Barranco, pero el cuadro era tan espantoso que no intentaré describirlo. Montgomery vino el Miércoles de servicio, y cuando lo acompañé a arrendar su caballo, tuvo éxito en conseguirme uno para mí también. A las 7 de la mañana del día siguiente estábamos a caballo y partimos de la Legación Británica el Capitán Stephens, el Capitán Acklan (H.M.S. Triumph Attaché ante los chilenos), Alfred St. John, (sobrino del Ministro), el Teniente Horsely, un médico del Triumph, tres oficiales americanos (uno de ellos Attaché ante los chilenos) Montgomery y yo. Más tarde se nos reunieron el Capitán del “Triumph”, Markham, famosos por sus exploraciones Árticas, Mr. Brenton (Attaché ante los peruanos) y Revett, que ha perdido cuanto tenía en Miraflores y que vio ahí toda la devastación, el pueblo entero prácticamente destruido. Llegamos a Chorrillos que realmente es un montón de ruinas. Fuimos especialmente a mirar algunas casas, entre ellas la de Fred Ford, en la que se supone que se encontraba el viejo doctor Mc Lean cuando encontró la muerte, ya que el anciano inconsciente insistió en quedarse en Chorrillos. Los chilenos fueron atacados al entrar al pueblo así es que inmediatamente se pusieron a destruirlo y el doctor no pudo arrancarse. Hacía muchos años que estaba aquí, era el único médico inglés, y lo ocupaba la mayoría de sus compatriotas en Lima. Tenía alrededor de 80 años, conservándose maravillosamente sano y vigoroso, teniendo por costumbre venir a caballo desde Chorrillos dos veces por semana. Los chilenos pueden no tener razón, pero él no debió jamás haber permanecido allí. El espectáculo en Chorrillos era horrible, con muchos cadáveres carbonizados entre las ruinas. Una casa que no había sido quemada contenía 26 cuerpos hacinados y, arriba en el cerro, en la batería, los cadáveres yacían por montones. En el hecho, hay todavía en el campo de batalla cientos de cadáveres insepultos y algunos de ellos se encuentran en mitad y en los bordes de los caminos. En los reductos de Miraflores la visión era aterradora y, en todos los casos, los cadáveres descompuestos presentan un aspecto horrible. Algunas veces pesábamos frente a algún pobre infeliz cuyo cuerpo estaban quemando a fin de acelerar la descomposición. El número de caballos mu**tos es muy grande y, por supuesto, el conjunto constituyó un espectáculo tremendo para mí, siendo lo peor el hedor. Entramos al hospital chileno en Chorrillos y no puede darse jamás algo más chocante. Hombres mal atendidos, hombres sin ninguna atención, escasez de los recursos que se necesitaban y un olor espantoso. Como manifestó el médico del “Triumph”, era arriesgar nuestras vidas ir y atender a los heridos allí. Vimos tres hombres juntos muriéndose, uno un peruano, que nunca podría haber sido curado y que debe haber estado consumiéndose por casi una semana. Todo esto y los campos de batalla le dan a uno una idea de lo que es la guerra y lo brutos que pueden ser los seres humanos. Voy ahora a tener una consideración con sus sentimientos y a no decir más sobre estas escenas tremendas.
Me olvidaba decirle que los chilenos entraron en Lima en la tarde el Martes (al día siguiente que los desórdenes se aplacaron), en perfecto orden, constituyendo un gran espectáculo. Primero venían los 30 cañones Krupp con todas sus cureñas y servidores de las piezas, después dos regimientos de infantería y, finalmente tres regimientos de espléndida caballería. Las bandas tocaron música muy tranquila, ninguna canción nacional ni nada que pudiera ofender, y después de marchar alrededor de la plaza, los soldados se fueron tranquilamente a los cuarteles. La bandera chilena se ha izado ahora en el Palacio y todo está muy quieto y espero que los soldados serán embarcados muy pronto de regreso.
