25/02/2024
La pelota caliente
Ivan Gonzalez Garcia
Fragmento de la novela
LA PELOTA CALIENTE
Iván González García
“Uno solo será el campeón,
Pero todos la vivimos.
Es la pelota caliente, que la disfruten amigos”
El pitcher se toma todo su tiempo…se coloca el derecho Alcibíades Jaramillo, levanta los brazos…se mece….!ahí laaaanza!....bajita, al centro, la primera.
Una bola y cero strike, la cuenta para el bateador de turno, Ventura Miranda; número veintiuno en la camiseta.
Corre en primera base, “panelita” Cuadro por hit al jardín izquierdo…!ahí vuelve!...se coloca nuevamente…está lanzando de lado para cuidar al corredor de primera….!el lanzamiento!....!bola!....!el disparo a segunda!...!quieto!...se robó la base. Corredor en la intermedia, parte baja del noveno episodio.
Colpuertos: cuatro carreras, Águila: tres carreras, pero hay un corredor en la segunda almohadilla amenazando seriamente con empatar el juego.
El pitcher vuelve, ahí laaanzaaa….!strike!...la vio pasar y se lo marcaron, recta rápida a la esquina derecha del home. Colpuertos a un out de la victoria, el Aguila amenazando con empatar, pero dicen los brujitos de Macondo, que cuando el enfermo se mejora, se muere.
Entra nuevamente el pitcher en caja, se lleva las manos a la cintura….!ahí suelta!...!pack!....sale un batazo laaaargo para el jardín central…!atrás!, ! atrás!, ¡atrás!, le pone piernas al asunto…..!nada!.....!a eso no le llega nadie!...la pelota se va elevando, se va elevando y la pelota se ha llevado la cerca…un batazo descomunal, mis amigos…!jonrón!...es increíble, se ha quedado Colpuertos en el campo.
¡Águila!, ¡Águila!, Águila!....!Águila campeón!
Esto no es apto para cardiacos….el público se ha enloquecido….esto no lo esperaba nadie.
¡Águila!, ¡Águila!, Águila!
Y ahora, un emocionado comentario de Meporto, la biblia del béisbol….
Les juro que desde los tiempos de Óscar Luis Gómez no se veía nada parecido, es una especie de Babe Ruth colombiano…lástima que no se haya ido para los Estados Unidos…!esto es increíble!
II
Este negocio no da plata, pero uno se divierte, ¿sabe? Y se llena de satisfacciones y hasta acaricia la felicidad.
Imagínate tú, la prensa y la radio haciéndote elogios hasta más no poder; que si bateo como Babe Ruth, que si fildeo como Clemente, que si tengo la efectividad de Di Maggio; y la gente, claro, queriéndome tocar, paseándome en hombros por el centro y las murallas, pidiéndome que me coloque la gorra con la visera hacia atrás, como cuando voy a batear de jonrón. Claro, que hay unos vergajos que dicen, que lo que soy es un man de leche y que lo mío es pura casualidad, pura suerte; pero que va, es la envidia que se los come, porque lo que lo que sucede, lo que ocurre, es que analizo a los lanzadores, los estudio bien, ¿sabe?, y así descubro a que lanzamiento le puedo pegar duro, fuerte; entonces le doy el toque artístico a la cuestión, la pantallita, usted sabe. Me volteo la gorra, me concentro, le pongo paciencia a la vaina y…!pack!, allá va, ¡jonrón!.
¡Miércoles!, y ahí si, empieza la gente a hablar paja, a echar carreta; que si soy brujo, que si patatín, que si patatán. Pero que va, hermano, tu que llevas tiempo en esto del béisbol, sabes que no hay nada sobrenatural en el asunto, que para hacerlo, lo que se necesita es poder en las muñecas y talento, lo demás es puro cuento.
¿Qué si se divierte uno?, ¡claro llave!, esto es la locura, lo máximo, ¡el Águila campeón!, los pajarracos de San Diego, calcula que hasta en el mercado se suspendieron las actividades y los carros salieron pitando como en año nuevo. Es el Águila, mi hermano, los inmondables coleros del campeonato, los que jugaban como nunca y perdían como siempre. ¡El Águila campeón!, lo que soy yo, me pongo mi pinta bien arrebatada, con zapaticos blancos y tal y a g***r de lo bueno: Celia Cruz, Daniel Santos, el Benny Moré y pa que te digo más…!rumba corrida!...!ay mi madre!...!Santa Isabel de las Lajas querida, Santa Isabeeel…”
III
Parece mentira, pero en toda la ciudad no se habla de otra cosa sino de ti, de tu poder al bate, de tu estilo original para jugar a la pelota caliente; de las pelaítas que se babean por tu fama de bateador sin igual; y a ti te gustaba, claro, ¿y a quien no?, imagínate.
Esa fue la época de tu primera mujercita, de la segunda, de la tercera y quien sabe de cuantas más.
Los hijos, las vainas que nunca faltan, y mi mamá con la cantaleta; que mira mija, que ese hombre no te conviene, que por ahí dicen esto y lo otro, que es un sin vergüenza que nunca se va a casar contigo, que solo quiere manosearte, que todos los peloteros son iguales y tú eres una muchacha de bien y tan bonita, que si te esmeras un poco, hasta con un doctor pueda que cargues. Pero tú me decías, que cuchi cuchi de mi alma, que amorcito, que negrita, que mira que yo te prometo; y me metías la mano y la lengua donde más me gustaba y me lo restregabas con disimulo y la piel se me erizaba; y yo a no dejarte,! tate quieto!, que si no te casas conmigo, ¡nanais cucas!, porque soy seria y bien criada y no como las puticas esas con las que dicen que andas, porque yo si te quiero de verdá – verdá. Pero no te culpo, ¿Sabes?, porque había que verlas como andaban detrás de ti, como peritas falderas; hasta que me cansé de tanta cantaleta en mi casa, de tanta cantaleta en la calle, de tanta cantaleta en todas partes y te lo dije, te lo dije, con rabia, con desesperación, dispuesta a todo.
Pero me sorprendiste. Te juro sobre tu cadáver que me sorprendiste y no sabía que contestarte de la felicidad y me dieron ganas de brincar y bailar en un solo pie.
Y es que eso era precisamente lo que más me gustaba de ti, la forma en que sabías sorprenderme, que seguramente era la misma con la que sorprendías a los mejores lanzadores del momento. ¡Mira tú!, que a esta edad, cuando ya uno lo ha visto todo y lo ha sufrido todo, vienes a sorprenderme otra vez, con esta extraña muerte del carajo.