19/09/2023
// KURAYAKU-POMABAMBA
Es un lugar para descubrir un rincón del mundo desde una perspectiva amplia, con un sabor que se siente en la consciencia y por lo demás, con el paladar que asimila el aire fresco y absorbente de una ciudad, es así como se siente uno en Curayacu.
Ubicado en el sector este Pomabamba, justo por debajo de frondosos y verdes eucaliptos, no deja indiferente a nadie. Una escenografía placentera, a ratos en silencio. Un símbolo pomabambino que sin duda deja muchas huellas en el recuerdo.
LEYENDA DE CURAYACU (extraída del libro de Antonino Vidal Vidal “POMABAMBA- CIUDAD DE LOS CEDROS”)
Las primeras evangelizaciones en la zona de los Conchucos, los realizaron los Dominicos, encabezado por Fray Domingo de Santo Tomás de Navarrete, allá por los años de 1540 y 1545, de acuerdo a lo expresado por Raúl Porras Barrenechea, es así como muchos frailes y sacerdotes pasaron por diversas zonas de Ancash.
En 1539, el Papa Paulo II, crea la provincia de San Juan Bautista del Perú, incluyendo Nueva Granada, a cargo del Fray Vicente Valverde, luego pasaron los Agustinos entre 1555 y 1561 y los Mecedarios arribaron a partir de 1570.
Los padres franciscanos en 1709, construyeron un convento en un pueblo denominado San Juan de Pomabamba, fue hasta 1826, año en que se retiraron por la declaración de la Independencia del Perú.
Como sabemos el agua es indispensable para la vida, los frailes buscaron el agua más limpia y cristalina, y acudieron a los manantiales cercanos, Pilano, Sanja, Pachachín, Vendepuquio, Ñahuinpuquio, Chullulluj, Yanapampa, Mishicocha, Gocha, Añorga-puquio, Pajsapuquio, Yurajyacu, el manantial de Cañarí.
Eligieron las aguas de la filtración de Cajagocha, por ser la más limpia y cristalina, por lo que los frailes los llevaban en botijas de cuero, jarras y cántaros de arcilla, no solo para ser usadas como agua bendita, sino también para su consumo diario.
Desde entonces el pueblo de Pomabamba y por recomendación de los frailes comenzaron a consumir estas aguas, pues al verla clara, limpia y cistalina, la denominaron “Cura upyanan yacu”, “Curapa yacun”, finalmente “Cura yacu”, que significa agua que bebe el cura o agua del cura, pues la intención era beber el agua más limpia.
Y en cuanto a la creencia que existe de que el foráneo que toma del agua de Curayacu de las manos de una mujer, se queda en Pomabama, pues de acuerdo a don Zenobio Bernuy, la creencia apareció hace quince o veinte años atrás, ya que las familias ricas que llegaron ya sea con fines comerciales, políticos o de paseo, se casaron con pomabambinas, la familia Hernandez, procedentes de Huamachuco, la familia Jáuregui, procedente de Ica, la familia Llanos procedente de Sihuas, la familia Jó proveniente de China, entre otras.
Numerosos foráneos, distinguidas personalidades, trabajadores, incluso extranjeros, fijaron su estancia definitiva en Pomabamba. Sin duda alguna, Curayacu es un gran factor para que muchos atraídos por la fuerza magnética de Pomabamba se queden, pues no solo eso, sino también por sus aguas termales, su comida, sus costumbres, la delicia de sus panes, la hospitalidad de su pueblo alegre y jaranero, y por supuesto el encanto de sus bellas mujeres.