05/09/2024
AMLO: ENTRE EL AZIMUT Y EL DESCENSO
JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX
A mis dieciocho años, alumno de la Escuela de Ingeniería en Zacatecas, de la carrera de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, como no teníamos profesores para esta área de formación industrial, la escuela nos rellenaba la currículo académica, primero con profesores que no correspondían a esta especialidad y segundo, con materias que nada tenían que ver con nuestra educación formal. Una de ellas era Topografía: practicábamos con aparatos llamados “niveles” y “teodolitos”, todos de origen alemán, y el concepto más común y más complicado era el Azimut, que había que localizar mediante dichos aparatos, para poder hacer cualquier medición de un terreno. El Azimut era el punto más alto de nuestros trabajos topográficos y el más difícil de ubicar en nuestras poligonales.
Hoy, Andrés López Obrador vivió el Azimut, tanto de su carrera política, como de su presidencia de México: terminó su historia oficial para pasar a ser un jubilado de la política, porque él así lo señala, y tendrá que cumplir con este precepto del retiro, simplemente porque terminó su sexenio.
Cuando fundamos el Frente Democrático Nacional con Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés no estaba en el escenario político tabasqueño de manera relevante, pero sí Graco Ramirez Garrido, descendiente de uno de los gobernantes más desprestigiados en Tabasco. En los recorridos por la nación, en una plática de Suburban, Cuauhtémoc preguntó cuales eran nuestros líderes fuertes en el sureste del país: no teníamos ninguno para dar la cara, a diferencia de la parte centro o sur, que estaba lleno de figuras como Heberto Castillo, Porfirio Muñoz Ledo o Ifigenia Martínez, y se propuso buscar a Andrés López Obrador que era priísta y que se negó a participar. Cuando se fundó oficialmente el Frente Democrático Nacional (el partido que nació el 6 de julio( no pudimos juntar el número de asambleas para su constitución. Ya convocados, se veía un riesgo en la participación política formal sin un registro oficial. Ahí se acordó seguir trabajando como agrupación política pero con el registro que los comunistas ponían a nuestra disposición. En la asamblea donde Cuauhtémoc se había ungido como líder de este partido en embrión, nuestro líder propuso a Andres Manuel López Obrador para presidir el partido: desde luego no tuvo votos. Ese fue nuestro primer registro y ocupamos el edificio de Monterrey 50, que era la madriguera de los comunistas. Cuauhtémoc quedó como líder máximo, yo fui nombrado como miembro del Comité Ejecutivo y responsable de la promoción del PRD en el extranjero: así se llamaba mi secretaría.
Vinieron muchas campañas y luego una ruptura -o traición- donde López Obrador dejó de acompañar a Cárdenas y se asumió como líder máximo de lo que fue el PRD. Cuauhtémoc no actuó de manera fontal sino generosa: se hizo a un lado y la relación se enfrió. Surgió el liderazgo de AMLO con el rechazo de un gran sector de ese nuevo partido, pero como es él, se impuso como siempre se impone: es un necio para lograr sus objetivos. Cuauhtémoc lo había hecho jefe de gobierno del DF que Cárdenas había ganado a Castillo Peraza, líder del PAN y a Alfredo del Mazo. La relación personal estaba fracturada.
Después de varios intentos, Andrés ganó la candidatura a presidente de México, había perdido las elecciones en Tabasco y muchas más, pero él es un hombre insistente. Hoy termina su gobierno, ofrece un acto que más parece de campaña que de informe de gobierno: zócalo lleno con sillas, que antes se llenaba a pleno sol, con todos parados. Presume cifras que nadie puede cuestionar, ya que no es un acto de debate, como hubiera sucedido si el evento hubiera tenido lugar en San Lázaro, como lo hizo Porfirio Muñoz Ledo contra Miguel de la Madrid, siendo nosotros diputados apoyando a Porfirio con nuestro lenguaje corporal.
AMLO nos ha dado cifras (para los expertos la estadística es la demagogia de los técnicos) Un gran acto, un gran discurso, aunque le hubiera bajado tres rayitas a sus datos, como en el caso de las cifras económicas o el chistorete de Dinamarca. Pero bueno… es un discurso. A partir de hoy será juzgado de otra forma. Su compromiso de no intervenir en política para que la presidenta electa pueda construir y diseñar una política a su favor, no lo cumplió. Andrés estaba en el pódium como en el Olimpo, los diputados y senadores, gobernadores y el pueblo en la plaza pública escuchando a un mesías que quiso presumir de ser un líder con gente, no sin ella, como hubiera sido en la Cámara de Diputados en un acto que habría reunido a un poco más de 500 personas.
AMLO arriba del pódium, los diputados y senadores abajo, Claudia abajo y el pueblo también: llámense empresarios, burócratas, intelectuales, o el pueblo raso. Así termina, eso esperamos, la vida política del AMLO, e inicia la culminación de la vida política de Claudia, que ha sido absolutamente limpia en su ascenso, con el apoyo de Cuauhtémoc y de AMLO, pero con sus propios merecimientos. Esta mujer puede ser la mejor titular del Poder Ejecutivo en la historia de México: si analizamos la prensa de los últimos días, sus declaraciones son más cuidadosas y mejores que las de López Obrador, siempre mesurada y conciliadora, frente a un López Obrador siempre frontal e irónico con una prepotencia innata, pero es el presidente y hace lo que quiere.
Esperamos que el 2 de octubre que no se olvida, tampoco se nos olvide nunca, como el segundo día del nuevo gobierno, porque se convertirá en un día histórico para el inicio de una vida exitosa, la de Andrés, pero sin micrófonos ni protagonismos que él necesita como una necesidad fisiológica.
Decía mi abuelo cuando había cambios importantes en la vida pública, “Dios nos agarre persognados” él fue revolucionario, caballerango de Villa en la Toma de Zacatecas, pero toda su vida la vivió como campesino y orgullosamente analfabeta.
Seguiremos opinando y entrando al debate de lo que es la vida pública de México y de esta hermosa etapa que nos tocó vivir, desde la formación del Frente Democrático Nacional, al gobierno de la Ciudad de México, donde fui director general de Administración y Desarrollo de Personal, y de ahí fui 20 años dirigente del PRD en el Estado de México, como presidente del Consejo Estatal, presidente del partido, secretario general y coordinador de las campañas políticas de al menos cuatro candidatos a gobernador, Logramos ganar Ecatepec, Nezahualcoyotl, Texcoco, tener el liderazgo de la Cámara de Diputados, desplazar al PAN a la tercera fuerza, pero me gustaría no sólo ser un testigo de la historia, sino un biógrafo de esta lucha hermosa que me tocó vivir.