31/12/2024
Nos encontramos a pocos días que el año 2024 llegue a su fin e inicie uno nuevo el 2025. En nuestro país por tradición ancestral al final del año que fenece miles de muñecos de trapo, artísticamente elaborados, son colgados a árboles y postes para ser quemados a la medianoche del 31 de diciembre.
Dichos muñecos metafóricamente personifican al año viejo, y si bien agitan la algarabía propia de la fecha, también y más importante es que representan un ritual de purificación, mediante el cual, se pretende incinerar maldades y todo aquello que ha hecho daño e impedido salir adelante a quienes practican estos rituales.
Todas las personas, con independencia de la tradición ancestral de colgar y quemar muñecos de trapo, debiéramos aprovechar este punto de inflexión, paso de un año viejo a uno nuevo, para ponernos frente al espejo del alma, y disponernos a aceptar a Jesús en nuestro corazón espiritual para que todas las cosas dañinas queden atrás y todo sea renovado y transformado para bien y se cumpla en nosotros la palabra que dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2da. Corintios 5:17).
Amigas, amigos, que las cosas viejas queden fuera de nuestras vidas, y dispongámonos a dar cabida a nuevas actitudes y comportamientos, para vivir en abundancia espiritual, conscientes que vivir es mucho más que respirar, que vivir es disfrutar cada minuto que Dios nos da en esta tierra.
Amiga, amigo quemar el muñeco interior que representa lo viejo, se trata de circuncidar todo aquello que nos impide vivir a plenitud esta corta vida; se trata de tener la valentía para pararse frente al espejo que refleja las imperfecciones del alma, no cerrar los ojos cuando aparecen los antivalores, no justificarlos, no trasladar culpas a otras personas, sino que, reconocerlos, aceptarlos y de esa manera en el año que inicia aplicar correcciones sostenidas para mejorar cada día.
Amiga, amigo lo nuevo nos conduce por el camino del crecimiento espiritual, que implica: amar a Dios por sobre todas la cosas, amarnos a nosotros mismos y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos; Agradecer por la vida, por el aire que respiramos, por el sol que nos da energía y luz, por el agua que es vida, por quienes nos quieren y por quienes nos malquieren, por los dones y aptitudes de que disponemos, en fin, disfrutar la vida; vivir en paz con nosotros mismos y con el prójimo; ser paciente; ser tolerantes; practicar dominio propio que nos habilita para dominar las emociones y no ser dominados por ellas, etc..
Amiga, amigo, este fin de año, es un tiempo propicio para disponernos a quemar el muñeco que representa lo viejo, a reflexionar, a transformarnos, a renovar el entendimiento, ver hacia adelante y avanzar en la vida. Si vemos hacia atrás que sea solamente para proponernos a mejorar lo que consideremos no está bien, e iniciar esta nueva temporada tomados de la mano Jesús, y pedirle que Él nos muestre propósitos específicos para nuestras vidas.
Y que mejores propósitos específicos para que nuestras vidas sean verdaderamente abundantes, que dejarnos guiar por mandatos, principios y valores del Reino de Dios:
Que allí donde haya discordias nosotros seamos factores de unidad: “Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo, en medio de ellos” (Mateo 18:20);
Que allí donde haya ofensas nosotros seamos factores de perdón: "Sean mutuamente buenos y compasivos, perdonándose los unos a los otros como Dios los ha perdonado en Cristo" (Efesios 4:32);
Que allí donde haya rencores u odio nosotros seamos factores de amor: "Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, ha nacido de Dios y conoce a Dios" (1 Juan 4:7);
Que allí donde haya contiendas y conflictos nosotros llevemos paz: “Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios”. (Mateo 5:9).
Amigas, amigos, que el año 2025 que está por iniciar, nos conduzca por el camino de la renovación de entendimiento y transformación de comportamientos, para que conozcamos la agradable y verdadera voluntad de Dios para nuestras vidas, que se expresa en la palabra: “amado yo deseo que seas prosperado en todas las áreas de tu vida, que tengas mucha salud, así como prospera tu alma” (3ra. Juan 1:2).