12/12/2023
Había una vez un anciano sabio que vivía en lo alto de una montaña. Muchos viajaban largas distancias para buscar su consejo y sabiduría. Un día, un joven adinerado llegó hasta él, buscando respuestas sobre cómo alcanzar el éxito en la vida.
El joven llevaba consigo la carga de su riqueza material, creyendo que eso era lo que le otorgaría la verdadera felicidad y éxito. Le preguntó al anciano sabio: "¿Cómo puedo ser verdaderamente exitoso y encontrar la paz interior?"
El sabio, en lugar de responder directamente, le pidió al joven que trajera una jarra vacía. Luego la llenó lentamente con piedras grandes hasta que parecía estar llena. El joven dijo: "¡Está completa!", a lo que el sabio respondió: "¿Estás seguro?"
El sabio agregó piedras más pequeñas que se acomodaron entre los espacios vacíos de las piedras grandes. Una vez más, el joven afirmó que la jarra estaba llena. Sin embargo, el sabio continuó.
Tomó un poco de arena y la vertió en la jarra. La arena se filtró a través de los espacios más pequeños entre las piedras y llenó los huecos que quedaban. "Ahora sí está llena", dijo el joven con seguridad.
El anciano, con una sonrisa serena, agregó agua a la jarra. El agua encontró su lugar entre la arena y las piedras. "¿Ves?", dijo el sabio, "la jarra siempre tiene espacio para más si sabes cómo acomodar lo que tienes".
El joven finalmente entendió el significado de la lección: la vida es como esa jarra. Las piedras grandes representaban las metas importantes, las piedras pequeñas eran las tareas diarias, la arena simbolizaba los pequeños detalles y el agua, la esencia misma de la vida. Si priorizas tus metas y encajas las cosas de manera adecuada, siempre hay espacio para más, incluso cuando crees que estás lleno.