23/06/2023
ALGUNAS TRADICIONES DE LA NOCHE DE SAN JUAN QUE PERVIVEN EN MAZARICOS
Alrededor del día y de la noche de hoy se aglutinan una larga serie de tradiciones paganas que nos recuerdan la importancia de esta época del año en las antiguas culturas que poblaron nuestro territorio. Ritos relacionados con el agua, con el fuego, con brujas, con el sol, con ciertas plantas protectoras,… que, con la llegada del cristianismo fueron asociados con San Juan; el santo pastor amigo de los parajes agrestes en los que apacentaba sus rebaños. Estas tradiciones, debido a su fuerza entre el pueblo, resistieron el paso de los siglos y llegaron, en buena parte, hasta nuestros días. Todos los rituales toman como elemento de partida, quizás debido a las especiales características de las jornadas que rodean el solsticio de verano, la significativa incidencia de las fuerzas del mal representadas por las brujas, que en estas fechas se juntaban alrededor de las fuentes para, caída la noche, iniciar sus maléficas acciones. Tal día como hoy empiezan los preparativos con el objeto de protegerse de estos poderes negativos. Se recogen “croques” (dedaleras), helechos reales y flores de “bieiteiro” (saúco), a las que popularmente denominamos flores de San Juan, para adornar la parte exterior de las casas, sobre todo alrededor de las puertas y de las ventanas; los lugares por donde más fácilmente podían penetrar los poderes diabólicos en el hogar familiar. Cuando empieza a anochecer, y después de aprovisionarse de leña, en un descampado de la aldea, se hace la “cachela” (fogata). La juventud se divierte a su redor buena parte de la noche, mientras en el fuego purificador arden las brujas atraídas por los movimientos incitadores de la mocedad. Alrededor de esta fiesta del fuego, de unos treinta y cinco años a esta parte, se inició la costumbre de complementarla con comida y bebida, donde no faltan sardinas asadas, churrasco, vino, café, agua ardiente,… Convirtiéndola en un gran encuentro comunitario en el que participa toda la aldea. El hecho de que cada aldea realice su “cachela”, compitiendo muchas veces unas con otras por lograr la mayor de todas, no es impedimento para que cada vecino, en las cercanías de su vivienda, encienda una pequeña fogata con el mismo fin protector y purificador. Los especialistas sobre este tipo de temas relacionan el origen de estas “cachelas” o fogatas con el culto al sol. Serían unos soles pequeñitos que secundan el poder del astro rey en su máximo apogeo, pero también en el momento en que empieza a declinar su fuerza y las noches, poco a poco, van ganando espacio. Las “cachelas” ayudarían al sol en su lucha contra las tinieblas. , , .