25/04/2021
Además de ser identificados por sus cualidades guerreras, los mexicas suelen asociarse a una compleja vida ritual. Compartían con otros pueblos la creencia de que todos los seres estaban hechos en parte con materia sagrada y que mediante los rituales se podía entrar en contacto con el ámbito divino. Muchas ceremonias, vinculadas al culto oficial, se realizaban en el edificio más importante del Posclásico Tardío: el Templo Mayor, asiento del poder político, religioso y económico.
Esta construcción estaba dedicada a Tláloc y a Huitzilopochtli, deidades asociadas principalmente a la lluvia y la guerra, respectivamente, símbolos fundamentales entre los mexicas. El edificio, conocido como huey teocalli o como “cu de Huichilobos” por algunos cronistas españoles, estaba emplazado en el corazón de Tenochtitlan. Éste importante asentamiento –dividido por 4 parcialidades más Tlatelolco, calzadas, canales, así como por muchas plazas y templos– llegó a estar habitada por aproximadamente 80,000 personas. La impresión de los europeos ante la arquitectura, la belleza del paisaje y la grandeza de éste sitio fue tal, que quedó registrada en gran cantidad de testimonios históricos. El centro político y ceremonial de Tenochtitlan era conocido como el Recinto Sagrado, descrito por Sahagún como una imponente plaza conformada por 78 edificios. Se ha calculado que tenía 500 m por cada lado, por lo que se cree que se encuentra bajo el primer cuadro del Centro Histórico, donde se resguarda la historia de los mexicas y de siglos venideros.