20/10/2024
En el sudoeste de Turquía, en la provincia de Denizli, ciento sesenta kilómetros de distancia a Efeso, se puede observar un valle formado por el Río Meandros y en las laderas del mismo valle existe desde tiempos inmemorables una de las más grandes maravillas de la naturaleza, paisaje extraordinario de lo más peculiar: una colina con aspecto de blanca catarata petrificada de la cual, emergen aguas termales color turquesa, conocida como "Castillo de Algodón" -esa es la traducción del nombre en turco-, creo que no hacen falta muchas explicaciones del porqué de este nombre.
Pamukkale es una enorme formación calcárea de casi doscientos metros de altura por algo más de dos kilómetros y medio de longitud. Sin duda este es un paraje natural que vale la pena visitar por lo menos una vez en la vida. Se trata de una extraña formación geológica que a simple vista parece estar compuesta por terrazas escalonadas llenas de agua. Aunque puede parecer que están hechas de hielo y nieve, es una simple ilusión óptica.
Se calcula que allá por el Plioceno aparecieron en este lugar las primeras fuentes termales que desde entonces no han cesado de manar sus aguas ricas en creta, calcios y bicarbonatos. La lenta decantación de este blanco mineral fue conformando a lo largo de los siglos estas espectaculares piscinas naturales, que vistas de lejos, más bien parecen estas hechas de espumosa nieve o como su nombre indica, de suave algodón.
Las transparentes aguas y el blanco entorno, toman prestados los colores del amanecer y del atardecer, dotando si cabe, de más mágica belleza a este pequeño rincón del mundo, declarado como patrimonio de la humanidad desde 1988 por la UNESCO. Pamukkale es uno de los destinos turísticos más preferidos de los que viajan a Turquía. Es uno de los destinos turísticos preferidos de los que viajan a Turquía y uno de los lugares más buscados por los fotógrafos, para un fotógrafo es difícil imaginar un lugar mejor donde poner a prueba su don con la cámara, si tenéis tiempo, aguantad hasta la puesta de sol, cuando la roca comienza a teñirse de color rosa. En ese momento, más que nunca, Pamukkale parece un castillo hecho con algodón de azúcar.
Las terrazas fueron muy conocidas por sus propiedades terapéuticas desde la Antigüedad, y con el tiempo, se mantuvo la tradición de ir a bañarse a la zona. En lo más alto de Pamukkale aún se pueden visitar las ruinas de la ciudad Helenística de Hierápolis. La misma se construyó alrededor del año 180 AC para recibir a todos los visitantes que llegaban atraídos por las leyendas terapéuticas de estas aguas. La Ciudad de Hierapolis era una ciudad de vacaciones, de hecho última morada de los romanos jubilados. Por esa razón Hierapolis tenía más grande cementerio del mundo romano.
La zona siempre era uno de los destinos más turísticos preferidos, se afirma que su agua cura el asma y todo tipo de reumatismo, además de hacer un aporte muy positivo a la salud de piel, pero en los años noventa se hacía sin control e incluso se utilizaron las aguas para llenar las piscinas de los hoteles que se edificaron justo encima de la formación e incluso se vertieron aguas residuales en el lugar. Se construyeron decenas de hoteles que contaminaron las aguas y desecaron algunas de las pozas, y la falta de control y el poco cuidado de la gente acabaron con la blancura del lugar. Pero las autoridades reaccionaron a tiempo y emprendieron una serie de medidas para devolver a este lugar su esplendor original. Los hoteles fueron demolidos y todos los estragos que estos causaron fueron reparados. Finalmente, la Unesco y puso orden para preservar este maravilloso lugar. Es por eso que actualmente se sigue un programa establecido, y algunas zonas de la parte superior de la colina se llenan de agua y se abren al público durante un par de horas al día, permitiendo el baño.
Sin duda, las entrañas de estas tierras continúan siendo un punto caliente y peligroso y muestra de ello es la peculiaridad de que a escasos cinco kilómetros de estas áureas fuentes, existen otras llamadas Karahayıt, en las que sus aguas, en lugar de ser blancas, son rojas, por el alto contenido en hierro de éstas. Es una zona sísmica y todos los días se sienten cientos temblores, en la historia se desmoronó por completo a causa de varios terremotos. Otra muestra es la llamada cueva de Plutón, en la que antaño, la actividad volcánica inferior hizo brotar en su interior dióxido de carbono y todos los que en ella se adentraban caían fulminados, atribuyendo estas muertes al Dios de los infiernos Plutón. Fue bautizada con el nombre de Plutón porque la gente que entraba allí moría a causa del gas y se pensaba que era Plutón, dios de los infiernos, era el que enviaba ese gas.