30/10/2024
Ya está a la venta el libro de las Actas de las XVIII Jornadas sobre bandolerismo en Andalucía, presentado en las pasadas IX Jornadas, celebradas los pasados días 19 y 20 de octubre.
Dejamos aquí un resumen de uno de los trabajos expuestos en dichas actas.
EL SECUESTRO DEL NIÑO DE ALAMEDA, JUAN CAÑETE JIMÉNEZ
En este artículo vamos a dar a conocer la historia del secuestro del niño Juan Cañete Jiménez, hijo del rico hacendado Juan Cañete Jiménez y de Josefa Jiménez Hurtado. Su patrimonio personal se encontraba entre los tres vecinos más acaudalados de Alameda, pueblo donde nació el 6 de diciembre de 1827. Su mujer, Maria Josefa Jiménez Hurtado era natural del vecino pueblo de Palenciana. Tuvieron siete hijos. Su hijo Juan José Pablo Pelayo, el protagonista de esta historia, fue el último y nació en 1868.
Al anochecer del 9 de junio de 1875 Juan aún no había regresado a la casa de sus padres, pensando estos que el pequeño se encontraba en la casa de algún familiar. Las horas pasaban y Juan-de tan solo siete años de edad-, no regresaba. La preocupación se hizo presente en los padres, quienes salieron a su encuentro, resultando negativa su localización, imaginándose la peor de las pesadillas, que su hijo podría haber sido raptado.
Ante estos temores, Nicolás Cañete, el padre, puso en conocimiento de las autoridades locales lo ocurrido. Durante toda la noche se montó un dispositivo en el que participó multitud de vecinos que se ofrecieron voluntariamente para reconocer distintos lugares del pueblo, así como la vigilancia de todas las calles, entradas y salidas de la población, para localizar e identificar a cualquier persona que infundiera sospecha.
Las gestiones fueron infructíferas, todo apuntaba que había sido víctima de un secuestro, por lo que el hecho se puso en conocimiento de Francisco Melero, juez especial de secuestros y titular del Juzgado de 1ª Instancia de Archidona, partido judicial al que pertenecía Alameda.
La hija de este juez también fue secuestrada y no pudo reunir la cantidad exigida para el rescate y a las pocas semanas sel secuestro, aparecieron las dos orejitas de la pequeña clavadas en la puerta de su domicilio, reconociendo que eran las de su hija por los zarcillos. Por medio de un anónimo supo que su pequeña habia mu**to, sin poder averiguar nunca el paradero del cuerpo. El juez Melero, encolerizado de dolor, se trasladó a Madrid donde le fue concedida una comisión especial “sin sujetarse a reglas ni procedimientos, y con amplísimos e ilimitados poderes” para combatir a los secuestradores.
Nicolas Cañete empezó a recibir anónimos exigiéndole el pago de cinco mil duros para el rescate de su hijo, al mismo tiempo que le solicitaron paralizar todas las investigaciones judiciales que se estaban llevando a cabo.
Con todo esto, aparece la figura de Martín Tenor, badolatoseño e hijo de Pedro Tenor, un criminal que formó parte de la cuadrilla de Antonio Mayorga “El Nene de Jauja”, antiguo miembro de la partida de José María “El Tempranillo”. Martín Tenor se trasladó por razones desconocidas a vivir con su espos e hijos a Alameda, concretamente a la calle Enmedio. Este tenía amistad con José María Cobos Romero, natural de Alameda, que residía en la calle La Fuente ejerciendo de zapatero.
Martín se ofrece a colaborar para el esclarecimiento del secuestro, y esto despertó las sospechas del juez Melero, quien logró ahondar en sus antecedentes penales.
Como resultado de las investigaciones, se desencadenó el arresto de una larga lista de individuos confesos, naturales de distintas poblaciones limítrofes, como Casariche, Badolatosa, Mollina o de la propia población de Alameda. Más de quince sospechosos fueron conducidos por la Guardia Civil a la prisión de Málaga, donde ingresaron el 25 de junio de 1875.
El 8 de julio, cuando el oficial de la Guardia Civil Francisco Orlando estaba de servicio de correrías junto a dos guardias civiles por los jarales del Rio Genil, en las proximidades de Cuevas Bajas, sorprendieron a José Mena Borrego, desertor del presidio de Granada. Este llevaba una pequeña cantidad de pelo rubio envuelto en un papel, lo que indicaba todas las sospechas de que pertenecian al pequeño secuestrado. Mena fue detenido y puesto a disposición del juez Melero de Archidona.
Estando Martín Tenor en la prisión de Málaga, declaró ser el cabecilla del rapto del niño de Alameda y confesó donde estaba el niño, en una cueva próxima al Rio Genil en el camino de Alameda a Badolatosa. Pero todo fue un plan para intentar asesinar al juez Melero y al guardia Orlando y la cosa acabó con la muerte de los dos bandidos. Asi lo cuenta el juez Melero:
“mu**tos por la Guardia Civil a consecuencia de querer evadirse de dicha fuerza, al ser conducidos a un reconocimiento mandado por el delito del secuestro”
Una década después de la desaparición de Juan, sus padres continuaban sin saber su paradero y si seguía o no con vida. Años más tarde, los padres del niño, seguían recibiendo cartas extorsionadoras exigiéndoles importantes sumas de dinero. Otros secuestradores cumplieron su condena y comenzaron una nueva vida, ese fue el caso de Antonio Muñoz Romero, que regresó a Badolatosa.
Maria Josefa, la madre del niño, murió en 1915, con el dolor de haber visto morir a sus esposo, a cinco de sus hijos, a dos nietos y el sufrimiento de la desaparición de su hijo pequeño. Hasta el final de sus días, siempre pedía a su servicio doméstico que cuando llamaran a su puerta los pobres que pedían limosna (sobre todo si eran de fuera del pueblo) que le avisaran para preguntarles si habían visto a un niño de las características de Juanito.
Nota: Información extraída del libro de las Actas de las VIII Jornadas sobre el bandolerismo en Andalucía, del trabajo “ El secuestro del niño de Alameda Juan Cañete Jiménez. 1875., de Arturo E. Rodriguez Guerrero ( Comisión Científica de las Jornadas sobre bandolerismo y Asociación Española de Militares Escritores)