14/04/2023
pero de 1994, el joven Eugenio Álvaro Jiménez, un trabajador mudo de la zona arqueológica, hacía una cala de aproximación para encontrar la escalinata del Templo XIII (adyacente al de las Inscripciones), pero en vez de escalones encontró un acceso tapiado. Al mediodía, cuando la joven pasante de arqueología F***y López Jiménez pasó cerca del edificio, Eugenio la llamó mediante señas para informarle lo que acababa de descubrir. Ella, a su vez, se dirigía al Templo del Sol para buscar a su amigo, el arqueólogo Gerardo Fernández, y contarle lo que había encontrado su equipo en el Templo de la Calavera: una tumba que contenía gran cantidad de piezas de jade. F***y, también mediante señas, le preguntó a Eugenio que si esa puerta de dónde había salido y él le respondió que no sabía.
Intrigada, se acercó ella a indagar. Y sí: era un acceso, una puerta. Su contorno era inconfundible: bajo el dintel de caliza había una rendija de unos cuatro centímetros que se había formado al asentarse las piedras. Como no tenían una lámpara a la mano, “el mudillo” (que así le decían a Eugenio) le consiguió un pequeño espejo redondo de bolsillo y con él se ayudó F***y para iluminar y ver el pasadizo interior. Ella quedó asombrada: se suponía que allí ya no había nada que descubrir, pues ambos edificios ya habían sido explorados por Alberto Ruz Lhuillier en los años cincuenta, y por Jorge Ruffier Acosta en los setenta. Y por lo mismo nadie quería trabajarlos.
Así que, después de mostrarle a Gerardo el hallazgo en el Templo de la Calavera, F***y regresa al Templo XIII y, con el mismo espejo, le muestra también el pasillo interior. Más tarde, logra comunicarse con Arnoldo González Cruz, director del Proyecto Arqueológico Palenque, quien se encuentra en la Ciudad de México. Le pide permiso para explorar el pasadizo y lo obtiene, en tanto que la tumba será revisada cuando González regrese a Palenque. F***y y Gerardo se organizan rápidamente: ella hasta consigue una cámara de video para documentar la exploración, la cual realizarán al día siguiente. Iniciando así la historia del hallazgo de la que más tarde sería mundialmente conocida como la “Reina Roja” de Palenque.
Créditos: Palenque: Memoria A Color