19/04/2023
Viernes Santo en el Santo Sepulcro…. Y en la compañia de nuestro grupo…. Que Bendicion
Undécimo día del camino espiritual de Tierra Santa
Los primeras rayos del sol iluminan esas estrechas callejuelas. Las piedras se reflejan tenuemente el brillo del sol. La ciudad apenas está despertando. Hay muy pocas personas en las calles, la mayoría son extranjeros.
Estamos en Jerusalén. Son las 5:55 de la madrugada. Nos encontramos aquí porque hoy, Viernes Santo, queremos hacer el recorrido por la vía dolorosa. Viviremos en nuestra fe ese duro camino de Jesús desde que lo condenan hasta que lo sepultan en la tumba posibilitada por José de Arimatea.
Somos 57 peregrinos abiertos a la bendición de la oración. El recorrido está salpicado de muchas palabras de todos los idiomas que pronuncian los peregrinos en su mayoría católicos, que como nosotros.
Asiáticos, africanos, europeos… hombres, mujeres… jóvenes, adultos y ancianos… clérigos y laicos… presbíteros y, también, algunas presbíteras anglicanos vestidas orgullosamente con su clerigman, rezamos y meditamos cada una de las estaciones del vía crucis.
Nuestros pasos firmes por ese piso antiguo, las manos que tocan paredes milenarias, rezos nacidos del corazón y canciones aprendidas desde niños y niñas nos llevan al Gólgota.
Los hombres musulmanes van en gran número a sus rezos en las mezquitas. Algunos judíos con sus atuendos dan testimonio de la celebración del “Pesaj” (La Pascua Judía). Es la convivencia -a veces tristemente tensa- de las diferencias religiosas.
Terminamos nuestra oración y procedemos a entrar al santo sepulcro, felices de saber que no vamos a ver nada porque Él no está ahí. La entrada es difícil. Son centenares peregrinos que quieren entrar y las medias de seguridad de la policía hacen que todo sea más difícil pero entendemos las razones y preparamos todo el ser para las dificultades, que serán pocas si recordamos las que sufrió Jesús en esos lugares.
Son varios los ritos cristianos que se hacen presente en ese lugar. La espera para entrar es larga. Pasamos por todas las emociones y el cansancio golpea, pero está la firme decisión de llegar hasta la Tumba vacía. Las filas, los regaños de la seguridad del lugar y el hambre, sólo hacen que la experiencia valga más la pena. Luego de 4 horas de espera logramos entrar.
Cada uno entra al lugar en el que estuvo el cuerpo del Señor. Ora e intercede. Algunos lloran de emoción. Otros salen del lugar con una cara radiante. La fe los impulsa.
Alcy y yo recorremos el resto de las capillas. Vamos a la posible tumba de José de Arimatea en la capilla de la iglesia Siríaca. Una capilla abandonada y pobre que parece un signo diciente de todo lo que allí se celebra. Los cristianas de este rito son los que más sufren en el conflicto de su país. Recuerdo los momentos en los que he presidido la eucaristía en la capilla católica Romana, sencilla pero elocuente. Agradezco el pasado con la felicidad de la manera como hoy vivo la fe. Dios siempre nos acompaña y reafirma en la decisión tomada. Eso me hace feliz y aprieto la mano de la compañera adecuada que Él me ha dado.
Terminamos nuestra visita presenciando el rezo de la última estación del vía Crucis de los frailes franciscanos. Recibimos la bendición y salimos cansados físicamente pero fuertes y robustecidos en la fe.
Almorzamos y luego vamos al monte Sion, lugar en el que me siento en una banca a orar dando gracias a Dios por bendecirnos tanto. Seguimos las celebraciones en la tarde y en silencio celebramos este misterio de fidelidad de Jesús.