Ubicado en Livingston, Izabal, muy cerca de la desembocadura del Río Dulce, hoy llamada aldea Miramar, fue visitado por el conquistador Hernán Cortés en 1524. El gobernador de la Nueva España habla de El Nito Maya como un “pueblo donde los mercaderes tenían almacenes y ocupaban todo un barrio”, y donde se hacía comercio “con todas partes”. Como lo indica la antropóloga Anne Chapman, Livingston, Iz
abal era un “puente de conexión entre Mesoamérica y Centroamérica”. Además, la estratégica ubicación del Nito Maya permitía aprovechar el comercio que transitaba por el Rio Dulce, el Rio Polochic, Rio Motagua y Rio Sarstún. El Nito Maya se podría identificar con el sitio arqueológico de Miramar, situado cerca de Livingston. Explorado por el arqueólogo estadounidense Edwin Shook en los años 1940, el sitio fue mapeado y excavado en 1993, en el marco del Proyecto del Atlas Arqueológico de Izabal, dirigido por Richard Bronson. Las ruinas se extienden en 800 metros en la ribera sur de la desembocadura del Río Dulce, yacen en terrazas con muros de contención, y comprenden grupos de plataformas distribuidos alrededor de plazas, una cancha de juego de pelota única en esta región y un montículo cónico de 3 metros de alto. Fueron encontradas aquí grandes cantidades de cerámica, así como navajas de obsidiana, puntas del mismo material y de pedernal, objetos domésticos de piedra y un fragmento de estela.Todas estas bellezas se pueden observar en nuestro Centro de Bienvenida y Museo. La ocupación prehispánica del sitio abarca del Preclásico Tardío (500 a. Miramar tenía conexiones con sitios de Belice, Petén, el Valle del Motagua, Honduras y las tierras altas mayas. Como lo expresan los arqueólogos Vinicio García y Juan Luis Velásquez, “es de suma importancia la ubicación estratégica (de Miramar) que hace pensar en un punto de control tanto comercial como político”. Por lo que en lo personal yo lo denominaría el primer puerto maya en el Caribe guatemalteco.