22/04/2023
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un destino gaditano de altos vuelos
J. M. Brazo Mena
En la entrada norte del parque natural de la Sierra de Grazalema, junto a la carretera A-376, Sevilla-Ronda, se encuentra el municipio de Algodonales, que constituye un destino inevitable para el viajero tanto por el impresionante paisaje donde se enmarca, en la falda de la sierra de Líjar, como por la abundancia de agua y fertilidad de sus tierras, además de estar considerado el enclave como una de las mejores zonas de a nivel europeo.
Aunque los primeros asentamientos humanos de época neolítica, tuvieron lugar en los abrigos naturales de Cueva Santa, Chamusquina y Castillejo, junto al Cerro de la Botinera, fueron los vecinos de Zahara quienes en el siglo XVI colonizaron la vega que se extendía a los pies de la sierra de Líjar, en la cuenca del río , que al poco tiempo, se convirtió en La Puebla de los Algodonales, denominación que el núcleo tuvo durante toda la Edad Moderna.
A pesar de las devastaciones sufridas por el enclave por el Concejo de Zahara en el siglo XVI, y durante la Guerra de la Independencia en 1810, cuando las tropas francesas incendiaron La Puebla, dando muerte a casi una décima parte de su población, tragedia que se refleja en su escudo municipal, el caserío consiguió su segregación de Zahara en 1817, cuando el rey Fernando VII le otorgó el título de villa y un término propio de 23.000 fanegas.
En la actualidad, Algodonales conmemora la efeméride de la ocupación napoleónica, cada año, con una recreación histórica del acontecimiento, en torno al día 2 de mayo, dentro de un programa de actividades que incluye desfiles de tropas vestidas de época, pasacalles, puestos artesanales, tabernas, espectáculos y gastronomía típica, en unas jornadas en las que se rinde homenaje a los vecinos que hicieron frente de forma heroica al ejército francés.
Además, el visitante podrá disfrutar en su recorrido de un bonito caserío (declarado Bien de Interés Cultural en 1985), que se encuentra abrazado por infinidad de huertas y acunado entre naranjos, membrillos, granados, y vastos olivares, contrastando con el blanco de las casas. En medio del conjunto destaca la monumental iglesia de y su esbelta torre del siglo XVIII, en la Plaza de la Constitución, que constituye el centro neurálgico de la villa.
Uno de los recursos a destacar en Algodonales es la abundancia de agua, que se puede apreciar en sus doce , repartidas por el casco urbano. Una de ellas, denominada del Algarrobo, se puede visitar en la calle de la Fuente, cuya construcción está formada por una docena de caños dorados que manan desde tiempo inmemorial, junto al Lavadero, mientras que en la vía Fuente Alta, se puede contemplar otro manantial del mismo nombre.
Ascenso a la sierra de Líjar
Entre las rutas, fuera del casco urbano, destacan la subida a la sierra de Líjar, accediendo al macizo rocoso por la aldea de , así como la al Cerro de la Botinera, un yacimiento situado a 4 kilómetros de la localidad, en una pequeña loma cercana a la vertiente oriental de la sierra, desde donde se divisan los principales asentamientos del territorio, como Pruna, Olvera, El Gastor y Zahara e incluso los restos de la ciudad romana de .
Sierra de Líjar, con La Muela al fondo
Sierra de Líjar, con La Muela al fondo B. M.
La subida a la sierra de Líjar, con su impresionante macizo rocoso de El Mogote, se puede realizar por la cara norte desde la carretera A-376, Sevilla –Ronda, tomando el desvío de Coripe por la C-339, hasta la pedanía algodonaleña de la Muela, (CA- 448), cuyo blanco núcleo de casas, que servirá de punto de referencia para el ascenso, aparece recostado suavemente en un valle contrastando con el relieve más abrupto y accidentado de las cumbres cercanas.
Área recreativa de La Muela
Después de atravesar La Muela, el excursionista tomará un camino forestal situado a un centenar de metros del casco urbano, en el que se encuentran indicaciones para subir hacia las y ala , que han dado fama a Algodonales. En el ascenso, pasará por el área recreativa de La Muela, que invita a realizar una parada en el camino para contemplar las impresionantes paredes calizas del Mogote, que se elevan hasta los 1.051 metros de altura.
Área recreativa de La Muela
Área recreativa de La Muela B. M.
Tras un recorrido de siete kilómetros, el visitante llegará hasta las crestas, después de pasar por lugares que se convierten en auténticos balcones de la sierra, tanto en su vertiente norte, con la aldea de la Muela, que aparece acunada en el valle, como en la cara sur desde donde se divisa una espectacular panorámica, con Algodonales, y Zahara de la Sierra, orillada junto al del mismo nombre, y la Rivera de Gaidóvar y la Sierra del Pinar, al fondo.
La excursión por la sierra supone encontrarse con una sorpresa a cada paso, tanto por la riqueza paisajística como por el alto nivel ecológico del enclave, con bosques de especies antiquísimas, numerosos manantiales y una fauna variada Aquí se puede observar el vuelo del leonado sobre las crestas, el salto de la montés, o la sosegada presencia del calzada y la culebrera, además de descubrir las más bellas y narcisos en el monte.
Pistas del despegue
Los amantes del vuelo libre disponen de un lugar privilegiado en esta sierra, tanto por la orografía del terreno y su microclima como por la existencia de pistas de despegue orientadas en todas las direcciones de los vientos dominantes. En estos escalones de lanzamiento, se puede practicar durante todo el año, los vuelos de ala delta, , ultraligeros y , habiéndose realizado varios a escala nacional e internacional.
Otro de los atractivos que se pueden visitar junto a La Muela, son los restos arquitectónicos del monasterio de El Juncal, un convento eremítico fundado en 1.606, donde, según Francisco Siles, «moraron frailes hasta que el viejo cenobio fue expropiado en 1.835». Parte del patrimonio artístico de El Juncal, se conserva en la iglesia de La Muela, mientras que la antigua portada del templo se encuentra reconstruida en la cercana finca «Orihuela».
Visita a la
La excursión, no puede concluir sin la obligada visita a la gastronomía del lugar, entre cuyos platos destacan el potaje de tagarninas, las sopas tostadas con espárragos, las chacinas y los quesos artesanales, además de las partidas, menú que puede completarse con los afamados « », dulces elaborados con huevos, azúcar y especias,(canela, ajonjolí y clavo), cuya masa se envuelve en cañas de madera para freírla, resultando un exquisito postre.
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, gracias 🙂