09/08/2022
*La leyenda de Basaseachi*
Hace muchos años, cuando los españoles aún no había cruzado el gran océano y no habían llegado a tierras americanas, en Chihuahua gobernaba el gran jefe Candameña. Amo y señor de la Alta Tarahumara, consiguió dar paz y prosperidad a su pueblo.
El tiempo pasaba y el bienestar reinaba. Sin embargo, el carácter inconformista de los hombres alimentaba sus aspiraciones. Quería crecer, ser más grande y poderoso, y la forma rápida para hacerse con más territorio siempre es la guerra. Mandó exploradores a los alrededores y tras estudiar varias estrategias sabía que la sangre se derramaría y muchos jóvenes morirían, no se atrevía a dar el paso que podía acabar en destrucción. Finalmente, la belleza de su hija le dio la respuesta: el amor es más poderoso que la guerra y además crea alianzas más estables y duraderas.
Basaseachi era una joven muy hermosa, tanto, que las nubes a su paso, solían esconder al sol para que éste no pudiera dañar la blancura de su piel. Los que la conocían hablaban de que siempre olía a primavera y de que el viento jugaba con su cabello para ondularlo y darle brillo.
Su padre, Candameña, puso en venta su mano: su hija se casaría con algún importante heredero que sumara más tierras para su pueblo. Fueron muchos los pretendientes que acudieron a la cita. Centrándose más en la fortuna que los jóvenes pudieran aportar, que en las virtudes personales que pudieran hacer de Basaseachi una mujer feliz. Era un simple negocio, pero para acallar a la mala conciencia, iba envuelto con el velo del amor.
Desde entonces se le conoce a la leyenda de Basaseachi como una de las más emblemáticas del estado de Chihuahua.
_Los cuatro candidatos_
Tras días y días de desfiles de pretendientes, solo cuatro consiguieron convertirse en firmes candidatos: Tónachi, el señor de las cimas; Pamachi, el hombre que viene de más allá de las barrancas; Areponápuchi, el de los valles verdes; y Carichi, aquel de las filigranas de la cara del viento. La decisión no iba a ser fácil. Por ello, Candameña ideó intrincadas de pruebas, cada una más difícil que la anterior. Y es que, entregar el amor de una hija no debía hacerse a la ligera.
Extenuados y sin aliento en no pocas ocasiones, los candidatos poco a poco iban superando las pruebas. Ya sólo quedaba una por pasar. Y ésta, fue tan difícil, dura y peligrosa, que los cuatro jóvenes acabaron por encontrarse con la muerte. Fue así como la desolación inundó el corazón de Basaseachi, quien entendió que nunca podría desposarse y encontrar el amor de hombre. Por ello, hipnotizada por el dolor y la tristeza, subió a los altos cerros de la Alta Tarahumara para lanzarse al vacío.
Su padre, al darse cuenta de las intenciones de su hija de quitarse la vida, Candameña ordenó al brujo del pueblo hacer un conjuro para que su hija no muriera. Poco tiempo había para pensar y reaccionar. No obstante, el brujo logró lanzar un hechizo sobre la joven dama cuando está separaba sus pies del suelo y volaba hacía el vacío. Su cuerpo se convirtió en la hermosa cascada desde entonces su cuerpo no ha dejado de fluir por las profundidades de la barranca.