Con estas sencillas palabras queremos saludaros y recibiros en nuestra página web de la Catedral de Cádiz, que desde hoy ponemos a vuestra disposición para que podáis preparar vuestra visita. Os damos la bienvenida a la casa de Dios y a nuestra casa, y os invitamos a admirar las obras de arte y de fe con que los gaditanos - a través de los siglos - la hemos embellecido. Queremos, además deciros un
as palabras sobre el profundo significado que este edificio tiene para nosotros. En efecto, estas páginas, tienen la finalidad de daros a conocer la historia y las ideas religiosas que influyeron en la forma y decoración de nuestra Catedral y del Museo catedralicio. Ante todo deciros que la Catedral es la Iglesia Madre de nuestra Diócesis, el lugar donde se ubica la sede episcopal de Aquel que es el Pastor de nuestra Iglesia. No es un Museo aunque en ella, por el paso de los siglos y el fervor y amor de los fieles, se hayan ido realizando imágenes, cuadros, altares, enseres, etc, para su uso en las celebraciones litúrgicas. Es ante todo un lugar de oración, un lugar donde se reúne el pueblo de Dios presidido por el Obispo para celebrar, un lugar lleno de historia divina y humana, y como tal debes respetar. Ella es signo visible de los avatares de la historia de nuestra Iglesia diocesana, y de la historia de nuestra ciudad. Aunque construída en piedra, no ha sido testigo mudo de los acontecimientos históricos sino testigo clarificador de los mismos. Es, también, tal como las demás iglesias, una casa de oración para todos los pueblos: por lo tanto, es también vuestra casa, aunque no seáis gaditanos, aunque no seais creyentes. Estamos seguros de que observaréis un comportamiento decoroso, que permita a los demás visitar el templo, estudiando y contemplándolo con serenidad. Es más, si fuese posible, os invitamos a unir vuestra plegaria a la nuestra, agradeciendo a Dios por todos los dones que nos ha concedido, entre los cuales destacamos el de la belleza y la creatividad humana, de los que esta Iglesia Catedral es sumamente rica. Durante casi un siglo pemaneció sin techo por falta de medios económicos, y posteriormente 18 años permaneció cerrada por el peligro de desprendimiento de sus piedras. Hoy, abierta de nuevo al culto, gracias a unas redes de protección, pide nuestra ayuda y colaboración para su atención y cuidado. Cada uno de vosotros es también un don de Dios: y es por ello que os recibimos con verdadero júbilo, como hermanos y hermanas, en la casa del único Padre. En nombre de la Iglesia de Cádiz: ¡Bienvenidos!