11/03/2020
EL MENSAJERO
Antiguamente había un personaje encargado de llevar correspondencias entre pueblos lejanos llamado mensajero, en su faena diaria caminaba al pie de una cadena de cerros y ante el cansancio, sed y hambre se puso a descansar al pie de un peñasco y tomar sus alimentos que portaba en su atado, ni bien se sentó, escucho sorprendido una amena conversación de dos animales ubicados sobre unas rocas frente a frente, era el zorrino y el alkamari, el primero iba con dirección al Oeste o sea a su casa a descansar, en eso el zorrino saluda atentamente a su compadre alkamari y le pregunta si se encontraba bien, a esto le contesta que si, en forma recíproca continua la conversación. Decía el zorrino que estaba apurado porque iba a recoger sepultura de una persona muy enferma que deberá morir ala amanecer, porque se encontraba demasiado grave, solo puede sanar si alguno o alguien llegue en forma anticipada al lugar y tenga que sacar una olla que contiene maleficios que se encuentran dentro de la cama de barro y adobe del enfermo, ¡Qué bien compadre! Dijo el alkamari, ya es tarde nos vemos mañana para que me cuentes; ambos se despidieron.
El mensajero que había escuchado minuciosamente se puso a correr velozmente hacia la primera cabaña y preguntar si ahí había un enfermo, ante la negativa, asegura más aun sus pertenecías a la cintura, remanga su pantalón hasta la rodilla para continuar las carrera hasta llegar a la siguiente cabaña y preguntaba ¿Qué si aquí estaba el enfermo?, los familiares sollozantes afirmaron que ¡sí!, ordena el mensajero que bajaran de su cama, inmediatamente al enfermo y le prestaran una pala y un pico para sacar una olla, a ello solícitos acceden y ayudan a escavar, una vez obtenida la olla que contenía los maleficios del que hablaban los compadres, el mensajero sin pérdida de tiempo se puso en carrera con dirección al rio cercano para arrojar la olla al medio de la corriente, mientras que el enfermo de inmediato se sintió bien y a los pocos días se puso de pie y dio gracias a Dios y al hombre desconocido por su labor humanitaria, mientras que el zorrino en su pretendida labor maléfica fue anticipada, tuvo que regresarse frustrado de haber sido burlado por su jactancia y su lentitud.
D.R.
CUENTOS DE MI TIERRA