01/11/2024
Hoy es el Día de Todos los Santos, el cual celebramos con este relicario del siglo XVIII que contiene fragmentos óseos y telas de multitud de santos. Si bien este contenedor data de un tiempo en que los excesos milagreros y de superstición del siglo anterior venían remitiendo, el stock seguía existiendo, y con él un mercado.
«El prepucio de Nuestro Señor yo lo he visto en Roma y en Burgos, y también en Nuestra Señora de Amberes, y la cabeza de san Juan Bautista en Roma y Amiens. Pues apóstoles, si los quisiésemos contar, aunque no fueron sino doce y el uno no se halla y el otro está en las Indias, más hallaremos de 24 en diversos lugares del mundo. Los clavos de la cruz escribe Eusebio que fueron tres... y ahora hay uno en Roma, otro en Milán y otro en Colonia, y otro en París y otro en León y otros infinitos. Pues de palo de la cruz dígoos de verdad que si todo lo que dicen que hay della en la cristiandad se juntase, bastaría para cargar una carreta». Así de escandalizado escribía ya en el siglo XVI el humanista Alfonso de Valdés sobre el lucrativo y fraudulento negocio de las reliquias.
Así, lejos de restarle valor artístico a nuestro relicario, no es descabellado descartar la nula identificación de muchas de estas reliquias con sus respectivos santos. Ello obedece al hecho de que, especialmente a partir del siglo XVI, las reliquias se convirtieron además en objeto de coleccionismo por parte de las principales casas reales y nobiliarias de Europa, encargándose para estas relicarios ornamentados con ricas guarniciones de metales y piedras preciosas. La posesión de reliquias se convirtió en un símbolo de poder, intensificándose más si cabe un comercio internacional para satisfacer tan alta demanda, al punto de que la situación requirió de una fiscalización por parte de las autoridades eclesiásticas para frenar tal desmadre divino.