09/10/2024
Historia de la Churreria más famosa de ❤🇲🇽
🌸LA CHURRERIA (2 sur y 5 oriente)
¿Cuántas veces nos ha sucedido que, caminando por el centro de nuestra hermosa ciudad, ya sea con día de lluvia, nublado, con viento o aún, un día soleado, se nos antoja comer unos churros con un chocolate?
En esos momentos viene a nuestra mente uno de los lugares emblemáticos de la ciudad: “Puebla La Churrería”
Más de 60 años logrando que nuestros antojos queden satisfechos con unos exquisitos churros con la receta secreta que el Sr. Pascual Vicente creó, junto con su esposa Lilia.
Su origen es en el año 1960, siendo un negocio familiar establecido por Don Pascual Vicente
Relata uno de sus hijos, Oscar Vicente Cabrera: “Mi papá era de Oaxaca y mi mamá de Veracruz, pero ambos vivían en Puebla. Él era un hombre recio y campesino, y ella era una mujer muy bonita de ascendencia española. Se conocieron porque mis abuelos maternos tenían una panadería en la 7 poniente 520, y mi papá iba a comprar ahí el pan dulce y la torta”
Su papá ya se había fijado que en la panadería había una chica muy linda. Un día llegó a comprar pan y no se fijó en donde pisó, se le fue de lado el pie, entonces se cayó con todo y pan; la chica (su mamá), que lo estaba viendo, estaba mu**ta de risa y así se conocieron.
Oscar comenta que su papá llegó a vivir a Puebla en 1940 y siempre se paraba frente al local que hoy ocupa la churrería, donde había un puesto de periódicos de una señora que todo mundo conocía como “la Güerita”, y decía: “Ese local tendrá que ser mío”.
Pero antes, Pascual, quien ya había contraído nupcias con Lilia, para seguir la tradición de la familia puso una panadería que se llamaba “La Coloradita”, por donde está la iglesia de San Agustín sobre la 3 oriente, en la esquina donde hay un zaguán de medio punto gris.
“Dicen que en esa panadería espantaban mucho y los empleados decían: ´sabe que don Paco ya no queremos trabajar acá, nos hacen muchas travesuras, aquí espantan´. Hasta que mi papá un día les dijo: ´no me vengan con esas payasadas, hoy me voy a quedar esta noche para que vean que no pasa nada´”, asegura.
“Así lo hizo, se recostó sobre unos bultos de harina y serían como las 3 de la mañana y de repente volteó y vio salir del horno a una persona bajita con un sombrero, un enanito al que nunca le vio la cara, pero que empezó a caminar hacia donde estaba él; mi papá salió como tapón de sidra gritando: ¡ya lo vi!, ¡ya lo vi!, ¡ya lo vi! Los trabajadores que estaban ahí inmediatamente le echaron humo de cigarro y le echaron alcohol en la cabeza, pero de la impresión le dio diabetes”.
Comentó que, para mantener a la familia, su papá hizo de todo, fue agente de tránsito, pintor, albañil y hasta cantante. También recuerda que los hijos le preguntaban a su Mamá: “¿Qué le viste a mi papá?, es que tú estás muy bonita”, y ella siempre le dijo que él fue muy detallista y supo enamorarla. Así criaron a seis hijos y todos profesionistas.
Fue en 1960 que Pascual realizó su sueño de rentar el local que tanto anhelaba, en la esquina de la 2 sur y 5 oriente, pero el negocio que fundó estaba muy lejos de ser lo que es hoy, primero porque no vendía churros, y segundo, porque no entraba gente.
“Mi papá inició con una tortería, y el negocio se llamaba “Súper Tortas Ángel”, pero en todo el día vendía solo 1 o 2 tortas. Como vio que no la iba a hacer y la renta del local se lo iba a comer, entonces se le vino a la mente poner una churrería, le habló a su hermano para que lo apoyará.
Una vez que los churros de los hermanos Vicente se empezaron a acreditar entre los poblanos que visitaban el centro, iban a misa y pasaban por ellos o simplemente tenían antojo de un dulce bocado, el negocio cambió de nombre para llamarse “La Súper Churrería”.
El primer día que mi papá hizo churros, empezó con 3 kilos de masa y los churros se vendieron en 20 minutos. Al ver que incrementó la cantidad de masa, al siguiente día hizo 5 kilos, después aumentó de 8 a 10, y así sucesivamente; ahora, diariamente hacemos 5 casos de 20 kilos de masa cada de uno”, explica Oscar
En la churrería se hacía el típico churro mexicano: harina, agua y sal, así se vendía, relata Oscar, y agrega que en una ocasión llegaron unos españoles, de Valencia, y cuando probaron el churro le dijeron textualmente a su papá: “su churro es una porquería, no tiene sabor”. Pese a que su papá se molestó y les dijo que así se hacían los churros en México, ellos le dijeron que no se molestara y que regresarían en 3 meses con la receta del churro Español. Así lo hicieron, regresaron porque tenían familia aquí, y le compartieron la receta a Pascual, quien la perfeccionó con el tiempo
“Mucha gente no lo sabe pero aquí en ´Puebla La Churrería´, como se llama actualmente el negocio, se siguen vendiendo tortas. La torta de pierna al horno o la de carne enchilada son las tradicionales, pero lo que nos ha caracterizado son nuestras rajas, es lo que hace la diferencia, incluso muchas personas vienen por sus tortas y piden un extra de rajas”, advierte.
“Siempre estuvimos en el primer local y junto había un centro de copiado y teníamos una rivalidad amigable con los hijos del dueño que eran casi de nuestra edad; siempre nos decían en son de burla, ´ya queremos que se quiten para ampliar el centro de copiado´ y gracias a dios nosotros somos los que seguimos aquí, ellos se fueron alrededor 1995”, detalla.
Así, los Vicente rentaron el segundo local, el de junto (sobre la 2 sur), y ampliaron la churrería, dice Oscar, y agrega: “Mi papá siempre decía: tengo 30 años en este local y ningún ladrillo es mío, y hasta la fecha seguimos pagando renta”.
Aquí se ve gente de todos los estratos sociales, desde la gente más humilde hasta políticos y artistas. También dice que ha sido es punto de reunión para parejas que ahí se han hecho novios y punto de referencias para el turismo nacional e internacional porque, Puebla La Churrería, ya es un negocio emblemático de la Angelópolis.
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