14/04/2022
LOS 3 TORREONES QUE EXISISTIERON SOBRE LA CIMA DE SACSAYHUAMAN Y LAS RESIDENCIAS QUE HABIAN EN LA BASE ANTES DEL AÑO 1550
Pasadas aquellas tres cercas de Sacsayhuaman hay una plaza larga y angosta, donde había tres torreones fuertes, en triángulo prolongado, conforme al sitio. Al principal de ellos, que estaba en medio, llamaron
1)Móyoc Marca; quiere decir: fortaleza redonda, porque estaba hecho en redondo. En ella había una fuente de mucha y muy buena agua, traída de lejos, por debajo de tierra. Los incas no saben decir de dónde ni por dónde. Entre el Inca y los del Supremo Consejo, andaba secreta la tradición de semejantes cosas. En aquel torreón se aposentaban los Reyes Incas cuando subían a la fortaleza a recrearse, donde todas las paredes estaban adornadas de oro y plata, con animales y aves y plantas contrahechas al natural y encajadas en ellas, que servían de tapicería. Había asimismo mucha vajilla y todo el demás servicio que hemos dicho que tenían las casas reales. Al segundo torreón llamaron
2) Páucar Marca, y al tercero
3) Sácllac Marca; ambos eran cuadrados; tenían muchos aposentos para los soldados que había de guarda, los cuales se remudaban por su orden; habían de ser de los Incas del privilegio, que los de otras naciones no podían entrar en aquella fortaleza; porque era casa del Sol, de armas y guerra, como lo era el templo de oración y sacrificios. Tenía su capitán general como líder; había de ser de la sangre real y de los legítimos; el cual tenía sus tenientes y ministros, para cada ministerio el suyo: para la milicia de los soldados, para la provisión de los bastimentos, para la limpieza y policía de las armas, para el vestido y calzado que había de depósito para la gente de guarnición que en la fortaleza había. Debajo de los torreones había labrado, debajo de tierra, otro tanto como encima; pasaban las bóvedas de un torreón a otro, por las cuales se comunicaban los torreones, también como por cima. En aquellos sotanos mostraron grande artificio; estaban labrados con tantas calles y callejas, que cruzaban de una parte a otra con vueltas y revueltas, y tantas puertas, unas en contra de otras y todas de un tamaño que, a poco trecho que entraban en el laberinto, perdían el tino y no acertaban a salir; y aun los muy prácticos no osaban entrar sin guía; la cual había de ser un ovillo 571de hilo grueso que al entrar dejaban atado a la puerta, para salir guiándose por él. Bien muchacho, con otros de mi edad, subí muchas veces a la fortaleza, y con estar ya arruinado todo el edificio pulido —digo lo que estaba sobre la tierra y aun mucho de lo que estaba debajo—, no osábamos entrar en algunos pedazos de aquellas bóvedas que habían quedado, sino hasta donde alcanzaba la luz del Sol, por no perdernos dentro, según el miedo que los indios nos ponían. No supieron hacer bóveda de arco; yendo labrando las paredes, dejaban para los soterraños unos canecillos de piedra, sobre los cuales echaban, en lugar de vigas, piedras largas, labradas a todas seis haces, muy ajustadas, que alcanzaban de una pared a otra. Todo aquel gran edificio de la fortaleza fue de cantería pulida y cantería tosca, ricamente labrada, con mucho primor, donde mostraron los Incas lo que supieron y pudieron, con deseo que la obra se aventajase en artificio y grandeza a todas las demás que hasta allí habían hecho, para que fuese trofeo de sus trofeos, y así fue el último de ellos, porque pocos años después que se acabó entraron los españoles en aquel Imperio y atajaron otros tan grandes que se iban haciendo.
Descripcion del Inca Garcilazo De La Vega