Podríamos afirmar que JERUSALÉN resume toda nuestra FE en Jesucristo porque guarda en su seno el lugar más venerado por la Cristiandad, el Santo Sepulcro: "NO ESTÁ AQUÍ, HA RESUCITADO". "Como aquel a quien su madre consuela, así os consolaré, y POR JERUSALÉN SERÉIS CONSOLADOS" (Isaías 66,13)JERUSALÉN, JERUSALÉN: "QUE ALEGRÍA CUANDO ME DIJERON VAMOS A LA CASA DEL SEÑOR". "Envuélvete en el manto de
la justicia que procede de Dios, pon en tu cabeza la diadema de gloria del Eterno. Porque Dios mostrará tu esplendor a todo lo que hay bajo el cielo. Pues tu nombre se llamará de parte de Dios para siempre: "Paz de la Justicia" y "Gloria de la Piedad" Ba 5,2 -4. JERUSALÉN, la ciudad de oro, la tierra prometida, que Moisés a lo lejos divisó desde el monte Nebo, y que no alcanzó a tomar posesión tal como Dios le había profetizado. Jerusalén, la ciudad santa, es la imagen de la Jerusalén celestial, la antesala del cielo, la ciudad de Dios, la promesa cumplida de una vida eterna. A través de los siglos los peregrinos de las tres religiones más importantes como son el Cristianismo, el Judaísmo y el Islam, no han dejado de peregrinar cada día a este bendito lugar. Es la FE de nuestros antepasados, la FE de Abraham, la FE de Isaac, la Fe de Jacob, la FE de la Iglesia, nuestra FE, la FE de los cristianos, (de que Cristo ha resucitado y la tumba está vacía) lo que nos mueve ir a JERUSALÉN, y testificar de que verdaderamente es cierto. Jerusalén tiene un misticismo y un encanto que atrae y seduce. Quién ha estado allá, añora y sueña por regresar. Quién todavía no ha podido peregrinar, anhela toda su vida hacer este "santo viaje". Es el último sentimiento y deseo vivo que tiene todo cristiano antes de partir de este mundo. (Santiago y Mónica de Vanegas)