29/02/2024
La Casa Macaya como tantas otras casas modernistas que son conocidas por el nombre del empresario que las encargó (casa Milà, Batlló, Vicens, Amatller.. etc) fue un proyecto del rico industrial y empresario, Román Macaya i Gibert, que encargó a uno de los últimos arquitectos catalanes de renombre del Modernismo y primeros del Nuevocentismo , Josep Puig i Cadafalch, siguiendo el estilo arquitectónico reinante a finales del XIX y principios del XX.
Macaya compró una isla entera en el Ensanche derecho en un enclave singular puesto que el terreno tenía una presencia importante al Paseo de San Juan, y en su fachada sur rozaba la avenida Diagonal. Macaya aprovechó el hacer de que esta zona del Ensanche estuviera en plena fase de desarrollo, y segregó la isla en diferentes solares con el objetivo de, un golpe vendidos, financiar la construcción de Palau.
Román Macaya Gibert encargó en 1898 una residencia familiar a Josep Puig y Cadafalch. Los trabajos de construcción finalizaron en 1900, siendo uno de las primeros edificios de un Paseo de Sant Joan. Puig llevó a cabo diferentes trabajos residenciales para la consolidada clase burguesa catalana de comerciantes e industriales, que se inspiraban en precedentes históricos y vernaculares, y que se enmarcaban expresamente dentro del estilo predominante del momento: el modernismo (optimista). Palau Macaya es un ejemplo claro del modernismo ecléctico que evoca ejemplos del gótico civil del siglo XV y XVI y detalles de la casa solariega catalana de finales del siglo XIX. Esta composición ecléctica de estilos responde a la voluntad nacionalista de Puig, de fijar las bases de una nueva arquitectura catalana.
Palau Macaya ofrece muchas coincidencias arquitectónicas con otras casas de Puig. De la casa Garí de Argentona, toma el programa y los esgrafiados. De la casa Coll y Regàs encontramos reminiscencias en la aplicación de baldosas de cerámica azul y naranja al coronamiento de la tribuna de planta primera y el uso de horquillas canopiales (fachada al Paseo de San Juan). Con la casa Amatller, construida al Paseo de Gràcia simultáneamente al Macaya, comparte diferentes aspectos. En primer lugar la composición de la fachada, asimétrica y policroma, organizada singularmente según una relación de vacíos (las aperturas) y plenos (las cerraduras ciegas) dimensionados según la naturaleza funcional de cada aposento. La ornamentación de la fachada en dos casos (en un grado menor en el Macaya), presenta trabajos escultóricos en piedra y cerámica vitrificada, y serigrafía de colores, muestra motivos vegetales y geométricos. La ornamentación en Puig presenta numerosas alegorías textiles que se pueden interpretar como una influencia familiar explicable por el hecho de ser hijo de fabricantes de puntas, tules y puntillas.
En el Macaya destaca la suavidad cromática del estuco blanco que contrasta con los enmarcados de piedra que sobresalen ligeramente y los tonos ocres de los esgrafiados que rodean las aperturas, solución frecuente al barroco catalán. La planta baja y concretamente el acceso principal (desdoblado en dos puertas) simbolizan la conexión del Palacio con la ciudad. En el portal mayor de Palau Macaya, atraen la atención del peatón las ménsulas del arco rebajado, con una referencia al contraste entre el dinamismo de un ciclista y la calma de un campesino a caballo de un a**o. En el vestíbulo del Macaya, a diferencia de la casa Amatller, los grandes arcos de piedra se sustituyen por apoyos prismáticos de ladrillo que antes de finalizar en un pequeña arcuación, se coronan con dos ménsulas de piedra.