Respecto de Callao, los peruanos estaban resueltos a que los chilenos no capturaran ningún buque o cañones. De ahí pues que ellos incendiaran “La Unión”, “El Rímac”, y toda su pequeña flota, volaran los fuertes y destruyeran los cañones. Allí también los soldados cometieron algunos actos de pillaje e incendios pero, en general, la ciudad no ha sido muy dañada. Como Callao, sin embargo, ha sido declarado abierto, a su debido tiempo Lima recuperará su vieja apariencia y los habitantes del puerto volverán con gusto a sus hogares. Sin duda, la Pacific Steam Navigation Co., establecerá pronto allí nuevamente su cuartel general, tal como antes.
Entre tanto, he conocido gran número de gente muy bien entre los oficiales del “Thetis”, y entre otros, al Teniente Dixon, hijo de Mr. Dixon de Arbroath quien, por supuesto, conoce a muchas personas que yo conozco: los Sootes, Gordons de Ashindia, Cathrines de Carlogie, etc., etc. Tuvimos una larga conversación sobre todo el mundo, pudiendo yo decirle que conocía a su padre, aunque sólo de vista, y que mi padre lo conocía bien. También mencioné el triste y fatal accidente de su tío en Francia, del cual frecuentemente he oído hablar a mi padre. El también se refirió a Miss Poorie, de Carncustie, de quien, a menudo, he oído hablar y, en general, fue muy agradable toparme con Dixon que es una buena persona. Entiendo que es casado.
Resultó gracioso que un subteniente llamado Austen, que había estado en Bombay, me hablara del lugar y mencionara a todas las personas que Jack conoce allí siendo ayer uno de los primeros. No me parece que haya visto a Jack, por lo menos no conoció a alguien de ese nombre, y no me pude acordar cuando anduvo Jack por Bombay. Pero Austen estuvo allí en 1877. Tal como yo lo he sospechado, al comparar Austen esta parte del mundo con Bombay, encuentra que Perú y la costa occidental, son lugares miserables para venir, excepción hecha de los negocios, y por su descripción, así como también por la de nuestro propio hermano, las Indias Orientales son mucho más acogedoras que Sud América. Muchos oficiales navales que se encuentran aquí han estado también en China y Japón y encuentran dichos lugares mucho mejores. En realidad, no me he encontrado con nadie que le guste estos parajes, y así como yo me formé criterio desde el comienzo, ellos encuentran una clase diferente (o más bien indiferente) de hombre aquí. Dixon me contó la muerte repentina de Mrs. Guthrie, de la que nada había oído.
Ahora voy a detenerme un tiempo y en vista de que aún no se sabe cuando sale la correspondencia, lo más probable es que más adelante agregue algo más. Como desde el 2 no se reciben noticias de la casa, confío en que un correo llegará pronto pero, naturalmente, todo aquí está patas para arriba. Por lo que he oído, estoy casi seguro de que debe haberse producido un largo espacio de tiempo durante el cual no debe haber recibido Ud. Noticias mías, sin embargo, espero, que la P.S.N. Co. renueve las antiguas facilidades y me permita reanudar mi hoja semanal.
Me temo que el viaje a Ancón con sólo 10 minutos de aviso previo ese Domingo, haya sido causa de que perdiera un correo. Me imagino que deben haber quedado extrañados en el Thetis con mi llegada sin una pulgada de equipaje, pero Horaley, amablemente me dio un par de pijamas que sacó de su propio camarote, con los que resolví el problema. Aún cuando no apareció entonces el v***r de la P.S.N.Co. que había ido a encontrar, no me atreví a quedarme una noche más a bordo. Por fortuna el Shannon llegó desde Callao el Lunes por la tarde e inmediatamente subí a bordo a ver a todos los amigos, los que me recibieron tan cordialmente, que tuve la frescura de decirles que sería conveniente que me quedara a bordo una noche. El v***r apareció antes de medio día y, cuando volví a Lima el Martes, lo hice con la cara como langosta cocida y fui aquí él hazme reír de todos, a medida que mi cara se iba despellejando lo mismo que la de Woodsend. Nuevamente se me ha puesto igual con la cabalgata del Jueves por los campos de batalla. Sin embargo, a mi nada me importa.” (Continuara)
Imágenes: HMS Triumph vestido, probablemente con motivo de la inauguración oficial del Canadian Pacific Railway en el puerto de Vancouver en 1887 y su capitán, Albert Hastings Markham en 1876.